![]() | Cerberus el Rebañacráneos, mascota de los Poderes Ruinosos, patrocina este espacio para honrar a sus demoníacos señores. Pulsa sobre él y te introducirá en los misterios del Caos. ¡Sangre para el Dios de la Sangre! ¡Visitas para los artículos del Caos! |

Eugan Temba corrupto armado con el Anatham.
El Anatham es una espada fabricada por los Kinebrach, una raza xenos que coexistía de forma pacífica con los humanos del Interex. Ni siquiera estos sabían qué artes usaban los Kinebrach para fabricarlas, aunque se decía que con susurrar el nombre de alguien, el Anatham se convertía automáticamente en su némesis.
Mientras Horus parlamentaba pacíficamente con los líderes interexianos, la espada fue robada secretamente por el Primer Capellán de los Portadores de la Palabra, Erebus.
Meses después Horus marchó a la luna de Davin, donde la encontró en manos del, ya corrompido por el Caos, Gobernador imperial Eugan Temba. Este antiguo amigo de Horus intentó persuadirlo para unírsele, haciendo mención de los grandes poderes de los que disfrutaría, pero tras rechazar la oferta, Temba alzó la espada hacia los labios diciendo "El Señor de la Guerra Horus", y acto seguido su cuerpo se abotargó con hinchazones propias del Dios del Caos Nurgle.
Al final de la batalla en la luna de Davin, Horus mató de un poderoso golpe a Temba, no sin que éste antes le hiriera con el Anatham en el hombro izquierdo. Horus fue llevado a su Barcaza de Batalla, la Espíritu Vengativo, con la ayuda de los miembros del Mournival, donde fue puesto bajo el cuidado del apotecario Vaddon. Éste diagnosticó que a causa de la envenenada herida en el hombro, las células de Larraman no funcionaban bien y la sangre no coagulaba, por lo que no dejaba de brotar.
A tal punto había llegado a convertirse el anatham en la némesis de Horus que introdujo toxinas en su cuerpo de modo que éste las absorbía en lugar del oxígeno, dañando eficazmente células y tejidos a su paso. Tenía exactamente el camuflaje genético necesario para no ser detectado por el colosal sistema inmunológico de Horus y hacía la máxima cantidad de daño posible.
Vaddon envió a Garviel Loken, Tarik Torgaddon y Nero Vipus junto a miembros de la Escuadra Locasta a los subterráneos de la luna de Davin en busca de la espada.
Tras la conversión de Horus al Caos, y habiendo logrado que Fulgrim se uniera a su causa, el Señor de la Guerra obsequió con la espada al primarca de los Hijos del Emperador como muestra de gratitud por su recién forjada alianza y para tratar de que éste consiguiera ganarse el apoyo de Ferrus Manus, a las fuerzas rebeldes.
Más tarde, Erebus se la dio a Kor Phaeron para que destruyese a Roboute Guilliman en Calth. Kor Phaeron fragmentó el Anatham maldito de los antiguos Kinebrach en 8 pedazos conocidos como Athames. Uno de los Athames fue arrebatado por el Capitán Ventanus. Este se la llevó a la tumba y permaneció allí, hasta que Honsou la cogió en su invasión a Ultramar, pero Uriel Ventris lo impidió y se la llevó a Marneus Calgar para que matase al demonio M'Kar el Renacido.
Era Indomitus[]
La búsqueda por el Anatham[]
La Mano de Abaddon. Una (¿Muchas?) entidades disformes y malditas que sirven a los intereses del mismísimo Abaddon el Saqueador.
Servían a un misterioso objetivo que el propio Señor de la Guerra les encargó. Una misión tan importante que haría temblar a los mismos cimientos de la mismísima Galaxia.
La Inquisición. Las Sagradas Órdenes de la Inquisición del Emperador tenían el eterno deber de vigilar constantemente el Imperio, sus ciudadanos y lo que los amenazase como así proteger al propio Emperador. Varios de sus miembros podían ser calificados con diversos adjetivos calificativos y despectivos. Susurrados con odio y miedo entre los ciudadanos que habitan el eterno Imperio.
Pero ninguno de ellos era tonto.
De entre todos ellos un inquisidor sobresalía. Leonid Rostov. Inquisidor del Ordo Xenos. Calificado como Radical por algunos de sus colegas de la Inquisición, Leonid tenía una fe inquebrantable en el Emperador, fiel a su deber y devoto hasta rayar lo obsesivo.
Había descubierto un desvío de Piedra Negra dentro de los envíos solicitados por el Adeptus Mechanicus. Y mientras seguía la pista con su propio mentor y Maestro Inquisidor Jeren Dyre, éste ultimo finalmente falleció durante un combate contra los herejes que desviaron la carga.
Con el manto de Inquisidor, Rostov descubrió que este simple desvío de recursos sirve para los fines de los Poderes Ruinosos. Trabajando en áreas donde no se especializaba, y junto a su propio séquito, empezó una dura guerra en las sombras contra los agentes del Cognitae, quienes a su vez recibían órdenes de la propia Mano de Abaddon.
El Emperador declaró hace milenios que no habría más sombras, no más subterfugios, no más juegos. Pero todos olvidaron ese mensaje, y ahora usan el subterfugio como arma para defender los dominios del bendito Dios-Emperador de Terra.
Durante la Cruzada Indomitus, el propio Inquisidor junto a sus colegas inquisidores y los miembros de su séquito descubren poco a poco más detalles de la misión de la Mano. Se enfrascan en batallas imposibles de ganar contra los Agentes del Cognitae y del Caos Absoluto. Un choque de titanes en las sombras que alcanzó su primer climax durante la Batalla de Srinagar, en el que Rostov descubrió que lo que buscaban aparentemente era a un niño. Un niño estelar cuyo culto crece como la espuma. Un culto que alaba al Emperador Salvador.
Luego de la Batalla de Srinagar, Rostov sigue empeñado en averiguar cual es la verdadera misión de la Mano. Las intenciones de los traidores se descubrieron durante la Traición de la Dinastía Y'kamidar.
Los Templarios Negros presentes en el Sistema Ironhold se enfrascaron en una lucha sin cuartel contra sus viejos rivales de los Corsarios Rojos. Lamentablemente los Templarios Negros fueron derrotados, y el Campeón del Emperador murió durante el climax de la batalla. La Espada Negra del campeón fue destruida, y dentro de ella yacía una esquirla maldita, cuyas energías malditas fueron contenidas por el hierro negro y la fe de los templarios.
Lo que los Corsarios Rojos tenían en su mano era una esquirla del Anatham de los antiguos Kinebrach: un Athame.
Fuentes[]
- Horus, Señor de la Guerra, por Dan Abnett.
- Falsos Dioses, por Graham McNeill.
- Fulgrim, por Graham McNeill.
- El Legado del Capítulo, por Graham McNeill.