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Eldar oscuro Urien Rakarth

Urien Rakarth, Maestro Hemónculo

"El dolor es la única constante universal. El dolor es todo. Es la clave tanto de la creación como de la destrucción. Y aquel que lo domina se convierte en dios."

Urien Rakarth, extracto de su discurso previo a la Masacre de Mallendroch

Urien Rakarth es el más temido maestro de la secta de los Hemónculos. Su prestigio es tal que hace que el Cónclave de los Profetas de la Carne, que goza de su favor, tenga tantos aspirantes que cada uno de los Profetas controla a miles de Atormentados, y que el arrogante Cónclave de los Doce le tenga reservada una plaza por si algún día se digna a aceptar su invitación.

Video trasfondo[]

Descripción[]

En las mazmorras de los Hemónculos hay un nombre que se teme por encima de todos: Urien Rakarth. Este artista retorcido e inescrutable del dolor es una figura que aterra incluso a su propia especie. Es el Maestro Hemónculo, una fuerza de pura maldad que existe solo para deleitarse con el sufrimiento.

Desde el trabajador más humilde al señor más importante, todas las almas de la Ciudad Siniestra conocen el nombre de Urien Rakarth. Para unos es una leyenda oscura, una figura del folklore, pero para otros es una realidad monstruosa. El antiguo Hemónculo es agasajado en las fiestas de las altas esferas de la Ciudad Siniestra como un artista de agonías realmente dotado, pero la negra fuente de los malvados deseos de Urien Rakarth se hunde más profundamente de lo que nadie sabe.

Retorcido más allá de toda mesura, Urien Rakarth tiene tal maestría sobre las artes de la carne que ha muerto y vuelto a la vida una y otra vez. Rakarth es un depravado genio de la carne, de habilidades legendarias en los campos de la manipulación corporal y la escultura anatómica. Aunque tiempo atrás había disfrutado de un rango de altura en las intrigas que rodean a Commorragh, en un momento dado decidió abandonar esa lucha por el poder y el prestigio. Ahora, solo las transformaciones más grandiosas de la sociedad Commorrita despiertan su interés, aquellas que le permitan deleitarse con la depravación de su retorcida imaginación.

El envejecido cuerpo de Urien ha perdido hace ya mucho la capacidad para recuperar la tersura de un Drukhari recién alimentado, pues tiene varios miles de años de edad. A lo largo de su vida, Urien ha fallecido víctima de disparos, armas de filo, llamas, rayos de energía, toxinas y muchos otros sistemas aún más terribles. Cada vez que muere, sus restos son usados para desarrollar lentamente otra encarnación del Maestro Hemónculo, pues Urien es el origen del proceso de regeneración y cada uno de sus huesos alterados quirúrgicamente guarda la llave para fraguar una oscura resurrección. Rakarth ha cruzado el velo tantas veces, que ha aprendido a saborear la muerte como si fuera un delicado vino, disfrutando de la agonía y el sentido de trascendencia que acompaña a cada muerte. En los siglos recientes, no obstante, algo parece haberse corrompido en el proceso de regeneración, y cada una de las últimas encarnaciones de Urien ha sido apenas un vestigio de la anterior. Por ese motivo, actualmente Urien es una visión de pesadilla, su espalda llena de alargados huesos espinales que sobresalen en barroca profusión, y su lasciva cara unida al cráneo por apenas unos meros cordeles de carne coriácea. Además, Rakarth tiene múltiples pares de brazos, algunos de ellos arrancados, forrados de metal y vueltos a injertar como implantes plenamente funcionales, otros de un aspecto espantosamente atrofiado, asomando desde su cuerpo en ángulos imposibles y apenas capaces de señalar o agarrar objetos cercanos. Las constantes regeneraciones de Urien han afectado a su metabolismo de tal manera que su carne artificialmente endurecida se ha vuelto capaz de recomponerse y curarse a una velocidad increíble. De hecho, Rakarth agradece cualquier forma de lesión que sufre, sobre todo en el campo de batalla, pues le fuerzan a adaptar su cuerpo para ajustarse a la herida.

La mayoría de los Hemónculos son criaturas políticas en algún grado, al menos dentro de su propio Cónclave. La naturaleza de los Drukhari no permite que se contenten con lo que tienen, y cuanto más poderoso se vuelve un commorrita, más elaboradas son las intrigas que le rodean. No es así en el caso de Urien Rakarth, que abandonó hace tiempo esas pequeñeces. Durante siglos Rakarth ha sido una fuerza oscura de la naturaleza, tan sumergido en las artes de los Hemónculos que algunos le consideran prácticamente un semidiós de la tortura. Eso no quiere decir que no haya unos pocos estúpidos que intenten ir en contra de los intereses de Rakarth. Sin embargo, sus destinos se ven sellados tan rápidamente que parece que fueran truncados por alguna deidad vengativa, y muy creativa.

Al igual que todos los demás Hemónculos, Urien muestra un entusiasmo sin igual por crear sinfonías de dolor. Lleva consigo una gran variedad de extrañas armas, incluyendo un brazal quirúrgico que puede inyectar sus propios fluidos mutágenos en sus enemigos, y un arma de filo capaz de matar con el más ligero rasguño. En lugar de cubrir su cuerpo amorfo con una armadura voluminosa, simplemente lo abstrae aún más utilizando un campo clonador para proyectar múltiples imágenes superpuestas de sí mismo en el campo de batalla. Con tal ocultamiento es capaz de evitar los ataques de sus enemigos, lo que le permite concentrarse en cosechar sujetos selectos para ser usados en sus tortuosos experimentos. Para asistirlo en la cosecha Urien lleva la Urna Desolladora, una caja-puzzle imposiblemente intrincada que cuando se abre desata un enjambre de espíritus malignos sobre sus víctimas. Las almas desuellan la carne de las cabezas de sus presas con sus colmillos afilados como agujas, antes de arrancar los cráneos de sus columnas espinales y entregárselos a Urien con los cerebros aún conscientes y agonizando en su interior.

Sin embargo, las verdaderas armas de esta demente criatura son las repugnantes creaciones que surgen arrastrándose desde las mazmorras del Hemónculo, una colección de horrores que pone a prueba la cordura de todos quienes los contemplan. Enormes Atormentados y Grotescos con aspecto de esculturas vivientes que avanzan gimiendo y tambaleándose, seguidos por voraces Hematóvoros que se estremecen ante la presencia de sangre; y a la cabeza de esta siniestra procesión marcha el propio Rakarth, dirigiendo teatralmente la carnicería que se desata a su alrededor como el domador de un circo infernal.

Rakarth accede a menudo a aventurarse en el espacio real acompañando a una Kábala o Culto de Brujas. Soltar a sus creaciones en el campo de batalla equivale a mostrarlas al mundo, y todo verdadero artista necesita una audiencia. Para su regocijo, la competencia entre los diversos líderes de los Drukhari por poder contar con el honor de su presencia es durísima; y es que existen pocos espectáculos tan extremos como el carnaval de masacre, mutilación y dolor que Rakarth es capaz de desplegar sobre sus presas.

Urien no siente más que un débil matiz de diversión en tales disputas, pero la cola constante de ofertas le complace. En los últimos años, Rakarth ha exigido la ayuda de Kábalas y Cultos por igual para recoger una marea creciente de víctimas de la dimensión material. Sus aliados están demasiado ocupados en sus propias maquinaciones para cuestionar si el Maestro Hemónculo tiene un propósito más profundo. Simplemente asumen que Rakarth quiere un océano de tributos para sus experimentos. Su ignorancia se adapta perfectamente a los propósitos de Urien, ya que no quiere que las altas esferas de Commorragh examinen sus actividades de cerca.


El Carnaval del Dolor[]

Componentes[]

Carnaval del Dolor Urien Rakarth Eldars Oscuros 7ª Edición

El ejército personal de Urien Rakarth es conocido como el Carnaval del Dolor. El Maestro Hemónculo controla seis grupos directamente: el Escuadrón Escalpelo, formado por El Brillo de los Cuchillos Cromados (5 Atormentados que viajan en el Ponzoña Enterramiento) y La Seda de Huesos Líquidos (otros cinco, en el Ponzoña Aborrecimiento); una facción de los Epicúreos Escarlatas (el Artefacto Parásito Cronos Matriarca Negra y los cinco Atormentados conocidos como Los Desollados, con el Hemónculo Iridivyst, Gourmet de Muertes, al frente); los Artesanos Oscuros (el Cronos Dextrisyn y el Artefacto del Dolor Talos Synistrex, con el Hemónculo Maestru Thrylemnis, Señor de las Criptas de Carne, al frente); el Cuerpo de Carne del Cónclave, formado por la Célula de los Espinazos Partidos (10 Atormentados, a bordo del Incursor Impenitente), la Célula de las Hoces Mojadas (9 Atormentados, a bordo del Incursor Desdén) y la Célula de las Muertes Indiscretas (10 aAtormentados, a bordo del Incursor Arrogancia), con el Hemónculo Emaciador Quvelich al mando; la Garra Robacadáveres, formada por cinco Talos (Arrancacarnes, Última Caricia, Hoja Maculada, Piedad de las Bestias y Elegancia Abandonada) y la Grotesquería, formada por la Ruina de la Carne, cinco Grotescos liderados por el Hemónculo Xeryndtuil, Maestro de la Apoteosis.

Estas fuerzas son apoyadas por un Culto de Brujas llamado el Fragmento de la Pena Roja, liderado por las Súcubos Kariasche la Dañada, Idyliane Phoenice y Zaelera Espadonladrón. Sus unidades principales son Las Dos Veces Prometidas (10 Esposas de la Sangre), las Hijas del Espejo Oscuro (9 Brujas, a bordo del Incursor Hoja Ilícita), el Beso de Qa'leh (9 Brujas, a bordo del Incursor Hoja Celestial), el Primer Pecado de Hekatii (9 Brujas, a bordo del Incursor Rajacorazones) y los seis Guadañas conocidos como los Borrones de Ónice.

Por último, Los Comprados son mercenarios de variada procedencia: la Oscuridad Avariciosa está formada por 10 Mandrágoras, la Deuda Reconocida, por 5 Azotes, la Verdad Insistente, 10 Legítimos montados en el Incursor Inmaculado, la Troupe de los Cuchillos Saltarines, por cinco Arlequines, y el Templo de la Defunción Sorprendente, por cinco Íncubos embarcados en el Ponzoña Ruina Desgarradora; les acompañan el Caza Estilete Excesivo y el Bombardero Cuervo Caricia de Nihil.

Actuaciones[]

Urien Rakarth 7ª Edición ilustración

Cuando una horda de creaciones de Rakarth desciende sobre su objetivo, las principales atracciones viajan en Incursores modificados, encadenados con gruesos grilletes o encerrados en jaulas con púas. Atacarán al llegar la noche o desde un fenómeno natural espectacular, según lo que Urien considere que dará más empaque a su espectáculo y lo mostrará con la mejor luz. Su audiencia ojea la matanza, observando ávidamente desde las plataformas de los esquifes de placer mientras se infligen terribles tormentos a las víctimas.

Poder observar este arte es un auténtico privilegio para los commorritas e incluso los Arcontes que han superado la esperanza de rejuvenecer abandonarán el carnaval de dolor con un aspecto saludable y rejuvenecido. De hecho, entre aquellos que consideran a Rakarth una futura deidad (incluso una de las Musas Oscuras renacidas) estas propiedades milagrosas de sus actuaciones son vistas como pruebas. Pero en la Ciudad Siniestra nada es gratuito. Aunque el Maestro Hemónculo no tiene ningún interés en conceptos de mal gusto como la remuneración económica, los Drukhari que asisten a sus espectáculos deben pagar un precio.

A algunos, Rakarth solo les pedirá un favor, una petición futura que realizará cuando más le interese. A estos individuos se les implanta secretamente un gusano parásito. Estos pequeños horrores permanecen durmientes en el anfitrión hasta el momento en que interesa al Maestro Hemónculo. Si el individuo intenta evitar cumplir su trato, lo último que sentirá será un movimiento peristáltico en su cuerpo. Segundos después, los gusanos surgirán de cada uno de sus poros desangrándole antes de fallecer en una horrenda cacofonía de chillidos.

Para otros, el pago por acudir al carnaval del dolor será más directo, pero no menos desagradable. Tal vez se les pida que donen una parte de su propia piel o un año de sus recuerdos. O tal vez se les requiera un ojo, un miembro o incluso su nombre. Los menos afortunados serán utilizados para formar parte de la siguiente exhibición que Rakarth quiera hacer. Pero la posibilidad de un destino tan terrible no disuade a la audiencia de Rakarth, ya que la emoción del peligro personal les anima más de lo que les disuade. Por esta razón no es de extrañar que Commorragh se alborotara cuando el Escultor de Tormentos anunció que mostraría abiertamente su obra en el velatorio de Asdrúbal Vect. Arcontes de todos los rincones de la Ciudad Siniestra fueron a ver tan sombrío espectáculo, sin saber que serían ellos los que se convertirían en sujetos de la última obra maestra de Urien.

Sea cual sea el destino de aquellos que acudan al carnaval del dolor, el espectáculo que disfrutarán justifica casi cualquier precio. Cuando los horrores de Rakarth son liberados, una pesadilla viviente cae sobre el enemigo. Los defensores locales y los ciudadanos enloquecidos son destrozados miembro a miembro, devorados y arrastrados desde sus escondites para ocupar el papel que se les ha asignado en el horror que ha asolado sus hogares. Conforme la carnicería se incrementa, las oleadas de sentimientos de terror y agonía rodean a las fuerzas del Cónclave y a los espectadores por igual, ofreciendo un éxtasis aún más potente para los Drukhari que el que reciben en los espectáculos de gladiadores de los Cultos de Brujas.

Aunque estos espectáculos horrendos son innegablemente impresionantes, hay quienes teorizan que las sangrientas exhibiciones de Rakarth no son más que medios para conseguir un fin. En la Ciudad Siniestra siguen persistiendo los rumores sobre sus enormes riquezas, que se usan de formas extrañas y clandestinas, y de cómo Ponzoñas sigilosas son enviadas en misiones secretas mientras los ojos de la audiencia están fijos en otros lugares. En cualquier caso, si el Maestro Hemónculo está trabajando en algo además de en su propia arte, ha logrado mantenerlo en secreto.

La despensa de Rakarth[]

Urien Rakarth 3ª Edición ilustración

"Desde hace mucho tiempo me he interesado por los humanos y sus burdas incursiones en el mundo de la carne. Los Adeptus Astartes son guerreros poderosos, pero sus creadores siempre han estado demasiado restringidos en su visión. Este Primarca, Roboute Guilliman, ocluye su mente a demasiadas posibilidades y por ello nunca alcanzará la perfección que busca, la perfección que yo defino mediante la práctica de mi oficio. Si desea aprender del maestro, que venga a mí. Con mucho gusto le haré lugar en mi mayor mazmorra."

Urien Rakarth

En el 998.M41, Urien Rakarth se dio cuenta de las similitudes entre la situación en el espacio real y los días de locura que llevaron a la Caída, que recordaba gracias a que su antigüedad más allá de la comprensión mortal. Sus recuerdos le llevaron a tomar acciones para prevenir la repetición de aquel cataclismo, pues aunque no tenía ningún interés especial en la supervivencia del espacio real ni de su propia raza, sí sabía que sin los recursos vivos que ambos le proporcionaban para alimentar su búsqueda personal de depravación, esta llegaría a su fin. Así pues, tras debatirlo en persona con Asdrúbal Vect, el Hemónculo empezó a almacenar materias primas en las dimensiones creadas por los fundadores de la Ciudad Siniestra, llevando a cabo asaltos en los que recogía gran cantidad de esclavos y los cargaba de cadenas. La escala de sus asaltos se incrementó, y Rakarth empezó a requerir la ayuda de varios Cónclaves poderosos, incluyendo El Descenso Negro, Los Doce, los Profetas de la Carne y los Hemónculos de la disciplina de los Cornucopianos Negros. Estos monstruosos grupos reclamaron nuevos sub-reinos de la Telaraña y los llenaron con incontables cápsulas de estasis que se extendían en largas hileras en la oscuridad. Cada una contenía un ser vivo, robado del espacio real para almacenarlo en la despensa de los Hemónculos con vistas a tiempos más complicados, en los que los Drukhari encontrarían carnaza que torturar a salvo de cualquier cataclismo.

Robo de Lethidia[]

Artículo principal: Robo de Lethidia.

Al enterarse de la invasión Tiránida del mundo virgen de Lethidia en el 999.M41 y de la lucha del Mundo Astronave de Saim-Hann por salvar a sus habitantes Exoditas de la Flota Enjambre Leviathan, fue la monstruosa ambición del Maestro Hemónculo Urien Rakarth la que mostró a los Cónclaves el camino para robar todo el planeta con los Tiránidos aún en su superficie para estudiar a placer su biología.

En poco tiempo, los Cónclaves de Hemónculos trabajaron con un grado de cooperación sin precedentes. El legendario Carnaval del Dolor estaría acompañada por guerreros de todo Commorragh y más allá. Fueron contratados mercenarios Íncubos, reclamados favores a Kábalas y Cultos de Brujas y traídos aliados de otras dimensiones. Mientras tanto, los Nemesistas y Vigilantes de la Penumbra conspiraron para planificar la ruta más eficiente para el rapto del planeta. Estos llegaron a la conclusión de que el plan de Rakarth sólo tendría éxito si no sólo impedían que los Tiránidos completaran su proceso de alimentación, sino también manipular dos grandes portales de la Telaraña. Uno sería el que todo Mundo Astronave porta en su popa, como el del propio Saim-Hann. Otro sería el situado en el propio mundo Exodita, en su principal santuario geomántico. Si las energías de estos dos grandes portales pudiesen ser desestabilizadas mientras se encontraban próximos el uno al otro, el bucle de retroalimentación resultante forzaría la apertura de las puertas dimensionales, abriéndose más y más hasta que fueran lo suficientemente grandes como para tragarse el planeta. Una vez conseguido esto, mover Lethidia hacia la Telaraña requeriría una translocación planetaria. Era un acto posible, gracias a la historia de la propia Ciudad Siniestra: en las postrimerías de la venganza del Señor Supremo contra el Arconte Kelithresh, Asdrúbal Vect había dejado un hueco en el universo. Rakarth conocía las rutas de la Telaraña hacia la dócil singularidad de Vect; el verdadero milagro sería asegurar que Lethidia era transportada a la órbita de Commorragh sin desgarrar el continuo espacio-tiempo. Para lograrlo, los desgarradores de la Telaraña tendrían que ser colocados en lugares geománticos precisos, los cuales corresponderían a puntos nodales en el esqueleto cristalino del planeta. Era una tarea tan importante, tan monumental, que los Hemónculos no podían confiarla a nadie. Los señores de los Cónclaves tendrían que visitar Lethidia en persona.

Irrumpiendo en la batalla por Lethidia a través del portal de Saim-Hann, los Drukhari neutralizaron con toxinas las piscinas de digestión Tiránidas para impedir el suicidio instintivo de los Tiránidos, desbarataron la transferencia de los espíritus Exoditas al Circuito Infinito de Saim-Hann con un Orbe de la Desesperación, y con un hechizo prohibido, Urien activó los desgarradores de Telaraña. Lenta e imposiblemente, el planeta comenzó a retorcerse, brillar y moverse. El planeta se estremeció, gritó, y en un solo instante apocalíptico, se desvaneció.

Para cuando los Hemónculos regresaron a sus guaridas, un nuevo cuerpo celeste yacía en órbita alrededor del reino multidimensional de Commorragh, cuya gran translocación había sido impulsada por la muerte de innumerables almas de Exoditas. Lethidia colgaba como un ojo enfermo sobre la Ciudad Siniestra, y sus capas exteriores eran ricas no sólo en Tiránidos sino también con los espíritus torturados de aquellos Aeldari de Saim-Hann y Exoditas demasiado lentos para escapar.

El planeta robado no fue el único legado de la gran ambición de Rakarth. La apertura del velo había dejado una herida abierta en la realidad, y un gran ramal de la Telaraña había quedado expuesto al reino de los horrores que la Humanidad llama la Disformidad. Saim-Hann se encontró enfrentándose a una invasión daemoníca a gran escala que se estaba derramando a través de la grieta, mientras que el zarcillo de la Flota Enjambre Leviathan, despojado de su festín, fue desgarrado lentamente por los infernales invitados que aparecieron dentro de sus bionaves.

La galaxia quedó marcada para siempre, y millones de almas Aeldari quedaron sumidas en una pesadilla viviente. Aun así, los Cónclaves obtuvieron su premio. Pasaría mucho tiempo antes de que los señores de los subterráneos de la Ciudad Siniestra vieran necesario enfrentarse una vez más al tedio.

Armamento[]

Urien Rakarth va a la batalla protegido por su piel de costra y armado con un inyector de ícor (un brazal quirúrgico que inyecta su propia sangre mutagénica en el enemigo), Urna Desolladora, una caja-puzzle que cuando se abre libera un enjambre de espíritus malignos, que se lanza hacia la cabeza de la víctima para desollarle y seccionarle el cráneo con sus colmillos afilados como agujas, para después entregárselo a Urien con el cerebro de su interior aún vivo y agonizando de dolor, Herramienta de Hemónculo y una Campo clonador.

Fuentes[]

  •  Codex: Eldars Oscuros (Ediciones 3ª, 5ª y 7ª).
  • Codex: Drukhari (9ª Edición) pg 94.
  • Suplemento: Cónclaves de Hemónculos (7ª Edición).
  • Suplemento: Drukhari (8ª Edición).
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