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Gi guardia de hierro de mordia

Soldado de la Guardia de Hierro de Mordia


La Guardia de Hierro de Mordia está formada por soldados excelentemente entrenados y equipados procedentes de un planeta de noche eterna maldecido por las visitas del Caos. En la batalla, la Guardia de Hierro crea un sólido muro de soldados brillantemente uniformados en perfecta formación ante el enemigo, al cual abate a base de descargas sincronizadas con total exactitud efectuadas desde detrás de una barrera de afiladas bayonetas. La mayor causa por la que combaten es por derrotar a los enemigos del Emperador.

Los uniformes adornados y refinados de los mordianos han hecho creer a muchos de sus enemigos que se tratan solo de meros aficionados, aunque tarde o temprano han acabado por descubrir que debajo de los brillantes uniformes hay soldados muy duros y decididos.

Mordia, el mundo nocturno[]

En los extensos y siniestros anales de la Inquisición se recogen multitud de historias de traición y de horror, de mundos destruidos por completo y del triunfo de la avaricia y de la estupidez del hombre. Son una clara muestra de la debilidad humana y del poder de los Dioses del Caos. Sin embargo, entre esa lista de planetas perdidos y terribles derrotas existen algunos relatos de victorias humanas, extraños casos en los que el ejército daemoníco del Caos ha sido rechazado y devuelto al vacío del que había surgido. Uno de esos lugares es Mordia, el mundo de la noche eterna.

El día de Mordia dura lo mismo que un año mordiano, ya que el pequeño planeta da un giro completo sobre su eje cada vez al dar una vuelta a su sol. Como consecuencia, una de las caras de Mordia se encuentra siempre bajo el ardiente calor del sol, mientras que la otra yace en perpetua oscuridad. La cara carbonizada es desolada y árida, un desierto de rocas astilladas y cañones por los que lucharon poderosos ejércitos durante la Era de la Apostasía hace muchísimos años. En Mordia, toda la vida se encuentra en la cara oscura.

310px-Mordian Iron Guard fighting Chaos

El lento movimiento de rotación de Mordia no consigue remover su densa atmósfera, por lo que el clima es siempre caluroso y sin brisas naturales que renueven el aire opresivo. En la sofocante oscuridad los mordianos hacen su vida cotidiana. Unas ciudades antiquísimas y medio en ruinas se extienden por la superficie del planeta. Unas torres piramidales escalonadas se elevan hacia el cielo como si fueran montañas apuntando al espacio. Cientos de millones de personas viven en la superficie de esta tierra que no llega a una décima parte del tamaño de Terra.

Mordia es un mundo superpoblado, oscuro y sofocante cuyos gobernantes, los tetrarcas, deben librar una batalla constante contra la anarquía. Solo la gestión más cuidadosa de los recursos de Mordia es capaz de mantener con vida a la ingente población. Toda la comida, la ropa, los recursos y materiales de primera necesidad se controlan, racionan y reciclan estrictamente. Ello permite sobrevivir a los mordianos, aunque con el mayor de los esfuerzos y en un considerable empobrecimiento.

Unas condiciones tan duras y exigentes producen un lógico descontento. Muy poca gente comprende realmente los apuros en los que está sumido su planeta. El resto no se preocupa por el prójimo y se dedica únicamente a acumular riqueza y poder personal sin contar con las consecuencias. En las ciudades decadentes de múltiples niveles el crimen campa a sus anchas. Los gángsters y señores del hampa son los reyes de un submundo en el que la vida no tiene ningún valor y donde los desesperados no son más que simples peones movidos al gusto de sus amos.

La Guardia de Hierro[]

Mordianguarduniform

Uniforme y armas de un infante de la Guardia de Hierro

La Guardia de Hierro de Mordia se interpone entre el orden y la anarquía. Son los paladines de la tetrarquía de Mordia, llevan uniformes de colores brillantes y son ferozmente leales a su causa. Sus enemigos son todos los que se dedican a traficar con los escasos recursos de Mordia o que amenazan su existencia. Libran una batalla constante contra los señores del crimen de la subcolmena, grupos de dementes caníbales y alborotadores descarriados que preferirían ser testigos de la destrucción del universo antes que soportar los sacrificios necesarios para la supervivencia del planeta.

La Guardia de Hierro es implacable en la persecución de sus enemigos. Su disciplina es legendaria y su adiestramiento, lo más riguroso posible. Todos los que combaten en la Guardia de Hierro comprenden perfectamente el horror que se apoderaría del planeta en caso de no cumplir con su deber. Su lealtad y determinación es todo lo que evita que Mordia sea consumida por la plaga, el hambre y el salvajismo.

Los soldados de la Guardia de Hierro, tienen la reputación de seguir las órdenes al pie de la letra y sin dudar ni un instante. En el combate, los soldados reguirán recargando y disparando hasta que el enemigo sea totalmente aniquilado. Cada soldado obedece y respeta la cadena de mando, y la Guardia de Hierro, constituye uno de los regimientos más fuertes de la Guardia Imperial. Sus tanques son tan disciplinados como la infantería y tienen el mismo estricto entrenamiento. En sus chasis lucen el Águila de Hierro de Mordia y símbolos imperiales.

Acciones notables[]

Defensa de Mordia[]

Reclutamiento dos

Cartel de reclutamiento para la Guardia de Hierro

El peligro más grande para Mordia sucedió en un caluroso verano. El asfixiante calor fue increíblemente intenso hasta para los estándares de Mordia y el planeta bullía de inquietud. Bajo las calles se fraguó una oscura conspiración que planteaba un peligro muchísimo más grande que ningún otro observado hasta la fecha. En las profundidades se reunió un misterioso cónclave, un grupo de hombres que conocían con exactitud las riquezas de Mordia y las querían para sí. Apartados de la vista de los ciudadanos más cuerdos, realizaron sus encantamientos e invocaron a los oscuros Dioses del Caos.

Se lanzó un conjuro. Es imposible afirmar cuánta sangre inocente se derramó para potenciar aquel ritual o qué siniestras súplicas fueron elevadas a sus amos oscuros. Los que lanzaron el conjuro buscaban únicamente el enriquecimiento personal, pues sus ansias de poder no tenían límites. Y, si para ello debían destruir el planeta, lo harían. Sus millones de habitantes les importaban tan poco como a los Dioses del Caos.

El verano se fue haciendo cada vez más caluroso a medida que el conjuro se acercaba a su término. En la capital empezaron a ocurrir cosas extrañas. Las multitudes caníbales y bandas criminales estaban agitadas. Ciertas personas vieron monstruos alados sobrevolando la ciudad. La gente desaparecía sin dejar rastro.

El cielo en llamas[]

Al final, el conjuro acabó por completarse y de pronto el mundo entero empezó a sufrir temblores mientras el cielo estallaba en llamas y abría paso a los señores de la guerra del Caos. Unas naves espaciales retorcidas y repugnantes procedentes del Ojo del Terror surcaron los cielos de Mordia para descargar fuego y destrucción sobre el mundo. Los Marines Espaciales del Caos cayeron en masa sobre la ciudad y empezaron a matar a toda la gente que encontraban como un gran sacrificio sangriento a sus dioses. Los Daemons acechaban en las torres ardientes y daban caza a las almas de los que huían de la masacre que se estaba produciendo abajo.

Desde sus oscuras guaridas, los adoradores del Caos se arrastraron hasta la superficie para gozar del fuego y del terror que inundaba el mundo, seguros de obtener el favor de sus amos al haber cumplido con su misión.

La guerra del Caos[]

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Guardia de Hierro luchando

Cuando el cielo estalló en llamas, los tetrarcas de Mordia ordenaron a sus astrópatas enviar mensajes psíquicos de ayuda. El poder del Caos era tan fuerte que las mentes de los astrópatas se derritieron por el esfuerzo. Nadie pudo saber si los mensajes habían llegado a su destino ni si alguien había respondido a ellos.

Mientras tanto, la Guardia de Hierro libraba una valerosa defensa contra el asalto daemoníco. Mientras que los hombres menos aguerridos huían presos del terror ante el poder del Caos, la Guardia de Hierro se mantenía firme lanzando descarga tras descarga contra las filas enemigas. Al final, los capitanes de la Guardia de Hierro se vieron obligados a dar la orden de retirada. A pesar de que sus hombres podían resistir hasta el final, no podrían hacer nada contra las hordas que se les oponían. La Guardia de Hierro se reagrupó alrededor de la capital de mala gana y abandonó al resto del planeta al enemigo.

Mientras las fuerzas del Caos arrasaban todo Mordia, la Guardia de Hierro se dedicó a preparar las defensas de la capital. Cada edificio se transformó en una fortaleza, cada torre en un baluarte y cada calle y plaza en un campo de tiro para las armas cuidadosamente apuntadas de los Guardias de Hierro. En el centro se levantaba el mismísimo palacio tetrarcal, desde donde se coordinaba toda la defensa de la capital.

Cuando empezó el ataque, la Guardia de Hierro ya estaba bien preparada. Los Marines Espaciales del Caos fueron abatidos por los disciplinados disparos, fila a fila. Los Marines Traidores fueron conducidos hasta trampas muy bien preparadas y así consiguieron rechazarlos, aunque tras ellos aparecieron enemigos mucho mayores y más potentes.

El ataque desde las profundidades[]

Guardia hierro mordia 2

Soldado de la Guardia de Hierro de Mordia

De las alcantarillas y los conductos de servicio surgió un ejército formado por los que habían vendido sus almas a los Dioses del Caos. Sus miembros, vestidos con harapos y armados con tan solo barras de hierro y cadenas, se lanzaron contra los defensores. Al estar impulsados por su demente devoción al Caos, no les importaba mucho vivir o morir, y miles de ellos fueron abatidos por las armas devastadoras de la Guardia de Hierro. Sin embargo, aquel ataque procedente de un flanco inesperado dejó a los defensores indefensos ante el asalto siguiente.

Las fuerzas del Caos se lanzaron contra la Guardia de Hierro con gran determinación. Los Daemons y los Marines Espaciales del Caos avanzaron como un solo ser. Los Desangradores de Khorne profirieron un rugido capaz de helar la sangre de los mortales. Los Guardianes de Secretos vagaban por el campo de batalla matando con una mirada fulminadora a todo el que se atrevía a contemplarlos. Unos Horrores saltarines iban dando brincos y parloteando, formando una bruma mágica de energía incandescente. Era una visión terrorífica, pero la Guardia de Hierro se mantuvo impertérrita ante aquel espectáculo descorazonador, a pesar de que muchos de ellos pagaron el precio por su lealtad.

La Guardia de Hierro se fue retirando calle a calle, edificio a edificio hacia el centro de la ciudad. Sus filas se fueron estrechando aunque sin romperse, repeliendo un ataque tras otro. Cuando las bajas se hacían demasiado graves como para seguir adelante o cuando las posiciones se veían flanqueadas y la situación se hacía insostenible, la Guardia de Hierro se retiraba a otra línea de defensa, reservando siempre todos los hombres y armas que podía. Era una batalla librada con la máxima capacidad estratégica y disciplina que podía esperarse. No obstante, era una batalla que los mordianos estaban destinados a perder y, al final, llegó un punto en el que ya no tuvieron ningún sitio al que retirarse.

La batalla por el palacio[]

Reclutamiento cinco

Cartel de Reclutamiento de la Guardia Imperial de Mordia

Finalmente, la Guardia de Hierro tomó posiciones alrededor del propio palacio tetrarcal, el último bastión del planeta. Tras las defensas levantadas a toda prisa, la infantería aguardaba el inevitable ataque. Los cañones láser y las armas pesadas asomaban por las torres y los balcones ceremoniales brillando a la luz del cielo ardiente.

De repente, la horda del Caos se lanzó contra ellos profiriendo potentes gritos y aullidos. Los Grandes Daemons de Nurgle avanzaron torpemente entre sus secuaces alzándose sobre ellos, como gigantes y amos de su asquerosa raza, unas cuatro o cinco veces la altura de un hombre. Los hinchados Daemons andaron hacia delante arrastrando los pies, esparciendo por el suelo sus pútridas entrañas y arrojando gases nauseabundos a través de las grietas y las hendiduras de su correosa piel. Junto a ellos se encontraban los Marines Espaciales del Caos del dios pestilente, con la armadura verde, rancia y putrefacta y sus cuerpos apestosos plagados de síntomas enfermizos. Los precedía una negra nube de moscas que zumbaron alrededor de la Guardia de Hierro, colándose por sus ojos y sus orejas y llenándoles las bocas de cuerpos negros y peludos.

Los cañones láser de la Guardia de Hierro arrojaron una descarga de muerte contra la horda aullante. Los rifles láser volvieron a disparar al unísono en cuanto los capitanes ordenaron efectuar un disparo tras otro contra aquella masa repugnante. Del palacio tetrarcal provenía el ruido de los cañones automáticos, el furioso aullido de los bólteres pesados y el perforante chirrido de los cañones láser. Las dotaciones de las armas cargaban y disparaban con mecánica precisión y volvían a cargar y a disparar, sin detenerse siquiera un momento ni interrumpir el ritmo. Las entrañas de los Daemons cubrían la otrora blanca plaza como un repugnante río, pero, cuando una de las bestias caía, otra el doble de asquerosa ocupaba su lugar y avanzaba hacia la posición de la Guardia de Hierro.

Los capitanes ordenaron a sus hombres retirarse hacia la escalinata del palacio y formar una línea de disparo. Con la misma disciplina de siempre, la Guardia de Hierro se preparó para lanzar una descarga antes de que las fuerzas del Caos cayeran sobre ellos. Había llegado su momento final, aunque ya quedaban pocos para ser testigos de su inevitable derrota.

La marea cambia[]

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Descanso tras el combate para la Guardia de Hierro

Los defensores de Mordia sabían muy poco acerca del poder o los propósitos del Caos. ¿Cómo podrían haberse imaginado ellos, cuando las hordas del Caos se les echaron encima, que la presencia de los Dioses del Caos en Mordia no era más que tenue? El poder del conjuro que los había transportado a la dimensión de los mortales y que había imbuido los cuerpos de sus servidores de una energía física ya casi se había terminado. Las llamas que ardían en el cielo se fueron apagando y los aullidos de los Daemons empezaron a formar ecos vacíos en el aire.

Mientras la Guardia de Hierro seguía contemplando estupefacta todo aquello, sus enemigos se desvanecieron ante sus ojos. El cielo volvió a adquirir su típica oscuridad. En la penumbra, las luces guía de las naves imperiales se confundían con las estrellas. La Guardia de Hierro no solo había ganado una batalla, sino lo más preciado de todo: tiempo.

Desde más allá de la órbita de Mordia, los psíquicos imperiales habían tejido un contrahechizo para romper la conexión del Caos con la realidad. Mientras la Guardia de Mordia estaba luchando en el planeta, se había producido una batalla de voluntades entre mortales y dioses. Solo la heroica resistencia de la Guardia de Hierro había conseguido dar a los psíquicos el tiempo suficiente para emplear sus habilidades místicas antes de que el Caos se hiciera con el planeta para siempre.

Mordia había sido salvada.

Defensa de Barbarossa[]

En 796.M41 el Mundo Colmena de Metrolis fue invadido por las huestes del Kaudillo Orko conocido como el Gran Déspota de Dregruk. Afortunadamente para los metrolisianos, la horda del Gran Déspota aterrizó a unos mil kilómetros de distancia de la colmena principal, Barbarossa. Los pielesverdes empezaron a conquistar las colmenas cercanas que se encontraron por el camino entre las dunas de ceniza. Cuatro colmenas se interponían entre el Déspota y Barbarossa y en cada una de ellas los pielesverdes se encontraron con una firme resistencia.

Carga de soldados de mordia

Carga de soldados de Mordia

Cuando la duración de la marcha de los Orkos pasó de días a semanas y luego a meses, se llamó a un regimiento de Mordia que se encontraba a solo quince años luz de distancia para que acudiese al Sistema Metrolis. Se decidió que Barbarossa debía ser defendida a toda costa y el 3º de Mordia se acuarteló en la capital, listo para combatir junto al ejército de defensa local y una milicia reclutada de las bandas más peligrosas de la colmena. A los nómadas de las cenizas también se les obligó a prestar servicio en el ejército y realizaron un gran trabajo a la hora de atacar y retener el avance de los Orkos todavía más, lo que aportó más tiempo para preparar la defensa de Barbarossa. Cuando el frío invierno empezaba a caer y las tormentas de polvo gélido laceraban las dunas, los ejércitos del Gran Déspota cayeron sobre Barbarossa.

Debido a su agresivo temperamento, la milicia de las bandas de la colmena se vio rápidamente abrumada en su defensa de los niveles inferiores de la colmena contra los Orkos. En los confines cercanos de los túneles y cámaras estrechas, las distancias cortas daban ventaja a los Orkos más que a los defensores humanos. Poco a poco, los Orkos empezaron a subir por la colmena destrozando al personal de defensa que trataba de detener el mar de pielesverdes que se estaba colando por los niveles industriales de la aguja. Entonces les tocó el turno a los mordianos de proteger los rincones más superiores de las hordas del Gran Déspota. Construyeron barricadas en varios de los principales accesos, guiando a los Orkos a un lugar muy amplio conocido como los Jardines de Mármol. Allí, entre el gran número de estatuas de los grandes héroes del pasado, alrededor de las fuentes cantarinas y a través de los céspedes azules importados de Luptia, los mordianos reforzaron sus líneas de fuego.

Los Orkos se dividieron en tres oleadas: la primera fue directamente hacia los mordianos, mientras que las otras dos fueron hacia la izquierda y a la derecha para tratar de rodear a la Guardia de Hierro. Arrojaron descarga tras descarga de disparos láser contra las filas orkas, acompañadas por el rugido de los bólteres pesados y del retumbar de los cañones automáticos. Las Lataz Azezinaz Orkas explotaban en llamas tras las ráfagas combinadas de los cañones láser que barrían el espacioso parque.

El ataque frontal se detuvo del todo, mientras que el flanco izquierdo de los mordianos logró detener el mar de pielesverdes que trataba de atacarlos por aquel extremo del frente. No obstante, por la derecha los rápidos ataques relámpago de los vehículos ligeros orkos y Chikoz Duroz se estrelló contra los mordianos, destrozó su formación y penetró profundamente en sus rígidas líneas de tiro. Fue entonces cuando el Coronel Grauer utilizó sus reservas: una compañía de tanques lanzallamas Hellhound y una semicompañía de Leman Russ Exterminators.

Los vehículos acorazados se lanzaron a la refriega procedentes de la rampa principal de acceso al Jardín de Mármol vomitando fuego por los cañones de los Exterminators y abriendo una sangrienta brecha entre los apretados Orkos con cada ráfaga. Los Hellhounds se estrellaron contra las filas Orkas y docenas de pielesverdes fueron consumidos en la conflagración. Cuando sus aullidos agonizantes resonaron por encima del crepitar de las llamas, la horda Orka empezó a retirarse. Entonces respondió la infantería mordiana, avanzando a pelotones para vertir todavía más disparos contra los Orkos que se retiraban. Los pocos Orkos que sobrevivieron huyeron hacia los confines más profundos de la colmena y hoy en día se siguen provocando incendios en los niveles inferiores para garantizar que no vuelvan a crecer lo bastante como para poner en peligro la colmena.

La Fortaleza de Byzra[]

Mordia

Guardia de Hierro de Mordia desembarcando

El Mundo Agrícola de Byzra se encuentra a unos 75 años luz al noreste de Mordia. Aparte de varias fuerzas de exploradores locales, Byzra estaba protegida por una compañía del 21º Regimiento de Mordia. La compañía estaba dividida en varias guarniciones, desde las escuadras individuales alojadas en los pocos asentamientos que tenía aquel mundo hasta el 4º pelotón de la Fortaleza de Byzra, la única fortaleza y espaciopuerto del planeta. Los Eldars atacaron de forma tan repentina como siempre después de que una pequeña fuerza de aquellos alienígenas desembarcara prácticamente encima de la Fortaleza de Byzra. Aquel ataque por sorpresa estuvo a punto de tomar la ciudadela de un solo asalto antes de que se pudiera enviar ningún mensaje al astrópata de la fortaleza.

Sin embargo, la valerosa resistencia que ofrecieron las escuadras 3ª y 4ª del pelotón, que fueron aniquiladas por completo, retuvo a los Guardianes y Guerreros Especialistas el tiempo suficiente como para que el astrópata lograra proyectar un mensaje a través del Éter. Durante cuatro largas horas, el pelotón resistió en los muros del baluarte, realizando impresionantes actos de valor siguiendo el ejemplo del intrépido Comisario Dower, el cual acabó él solo con toda una escuadra de Escorpiones Asesinos después de que el Teniente Lage y su escuadra de mando fueran eliminados.

Este último cayó al lanzarse contra la cábala de Brujos que lideraba el ataque de los Eldars. Su espada de energía se guarda hoy en día en una cámara de estasis en la armería de la Fortaleza de Byzra. El resto de la compañía aprovechó inteligentemente el tiempo que se había ganado con la valiente defensa de la fortaleza: reunió a la milicia local y resguardó a los granjeros y a sus familias en búnkeres especialmente construidos para proteger a los habitantes del planeta en caso de ataques como aquellos. El tiempo ganado también permitió que el Comandante Imperial Hourn escapara en una lanzadera junto con su familia y sirvientes.

Revuelta de Komarl[]

La Revuelta de Komarl fue un levantamiento de la población del planeta Komarl contra el gobierno imperial que tuvo lugar en 3982999.M41.

Gracias al esfuerzo del 56º Regimiento de la Guardia de Hierro de Mordia la revuelta fue abortada. Los soldados de Mordia aplicaron una dura represalia al planeta y ejecutaron al 10% de su población. El miedo que la guarnición de Mordia dejó en Komarl, ha mantenido el planeta sumiso hasta el momento.

Regimientos notables[]

Galería[]

Fuentes[]

Por revisar[]

  • Chapter Approved 2004 pg. 47
  • Codex: Imperial Guard (2nd Edition), pp. 13-16
  • Codex: Imperial Guard (3rd Edition, 2nd Codex), pp. 9, 30, 59
  • Codex: Imperial Guard (5th Edition), pp. 16, 25, 55
  • Codex: Astra Militarum (6th Edition) (Digital Edition), "Regiments of Distinction - Mordian Iron Guard"
  • Codex: Astra Militarum (8th Edition), pp. 27, 29
  • Codex: Eye of Terror (3rd Edition), pg. 9
  • Codex: Armageddon (3rd Edition), pg. 32
  • Codex: Dark Angels (4th Edition), pgs. 41-42
  • Codex: Imperial Knights (6th Edition) — Knight Worlds of the Imperium - Knights at War
  • Codex: Tyranids (8th Edition), pg. 17
  • Codex: Harlequins (8th Edition), pg. 37
  • Codex Supplement: Iron Hands (8th Edition), pgs. 32-33
  • Codex: Chaos Daemons (9th Edition), pg. 23
  • Imperium Nihilus: Vigilus Defiant, pg. 73
  • Imperial Armour - Apocalypse, pg. 6
  • Imperial Armour Volume One - Imperial Guard and Imperial Navy, pp. 37, 95, 117, 141, 153, 196
  • Imperial Armour Volume One - Second Edition: Imperial Guard, pg. 176
  • Imperial Armour Volume Eight - Raid on Kastorel-Novem, pg. 77
  • Deathwatch Core Rulebook, pgs. 331–349
  • Only War: Core Rulebook (RPG), pp. 27, 52-53, 298
  • The Fall of Medusa V (Campaign Booklet), pg. 33
  • The Imperial Infantryman's Handbook, pg. 37
  • The Sabbat Worlds Crusade (Background Book), pg. 45
  • The Thirteenth Black Crusade, pg. 91
  • Warhammer 40,000: Escalation, pg. 7
  • Warhammer 40,000 7th Edition Rulebook - The Pandorax Incursion
  • Warhammer 40,000: Rulebook (8th Edition), pp. 164-165
  • Warhammer: Visions 1, pgs. 124-127
  • Warhammer: Visions 16, pg. 154
  • White Dwarf 453, pg. 65
  • Space Marine Legends: Lemartes (Novel) by David Annandale, pp. 41-53
  • Iron Guard (Novel), by Mark Clapham
  • The Fall of Malvolion (Short Story), by Dan Abnett
  • Titan's Bane (Audiodrama), by Chris Dows.
  • Iron Resolve (Novella), by Steve Lyons.
  • 13th Legion (Novel) by Gav Thorpe, Ch. 6
  • Cadia Stands (Novel), pg. 58
  • The Eye of Ezekiel (Novel), Chapter Eight
  • The Gate of Bones (Novel), Dramatis Personae, Chapter Seven
  • First and Only (Novel) — The Founding (Omnibus), Part Six, Chapter One
  • Third War for Armageddon Worldwide Campaign - Forces Disposition, Imperial Forces: Mordian Iron Guard
  • Strategy Cards for Planetary Empires expansion game, card Disruptor Field - Minor Stratagem"
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