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Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

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"Solo en la muerte acaba el deber."

Primera máxima de la Legio Custodes

Conocido formalmente como la Legio Custodes Magna Imperator y Legio Custodes durante la Gran Cruzada y la Herejía de Horus, e informalmente como la Guardia Custodia, los Diez Mil y La Muerte Dorada, el Adeptus Custodes es la Cámara Militante de la Casa Imperial. Su autoridad es incontestable dentro de su misión asignada, excepto si el Emperador lo contradice directa y expresamente, y sus bases son la Torre del Hegemon (una fortificación soberana del Palacio Imperial) y diversas fortalezas, propiedades, naves espaciales, ministerios y territorios en Terra, el Sistema Solar y más allá, que solo conocen ellos mismos.

Los Custodes son la guardia personal y los protectores juramentados del Emperador, así como sus emisarios escogidos y, si surge la necesidad, sus verdugos más letales. Guerreros genéticamente potenciados de lealtad inamovible y propósito imperturbable, su poderío y su habilidad con las armas son superiores incluso al de los Marines Espaciales, mientras que sus armas y equipo son de una potencia única, que representa el cenit de la tecnología del Imperio. Su historia es larga, y durante milenios han permanecido a la sombra del Emperador como sus pretorianos y los protectores de sus secretos.

Historia

Orígenes: Los Primogénitos

"Ninguna vigilia es absoluta, salvo la de los dioses."

Atribuida a los Satarix Uvenl

La Legio Custodes fue, según muchos relatos, la verdadera primogénita del Emperador, precediendo incluso a los Guerreros Trueno. Sus miembros fueron Sus primeros guerreros genéticamente modificados y psico-adoctrinados, armas perfeccionadas por el genio del Emperador a partir del terrible saber de la Era Oscura de la Tecnología. Son en casi todos los sentidos sobrehumanos: más rápidos, más fuertes, más resistentes y con sentidos más agudos incluso que los condenados Guerreros Trueno o los Marines Espaciales que les sucedieron, y tan alejados de los límites de un humano no potenciado que son prácticamente divinos en comparación. De hecho, solo los Primarcas y por encima de ellos el propio Emperador los superaban en poderío físico, y enfrentarse a ellos abiertamente es cortejar a la muerte, tanto para humanos como para alienígenas.

Estos primogénitos del arte genético del Emperador son criaturas escasas. Tal era su diseño psicofísico, y tan intrincadas y sofisticadas las artes genéticas implicadas, que las modificaciones que requería su creación exigían unos criterios biológicos y psicológicos tan estrictos que solo uno entre muchos miles de candidatos potenciales podría resultar adecuado para el más simple de los pasos del proceso. Incluso dentro de esta pequeña cantidad de candidatos, la supervivencia a lo largo de las décadas de potenciación alquímica y entrenamiento psicomemético no estaba en absoluto garantizada. En esto puede verse un patrón repetido en las Legiones Astartes, aunque llevado aquí a un grado mucho más pronunciado, de tal forma que mientras los Marines Espaciales no pueden superar quizá el millón de efectivos totales (una suma ínfima en comparación con los miles de millones de soldados que tomaron parte en la Gran Cruzada) por las limitaciones inherentes a su proceso de creación, la Legio Custodes nunca podría, según las pruebas disponibles, haber operado a la misma escala que las Legiones Astartes, incluso si hubieran intentado hacerlo. Se cree que el número de Custodios activos nunca ha superado los 10000. Esta cifra fue alcanzada por primera vez hacia la mitad de la Gran Cruzada, y mantenida con tal diligencia que la Guardia Custodia fue conocida desde entonces como los Diez Mil en las obras de los Rememoradores y las notarías de la Corte Imperial, fuera o no cumplido ese número literalmente.

Creados por la mano del Emperador

No es inusual, incluso entre los eruditos del Imperio, creer que los Custodios son alguna variante de los Astartes, una forma "avanzada" o incluso una segunda versión mejorada. Aunque esta explicación podría parecer que encaja con los hechos, especialmente para aquellos que no conocen de cerca el doloroso nacimiento del Imperio en los últimos actos de las Guerras de Unificación de la Vieja Terra, en realidad no podría estar más alejada de la verdad.

Las sangrientas crónicas de las Guerras de Unificación, especialmente en sus primeras fases, cuando el Emperador se alzó por primera vez del derramamiento de sangre de pesadilla de la larga noche de la Antigua Tierra para derribar el reinado de los caudillos y los monstruos que se habían repartido el mundo natal de la Humanidad entre un millar de mataderos, son ahora difíciles de abarcar, y muchos relatos están ahora vedados con justicia a los estudiosos del Imperio y hasta a la Corte de Terra, a fin de suprimir las peligrosas verdades que contienen. Pero en esas oscuras crónicas la Guardia Custodia tuvo, de una forma u otra, un papel desde que alcanzan la memoria y los registros. Sobre los pilares de la Mansión Negra de Nas'sau, capital de uno de los primeros bastiones tecnobárbaros en someterse al que sería conocido como el Emperador, las inscripciones hablan de la venida del "Señor del Relámpago" ante su rey-caudillo, flanqueado por sus "cuatro gigantes de oro y carmesí" y exigiendo su rendición. Décadas más tarde, según los detallados registros conservados en los archivos akáshicos trans-nórdycos, una guardia de treinta "Custodios" que portaban lanzas de energía y vestían armaduras potenciadoras, encabezada personalmente por el Emperador, luchó a la cabeza de la recién nacida Legión del Trueno en el asalto contra la formidable Confederación Maulland Sen. Uno de ellos, incluso, es mencionado como el responsable de la decapitación del tirano-profeta de la confederación tras el clímax de la Batalla de la Escarcha Roja.

Varias décadas después de esta infame batalla, serían ahora centenares de Guardias Custodios, en una forma similar a su aspecto más moderno, los que se encargarían de dirigir el exterminio de esos mismos Guerreros Trueno que antaño habían servido al Emperador, y que se habían rebelado tras su forzosa disolución y encarcelamiento. En esta ocasión los Custodios irían acompañados por los nuevos guerreros genéticamente modificados que debían sustituir a los Guerreros Trueno: los primeros millares de Marines Espaciales, la mayoría de los cuales acabarían por formar la I Legión, posteriormente conocida como los Ángeles Oscuros. Las pruebas, por tanto, son claras: desde antes de que los primeros mundos fueran conquistados tras la salida de la Gran Cruzada del Sistema Solar, desde antes de la toma de la Luna y del Tratado de Olympus con Marte, desde antes del Cataclismo de Ursh y de la caída del Bloque Yndonésico, antes de los Marines Espaciales y de los Guerreros Trueno, los Custodes han caminado junto al Emperador.

Herejía de Horus

La Locura de Magnus y la Guerra en la Telaraña

[En construcción, disculpen las molestias.]

La Censura de Prospero

Artículo principal: Quema de Prospero.

[En construcción, disculpen las molestias.]

El Asedio del Palacio Imperial

Durante la Batalla de Terra, un grupo de Custodios acompañaron al Emperador cuando lanzó su asalto contra la nave insignia del Señor de la Guerra Horus, la Barcaza de Batalla Espíritu Vengativo.

[En construcción, disculpen las molestias.]

Tras la Herejía

"Demos gracias a los guardianes más valerosos y leales, el Adeptus Custodes, que mantienen una vigilia constante sobre el Palacio del Emperador. Una verdadera Legión de guerreros lista para dar sus vidas sin dudarlo por el amado Guardián de la Humanidad. Nadie pasa por el Palacio Imperial sin que lo sepan: están empapados de los arcanos secretos de ese laberíntico edificio. Diez mil espadas aguardan la llamada a las armas, para defenderlo de cualquier amenaza, desde fuera o desde dentro."

Anónimo

Tras la Herejía de Horus, la Legio Custodes se convirtió en el Adeptus Custodes. Ya no volverían a luchar junto a su señor, pues el Emperador ya no era más que un cadáver destrozado cuya potente voluntad se mantenía con vida gracias a las maquinarias del Trono Dorado. En lugar de eso, los Custodios quedaron encargados de proteger lo que quedaba de su amado Emperador a cualquier coste, y se revistieron con sudarios de luctuoso negro como símbolo de su desgracia, un sombrío atuendo que no abandonarían en muchos milenios.

Durante miles de años, el Adeptus Custodes ha guardado vigilia. Debido a que el Palacio Imperial ocupa una enorme proporción de la superficie de Terra, los Custodios operaban principalmente como un ejército defensivo. Tan solo un cuerpo interno de unos trescientos guerreros elegidos especialmente sirve literalmente al Emperador como guardia personal: la Guardia Eterna, también conocida como los Compañeros, los Comilitones o los Trescientos, que mantiene una vigilia constante sobre el Sanctum Imperialis, la sala del trono del propio Emperador. Tras ellos se extiende una montaña de cables, circuitos, aparatos mecánicos, placas de mármol, ruedas dentadas, pistones, tubos de expulsión de gases, columnas y arcadas en cuyo centro un tramo de escalones inscritos con runas se elevan majestuosos hasta más de diez metros de altura. Sobre toda esa pulsante maquinaria, oscurecido por un manto de energía arcana y envuelto en una nube de niebla alquímica, se encuentra el Trono Dorado del Emperador, el Señor de los Hombres, el Salvador de la Humanidad. Son ellos, y solo ellos, quienes deciden quién puede entrar al lugar más santo de la galaxia, y es responsabilidad suya mantener a salvo al futuro de la Humanidad.

Los pretorianos del Emperador son unos de los guerreros más poderosos de todo el Imperio. Siempre se han alzado vigilantes fuera de las puertas de bronce que sellan su sagrada cámara. Son absolutamente irreprochables y son de los pocos sobre los que la Inquisición no tiene poder. Nunca abandonan los santuarios interiores del Palacio Imperial, y sirven desde su nacimiento hasta su muerte en el interior de sus sagrados salones. Sin embargo, están entre los pocos sirvientes de la Humanidad que llegan a mirar directamente al Emperador, y por ello reciben bendiciones sin medida. Gracias a la remarcable artesanía genética empleada en su creación, sus guerreros no envejecen, de modo que sólo pueden morir debido a un trauma físico catastrófico. Al tener muchos Custodios más de mil años de edad, han tenido infinitas oportunidades para perfeccionar sus habilidades, profundizar sus conocimientos sobre todo saber y disciplina y pulir sus tácticas para poder estar listos para toda eventualidad. Mediante los rituales conocidos como los Juegos de Sangre, el Adeptus Custodes ha puesto a prueba las defensas de Terra innumerables veces, despachando a sus propios guerreros bajo falsas identidades para penetrar los muros y puertas que protegen al Trono Dorado. Al mismo tiempo, los Custodios han empleado ejercicios de pensamiento fractal, cogitaciones estratégicas centenarias y elaborados conflictos simulados en hallucinariums para perfeccionar sus tácticas por si llegaba el momento en que fuesen enviados a luchar por los dominios del Emperador una vez más.

No obstante, la defensa de Terra no es la única guerra que el Adeptus Custodes ha librado desde la Herejía. Si la Humanidad supiera las campañas clandestinas en las que los guardianes del Emperador han combatido dentro y fuera de terra, sin duda enloquecería de terror. Los Custodios han mantenido a raya a los mortíferos habitantes de criptas selladas con runas en las profundidades de la Placa Himaláyica, lanzado misiones al interior de subrealidades hirvientes de horrores, purgado cultos en los túneles infinitos del Manufactora Mericum y ejecutado a los seguidores de Inquisidores Radicales convencidos de que la ascensión final del Emperador sólo puede tener lugar con su muerte. Como el resto del Imperio, el Adeptus Custodes debe luchar en todos los frentes.

El Adeptus Custodes se encuentra bajo la autoridad del Adeptus Terra, y el Capitán General de los Adeptus Custodes ocupa en ocasiones uno de los tres últimos puestos de los Altos Señores de Terra.

Era de la Apostasía

Durante el Reinado del Terror, el Adeptus Custodes permaneció al margen de la carnicería y la devastación, al igual que el Adeptus Mechanicus y el Adeptus Astartes. Desde el interior de los seguros muros del Palacio Imperial, el Adeptus Custodes continuaba su eterna vigilia del Trono Dorado. Para escapar a la anarquía que prevalecía, y asegurar la protección del propio Emperador, los Custodios se habían aislado completamente del exterior. Solo algunos retazos de información habían atravesado los sellados muros de los más sagrados lugares, y fue solo cuando los Marines Espaciales y el Adeptus Mechanicus atacaron a Goge Vandire que conocieron la verdadera extensión de la traición cometida por el Alto Señor. Durante sus encuentros secretos con los Comandantes de los Marines Espaciales, los Adeptus Custodes tuvieron noticias del Reinado del Terror y de las Consortes del Emperador que defendían al Alto Señor traidor. La misteriosa orden aconsejó a los Marines Espaciales que continuaran su ataque mientras ellos hacían lo que estuviera en sus manos.

Las defensas del Palacio Eclesiarcal no constituían obstáculo alguno para los Adeptus Custodes, con sus conocimientos milenarios del Palacio Imperial y de sus miles de kilómetros de corredores ocultos y pasadizos secretos. Un pequeño contingente de Custodios, al mando de un Centurión de los Comilitones, se abrió paso hasta el centro del dominio de Vandire. Saliendo de los túneles secretos no muy lejos de la Cámara de Audiencias de Vandire, fueron detenidos por las Consortes del Emperador. Solicitando una tregua para parlamentar, el Centurión dejó en el suelo sus armas y caminó desarmado al encuentro de las guardianas de Vandire. Durante una hora desarrolló una apasionada petición para que las Consortes del Emperador renunciasen a sus juramentos, intentando convencerlas de que estaban combatiendo en nombre del mal, no del Emperador. Sin embargo, las Consortes del Emperador no se dejaron convencer por sus argumentos, y al anónimo Centurión solo le quedó una opción. Dejando a sus hombres como rehenes, el Centurión guió a la oficial de las Consortes del Emperador y a una escolta de cinco guerreras a través de los túneles.

Las Consortes del Emperador pronto se encontraron perdidas en el interior del oscuro y retorcido laberinto, pero el silencioso Centurión las condujo sin titubeos hasta el interior del Palacio Imperial. Finalmente aparecieron ante una luz mortecina, frente a los Comilitones que custodiaban La Puerta; la entrada secreta a la sala del Trono Dorado. El Centurión les explicó lo que estaba sucediendo, que las mujeres guerreras estaban a punto de entrar en el lugar más sagrado de la galaxia, y que él las conduciría ante el propio Emperador. Iban a ver lo que nadie, salvo los Primarcas y los Comilitones, había visto durante seis milenios. El Centurión les avisó que si hablaban morirían, y las guió hacia la luz dorada que escapaba del portal entreabierto.

Lo que vieron no ha quedado registrado, pues los Comilitones hicieron jurar a las Consortes del Emperador que guardarían el secreto. Se rumorea que vieron al Emperador, inmovilizado por las energías del Trono Dorado. Lo que sucedió entre ellas y los Comilitones también es causa de muchas especulaciones, pero cuando volvieron a cruzar La Puerta, sus ojos ardían con un odio y una furia incontrolables. Sin pronunciar una palabra, el Centurión las guió de nuevo a través de los lúgubres túneles, esta vez directamente hasta la Cámara de Audiencias. Su oficial, Alicia Dominica, habló de la traición de Vandire y su depravada corrupción de la Eclesiarquía, pero sobre todo habló de su retorcida perversión de la orden. Furiosas y avergonzadas, renunciaron al nombre de Consortes y se convirtieron una vez más en las Hijas del Emperador.

Poco después de estos hechos, Alicia Dominica ejecutó a Goge Vandire y su rival, Sebastian Thor, fue traído a Terra para ser juzgado por la sublevación religiosa de su Confederación de la Luz en el Segmentum Obscurus. Tras un largo y dificultoso juicio, en el que Thor supo zafarse de todas las acusaciones, fue el Capitán General Excelsor quien hizo público el veredicto: después de explicar que Thor había sido hallado inocente de todos los cargos presentados contra él, Excelsor expuso la gran necesidad que tenía el Imperio de un nuevo Eclesiarca. Dado que Thor había demostrado ser totalmente inocente hasta del más pequeño de los crímenes, era el candidato obvio para ocupar el puesto en un tiempo de tanta necesidad espiritual. La multitud rugió para mostrar su aprobación, loando al Emperador en su divina sabiduría por enviar a Thor para guiarlos. Hablando tranquilamente, Thor rehusó la oferta, y el consejo se convirtió en un caos. Mientras los Altos Señores se acusaban los unos a los otros y a la desfachatez de Thor, y los partidarios de Thor, desesperados, no podían dar crédito a lo que habían oído, Excelsor se acercó a Thor y le habló. Aunque nadie sabe a ciencia cierta lo que el Capitán General le dijo a Thor, se cree que fue: "Dejarás Terra como Eclesiarca, o no la dejarás jamás...".

Cuando la sala quedó en silencio de nuevo, Thor anunció que aceptaría el manto de Eclesiarca, pero solo bajo ciertas condiciones. Debería recibir todo el apoyo de los Altos Señores cuando así lo necesitase, pues iba a introducir muchos cambios en la organización de la Eclesiarquía y tendrían que respaldarle en esas acciones. También quería continuar su vida como hasta entonces, predicando por todo el Imperio en persona. Los Altos Señores, incluido Excelsor, estuvieron de acuerdo, y Thor I fue investido como el 292º Eclesiarca.

Era de la Gran Fisura

Con el despertar del Primarca de los Ultramarines, Roboute Guilliman, y su restauración como Lord Comandante del Imperio, y con la apertura de la apocalíptica Cicatrix Maledictum, ha llegado al fin la hora de que el Adeptus Custodes vuelva a luchar por toda la galaxia. Renegados adoradores del Caos y mareas aullantes de Demonios emergen de las tormentas Disformes por todo el Imperio. Hasta el Sistema Solar está bajo asedio, con los mayores enemigos de la Humanidad dispuestos a asaltar la propia Sagrada Terra. Cada vez es más evidente que el Adeptus Custodes ya no puede permitirse mantener su silenciosa vigilia sobre el Palacio Imperial mientras el resto del Imperio arde a su alrededor y las llamas se les aproximan más y más cada día. Las amenazas al Trono Dorado están tan extendidas y son tan terribles que deben ser eliminadas de forma preventiva, antes de que tengan la ocasión de manifestarse por completo. De este modo, mientras una guarnición permanente de Custodios se queda en Terra para defender a su señor, docenas de Compañías Escudo han zarpado hacia las estrellas para llevar la lucha directamente hasta aquellos que tratarían de hacerles fracasar de nuevo en su deber. Llevan consigo la furia del propio Emperador, afilada por diez mil años de preparativos.

La Cruzada Indomitus

"Un hombre sabio desenvaina sus espadas cuando llega el momento de blandirlas. Un necio muere con las espadas aún envainadas, temiendo que aún pueda llegar un momento de mayor necesidad. Por el bien del Emperador y del Imperio, debemos llevar la lucha a nuestros enemigos."

Capitán General Trajann Valoris a Roboute Guilliman tras la Incursión de la Puerta del León

En los últimos días anteriores a que la Gran Fisura dividiera el espacio en dos, se encendió una luz de esperanza desde el imperio galáctico de Ultramar. Gracias a un gran sacrificio y a un artilugio antinatural, Roboute Guilliman, Primarca de los Ultramarines, fue traído del filo de la muerte. Su llegada anunciaba grandes cambios para el Imperio.

Cuando las Legiones Traidoras cayeron sobre el Palacio Imperial, durante los últimos momentos de la Herejía de Horus, Roboute Guilliman y sus Ultramarines estaban demasiado lejos para luchar en defensa de su padre. Quizás, de no haber sido así, el destino de la galaxia habría sido muy diferente.

En cualquier caso, después de revivir, Guilliman estaba decidido a no cometer el mismo error dos veces. Al ver que la oscuridad se alzaba para inundar el Imperio, lanzó una desesperada cruzada a través de las estrellas que lo llevó por extraños y sangrientos caminos hasta el mismo mundo del Trono.

Guilliman fue recibido con todos los honores en Terra, el Comandante Aquila Kalim Varanor le permitió tener una audiencia con el Emperador, y fue restituido como Lord Comandante del Imperio por los Altos Señores de Terra. Aunque el Primarca retornado permanecía, exteriormente, severo y regio, había quedado sacudido hasta lo más profundo de su ser por lo sucedido al Imperio de su padre. Rápidamente comenzó a realizar cambios que permitieran al Imperio luchar contra las hordas del Caos, arrasando con la obstinada burocracia y la pedantería del Adeptus Terra a su paso.

El regreso de Guilliman no podía haber sucedido más a tiempo, ya que no había hecho más que empezar su labor cuando la furia desatada de la Gran Fisura invadió el Sistema Solar. Aunque no fue golpeada directamente por las tormentas de Disformidad, Terra soportó lo peor de las ondas de choque disformes, que extinguieron temporalmente la luz del Astronomicón y causaron estragos y miserias desde las agujas más altas del planeta hasta sus criptas más profundas. Los Adeptus Custodes se encontraron aplacando disturbios, alzamientos de cultos apocalípticos y devastadores manadas de desafortunados suplicantes arrastrados a la locura y al canibalismo. Bandas de Alcaides Custodios se mantuvieron firmes en las sombrías criptas inferiores situadas muy por debajo del Palacio mientras los sellos rúnicos ardían y horrores atemporales saltaban de sus celdas de contención.

Lo peor estaba aún por llegar. Tratando de asestar el golpe decapitador que llevase la ruina al Imperio, una vasta horda de Demonios de Khorne desgarró el tejido de la realidad y asaltó la Puerta del León. Legiones de Demonios aullantes se lanzaron hacia el palacio del Emperador en un maremoto carmesí, y estalló una frenética batalla.

Los emplazamientos de artillería del tamaño de acorazados que flanqueaban la Puerta del León abrieron cráteres incandescentes en la diabólica horda, aunque no tenían ninguna esperanza de triunfar por sí solos. Liderada por Roboute Guilliman y el Capitán General Trajann Valoris, una hueste combinada de Adeptus Custodes, Ultramarines y Hermanas del Silencio marchó para encontrarse con los Demonios ante los muros del Palacio del Emperador.

En unas escenas que evocaban el horror del Asedio de Terra ocurrido diez milenios antes, los guerreros dorados del Adeptus Custodes se enfrentaron mano a mano con los salvajes carniceros del Dios de la Sangre. Esta vez, dirigidos por algunos de los mejores campeones del Imperio e impulsados por una furiosa determinación de no volver a fracasar, prevalecieron. Uno a uno, los ocho Devoradores de Almas que dirigían el ataque fueron hechos pedazos. El coste en vidas fue elevado, y nobles defensores que habían montado guardia sobre el Emperador durante miles de años cayeron por las armas de bronce de los odiosos Demonios de Khorne. Sin embargo, incluso mientras los cielos seguían hirviendo teñidos de rojo sangre y las lluvias carmesíes empapaban el suelo, las legiones de Khorne se desvanecieron de la realidad con aullidos de frustración y rabia.

La Incursión de la Puerta del León demostró una terrible verdad. Aunque grandes cantidades de testigos fueron acorralados y exterminados por la Inquisición, y se hicieron esfuerzos por eliminar todas las pruebas del conflicto, los señores del Adeptus Custodes admitieron formalmente que la defensa de Terra ya no podía ser garantizada sin tomar medidas más dinámicas y preventivas.

Tras puertas cerradas, complejas guardas y varias capas de protecciones psíquicas, Valoris y Guilliman ratificaron una enmienda formal del papel del Adeptus Custodes. El palacio todavía debía ser protegido, por supuesto, y la vigilia de los Compañeros debía continuar dentro de la sala del trono del Emperador. Sin embargo, como una extensión lógica de los votos de servicio que habían jurado, los Adeptus Custodes se comprometieron a extender en gran medida sus actividades más allá del Sistema Solar.

Ayudadas por Presagiadores e interceptores astropáticos de nivel alfa, y guiadas en parte por los continuos esfuerzos de los Ojos del Emperador, zarparon más Huestes Escudo de Terra que nunca antes. El objetivo de estas fuerzas era exterminar por completo las mayores amenazas para el propio Emperador. Esta misión podría llevarlos a todos a través de la galaxia, incluso a las sombras del Imperio Nihilus, más allá de la Gran Fisura, pero su prioridad siempre sería la santidad de Terra. En este sentido, varias Compañías Escudo se unieron a la Cruzada Indomitus de Guilliman, retomando su papel de emisarios del Emperador para llevar refuerzos Primaris y tecnológicos a los asediados Capítulos de Marines Espaciales, y así asegurarse de que comprendían que era un regalo del mismísimo Señor de la Humanidad, y que no debía de ser malgastado o rechazado.

Otras Compañías Escudo se trasladaron para guarnecer permanentemente las defensas exteriores del Sistema Solar, o viajaron aún más lejos para vigilar las principales rutas disformes que seguían siendo pasos estables hacia el Mundo del Trono. Otras tomaron papeles incluso más esotéricos, convirtiéndose en cazadoras de archiherejes, buscando artefactos cruciales para la supervivencia del Imperio, o redoblando sus esfuerzos en sus guerras contra los enemigos ocultos de la Humanidad. Desde la Gran Cruzada, nunca había habido tantos Custodios recorriendo las estrellas.

Acciones notables

  • Anexión de Nas'sau (M30) - Cuatro "gigantes de oro y carmesí" acompañan al "Señor del Relámpago" para exigir la rendición del rey-caudillo de este territorio tecnobárbaro.
  • Batalla de la Escarcha Roja (M30) - Treinta Custodios encabezados por el Emperador acompañan a los Guerreros Trueno en la campaña contra la Confederación Maulland Sen, y uno de ellos decapita al tirano-profeta tras esta infame batalla.
  • Batalla del Monte Ararat (M30) - Concluidas las Guerras de Unificación, el Emperador ordena la disolución y encarcelamiento de los Guerreros Trueno. Al resistirse, centenares de Custodios y los primeros millares de Marines Espaciales, los futuros Ángeles Oscuros, los exterminan casi por completo.
  • Vaciado de Gorro (M30) - El Emperador, el Primarca Horus, la Legio Custodes y los Lobos Lunares atacan el mundo mecánico Orko de Gorro, destruyéndolo desde dentro.
  • Batalla de Ullanor (M30) - Se desconoce el papel desempeñado por el Emperador y los Custodios en esta famosa victoria sobre los Orkos, tras la cual Horus fue nombrado Señor de la Guerra y el Emperador retornó a Terra.
  • Guerra Secreta en la Telaraña (004-014.M31) - El mensaje psíquico del Primarca Magnus el Rojo, que pretendía advertir al Emperador de la traición de Horus, destroza las defensas de la sección imperial de la Telaraña que el Emperador estaba construyendo en secreto, provocando la invasión de la misma por una oleada de Demonios y Traidores. Esto retiene al Emperador en el Trono Dorado, sellando las puertas con su voluntad.
  • Estalla la Herejía - El Señor de la Guerra Horus declara abiertamente su lealtad a los Dioses Oscuros del Caos, liderando completamente a la mitad de sus hermanos Primarcas y a sus Legiones de Marines en rebelión contra el trono. La guerra consume al Imperio, un veloz y extenso incendio que amenaza con convertir en cenizas todo lo que el Emperador construyó. Aunque sus hijos y sus Legiones luchan a través de las estrellas, el amo de la Humanidad no aparece por ninguna parte. En verdad, él y su Legio Custodes están inmersos en su propio conflicto desesperado, luchando en un campo de batalla transdimensional que el Emperador alguna vez ansío para el uso de la Humanidad. Trágicamente esta guerra existencial evitó que los Custodios pudieran arrancar la venganza del Emperador de sus hijos descarriados, los Diez Mil no tienen un rol importante en la batalla por el Imperio hasta que el enemigo se encuentra a las mismísimas puertas del Palacio Imperial.
  • Batalla de Terra (014.M31) - La Legio Custodes participó, junto a los Puños Imperiales, los Ángeles Sangrientos y los Cicatrices Blancas, en la defensa del Palacio Imperial frente al asedio de las Legiones Traidoras. En la culminación del Asedio de Terra, el Emperador lideró una desesperada acción de abordaje contra la nave insignia de Horus, la Espíritu Vengativo. Se enfrentó a Horus en combate singular y finalmente lo venció, pero el costo fue atroz. A pesar de eliminar a incontables traidores y Demonios, la Legio Custodes fue incapaz de evitar que Horus mutilase al Emperador, y dejase la mente y alma de su padre atrapados en el cascarón destrozado de su cuerpo. Desconsolados, los Custodios portaron el cuerpo de su amo de vuelta a Terra, para que allí fuera sepultado por siempre dentro de las maquinarias del Trono Dorado. Pronunciaron el juramento del penitente y vistieron el negro del luto, comprometiéndose a vigilar a su señor caído por el resto de los tiempos.
  • Gran Purga (M31) - Durante esta furiosa campaña de los supervivientes de la Herejía de Horus por expulsar a las Legiones Traidoras y sus aliados al Ojo del Terror, el recién reorganizado Adeptus Custodes se quedó al margen, manteniendo su lúgubre guardia sobre el Mundo del Trono y recordando amargamente su fatal error. Aunque los registros entran en conflicto sobre el cómo y el cuándo, es durante este periodo cuando el Capitán General Constantin Valdor desapareció de las crónicas imperiales, junto con sus armas y su armadura, que nunca llegarían a formar parte del Salón de los Armamentos. Los Custodios eligieron al sucesor de Valdor de entre sus filas y continúan su guardia.
  • Surgimiento de la Bestia (M32) - Cuando aún se encontraba recuperándose de los sucesos de la Herejía de Horus, el Imperio se vio asolado de nuevo, esta vez por los Orkos, que llegaron a las puertas de la propia Terra. Atados por su juramento y su deber, los Custodios tuvieron poca relevancia en el extenso conflicto, salvo cuando destruyeron una fuerza de Eldars que intentaron llegar al Salón del Trono del Emperador aprovechando el caos y la confusión.
  • Asedio de la Puerta de la Eternidad (fecha desconocida, M33-37) - Aprovechándose de sus contactos en el Gremio de los Comerciantes de las Colmenas Yndonésicas, el Culto del Señor Hedónico tomó el control de gran parte del espaciopuerto de la Puerta de la Eternidad. El Adeptus Arbites hizo repetidos intentos de romper las barricadas heréticas, pero cada ataque fue rechazado por mareas de fanáticos. Entretanto, se filtró la noticia de que los cultistas estaban preparando centenares de lanzaderas pesadas y barcazas atmosféricas para lanzar un asalto a gran escala contra el Palacio Imperial. Considerando que ahora la actividad cultista sí representaba una amenaza directa a la seguridad del Emperador, una Hueste Escudo del Adeptus Custodes lanzó un ataque devastador. Sus Land Raiders y Dreadnoughts Contemptor Venerables destrozaron las barricadas del culto, mientras los estilizados escuadrones de Pretores Vertus golpeaban a los herejes desde arriba. Bandas de Custodios despedazaron a los cultistas con una eficiencia despiadada, haciendo retroceder a sus víctimas hasta atraparlas en el nivel macrohangar 1-4-2. Allí, el Culto del Señor Hedónico fue masacrado hasta el último miembro, y sus perversos sueños de atacar al Trono Dorado reducidos a polvo.
  • Captura de la Espada de Ptesh (fecha desconocida, M33-37) - Leotydus Dat-Hastael completó con éxito un Juego de Sangre, pasando más de una década escondido, evadiendo cada guarda y centinela hasta llegar por fin al Sanctum Imperialis con una espada en la mano. Se tomaron precauciones para sellar su ruta de acceso, justo a tiempo para atrapar al asesino de élite Eldar Oscuro conocido como la Espada de Ptesh cuando este intentaba seguir la misma ruta que Dat-Hastael para matar al Emperador en nombre de un patrón misterioso y excepcionalmente persuasivo. Las ambiciones de la Espada encontraron un despiadado final junto con su vida, aunque se negó a revelar la identidad de aquel que le envió.
  • Destrucción del Obsequio Ominoso (fecha desconocida, M33-37) - Los augures del cinturón del halo revelaron el inexorable avance del pecio espacial Obsequio Ominoso desde el oscuro vacío hacia Terra. Usando su rango de Alto Señor para desestimar las objeciones de la Armada Imperial, el Capitán General Aesoth Koumadra ordenó que varias Compañías Escudo abordasen el navío, lo destripasen desde dentro y se asegurasen de que su corrupción quedase totalmente purgada. Los que no pertenecían al Adeptus Custodes no entendieron la relevancia de la situación, pero el ataque fue dirigido por el Guardián de Llaves de los Guardianes de Sombras y una banda de sus camaradas de armaduras negras. El Obsequio Ominoso fue destruido, y el resto del Imperio no necesitaba saber más que eso.
  • ¡Waaagh! Dakskrag (fecha desconocida, M33-37) - Un controvertido acto de insubordinación condenó al Teniente Nathasian del 86º de Cadia a ser ejecutado. Sin embargo, fue salvado por una banda de Custodios de rostro sombrío del Escudo Aquilano, que aparecieron a su lado en un estallido de luz dorada y exterminaron sin decir palabra a sus verdugos del Comisariado. Con estos extraordinarios guardaespaldas a su lado, Nathasian quedó libre para poner en práctica su habilidad para las tácticas poco convencionales, que pronto le hicieron ser nombrado Comandante de Grupo de Ejército, y después Señor de la Guerra de una cruzada entera. Las Estrellas Temblorosas fueron limpiadas de tribus Orkas, deteniendo en seco al ¡Waaagh! Dakskrag antes de que pudiera caer sobre el Sistema Solar. Tras el triunfo de Nathasian sobre los pieles verdes, sus guardaespaldas se marcharon tan repentinamente como llegaron y, negándose a rescindir su condena, el Comisariado hizo ejecutar al Señor de la Guerra Nathasian antes de que acabase ese día.
  • 8ª Cruzada Negra - Batalla de Andromax (999.M37) - Durante la 8ª Cruzada Negra de Abaddon el Saqueador, una fuerza combinada de Amos de la Noche y Guerreros de Hierro capturó el sistema Andromax y se identificó una amenaza directa a Terra. Inicialmente, el Fabricador General Uixot de Marte, famoso por su estrechez de miras, se negó a ayudar a eliminar a los Marines Traidores. Sin embargo, cuando una misión diplomática del Adeptus Custodes acudió en persona a su templo-forja, esto infló su ego y le hizo cambiar de opinión. Apenas unos meses después, una fuerza combinada de Marines Espaciales de los Minotauros, manípulos de guerra del Adeptus Mechanicus y Custodios de la Hueste Pavorosa aniquiló a los Traidores en sus bastiones capturados.
  • Los Ladrones de Mentes (fecha desconocida, M40-41) - Durante veinte años, el Capitán Escudo Tybanus Lencilius reunió pistas dispersas hasta desenterrar un insidioso complot orquestado por un cónclave de Thorianos Radicales para robar psíquicos destinados a la mesa del Emperador y así matar lentamente de hambre al Señor de la Humanidad. Presintiendo que esta perfidia era aún más profunda, Lencilius continuó sus investigaciones con una paciencia fría y deliberada hasta que por fin encontró pruebas irrefutables: los Inquisidores habían hecho un trato con el Alto Señor Sennaca, que ocultaba sus actividades a cambio de poder vender los psíquicos robados a nobles adinerados por precios exorbitantes. Al fin el Capitán Escudo pudo desatar su furia acumulada, reuniendo una fuerza combinada de Custodios, Hermanas del Silencio y Asesinos Imperiales para arrancar la corrupta operación de raíz. Ni los Thorianos, ni Sennaca, ni ninguno de los miembros de su círculo interior sobrevivieron a la vengativa purga que tuvo lugar a continuación.
  • Los Años de la Locura (M41) - Un periodo de extraños portentos y susurros ominosos engulló toda Terra, empezando con la desaparición del Capitán General Galahoth, famoso por su conservadurismo. Luchando contra el estancamiento del gobierno de Galahoth, el Adeptus Custodes se enfrentó a un impactante aumento en la actividad cultista, tanto herética como xenófila, por todo el Sistema Solar. Las sectas fatalistas provocaron guerras en las colas de las tribus de peregrinos en el interior del propio Palacio Imperial, y los Custodios se vieron obligados a ejercer su autoridad en las luchas más sangrientas que habían visto en siglos. Los informes de las Celdas Oscuras mencionaban una creciente sensación de agitación entre los prisioneros ocultos, y numerosos servidores de apoyo debieron ser destruidos por los Guardianes de Sombras cuando empezaron a mostrar una locura repentina y violenta. Lo peor estaba por llegar, ya que se descubrió la posesión de una subsecta de los propios Presagiadores, aunque no antes de que las falsas predicciones de los psíquicos caídos mandasen al Capitán General Launceddre a su muerte en la Batalla de la Pira Dorada. Fue en medio de este clima de creciente paranoia y peligro cuando Trajann Valoris fue puesto al frente de los Diez Mil, y no perdió tiempo en restablecer un férreo control sobre las defensas de Terra.
  • Alzamiento contra la Tormenta (900s.M41) - Tras el ascenso de Valoris al poder, el Adeptus Custodes disfrutó de su siglo más proactivo en términos de acciones marciales y encubiertas desde la caída de Goge Vandire. Aniquilaron a docenas de cultos escondidos, purgaron las subcolmenas polares, eliminaron una amenaza xenos de nivel vermellón entre las fortalezas espaciales de Plutón y lanzaron 32 asaltos de interdicción extrasolares. Varios de ellos, se rumorea, llegaron a emplear fracciones quebradas de la Telaraña para alcanzar sus objetivos. Cuando llegaron a Terra las noticias de la creciente actividad de las tormentas de Disformidad y los gritos de socorro resonaron desde cada rincón de la galaxia, Valoris reunió a los Altos Señores de Terra para discutir su respuesta a esta creciente tormenta. Sin embargo, fue justo en ese momento cuando llegó a su reunión a puerta cerrada la noticia de una increíble perturbación en la superficie de Luna, de semidioses combatiendo a través del vacío al frente de grandes ejércitos, y de un Primarca restaurado a la vida por los medios más extraños. Roboute Guilliman había regresado, y Valoris supo que nada volvería a ser lo mismo jamás.
  • Batalla de la Puerta del León (999.M41) - Justo después del regreso de Roboute Guilliman a Terra, las ondas empíricas de la Gran Fisura barrieron el Sistema Solar. Cabalgando sus hirvientes crestas llegó una horda de Demonios de Khorne, que surgieron a través del tejido de la realidad para asaltar la propia Terra. Aunque este escenario era la pesadilla del Adeptus Custodes, los Diez Mil ejecutaron sus Protocolos de Catástrofe con una calma y seguridad imperturbables. Saliendo a enfrentarse a los invasores junto a los Ultramarines de Guilliman y un cuantioso complemento de Hermanas del Silencio, los Custodios rechazaron con éxito el intento del Dios de la Sangre de decapitar al Imperio de un solo golpe. La victoria se obtuvo a cambio de un alto precio en vidas irreemplazables, pero fue una victoria de todos modos. Tras la batalla, Valoris y Guilliman llegaron rápidamente a un acuerdo: el papel del Adeptus Custodes debía cambiar, pues ya no podían defender efectivamente el Trono Dorado sólo desde detrás de los muros del Palacio.
  • Cruzada Indomitus (M42) - Tras defender Terra, Roboute Guilliman declaró el inicio de la Cruzada Indomitus, una empresa desesperada y decidida en la que una fuerza combinada imperial rechazaría a los devastadores ejércitos del Caos. Como parte de esta cruzada, Roboute Guilliman pretendía llevar refuerzos de Marines Espaciales Primaris y los secretos de su creación a los dispersos y acosados Capítulos de Marines Espaciales. En la víspera de su decisión, un gran número de Emisarios Imperatus dieron un paso al frente, movidos por el espíritu del Emperador a acompañar a la cruzada. Estos serían los enviados que llevarían el regalo de Guilliman al Adeptus Astartes: su presencia garantizaría que hasta los Capítulos a los que el Primarca no visitase en persona comprenderían la solemnidad de su oferta y dejarían a un lado cualquier desconfianza o rechazo al cambio que pudieran tener para aceptar la beneficencia del Emperador en su hora de necesidad.
  • Carnicería de Gathalamor Prime (M42) - El Sistema Gathalamor fue atacado de forma sostenida por los Marines Espaciales del Caos de la Legión de los Portadores de la Palabra. Cuando sus Apóstoles Oscuros invocaron criaturas de más allá del velo, la lucha se volvió ferozmente en contra de los defensores imperiales. El 84º de Mordia y las Hermanas de Batalla de la Orden del Sudario de Plata se atrincheraron para librar su última defensa en las sombrías ruinas del macrocathedrum de Gathalamor Prime, y sus oraciones pidiendo su salvación resonaron hasta los aullantes cielos. Justo cuando las hordas de Traidores y abominaciones se movilizaban para atacar, el Emperador respondió a las plegarias de sus seguidores. El resplandor de la teleportación estalló en medio de las líneas heréticas, desatando relámpagos dorados y plateados cuando una fuerza combinada de Custodios y Caballeros Grises se lanzó a la batalla. Los bólteres rugieron y las hojas chisporroteantes desgarraron la carne de los herejes, y Trajann Valoris y el Gran Maestre Aldrik Voldus dirigieron un asalto que rompió al ejército Traidor en varias partidas de guerra. Inspirados por la repentina llegada de auténticos semidioses, los mordianos y las Hermanas de Batalla avanzaron, entonando himnos que se elevaban por encima del rugido de los lanzallamas y del aullido del fuego concentrado de los rifles láser. La sangre empapó las calles en torno al macrocathedrum y los cadáveres se amontonaron en pilas sangrientas mientras los Portadores de la Palabra y sus aliados demoníacos se defendían con ferocidad. Al final, tras tres días y noches de salvajismo sin descanso, la hueste del Caos fue destrozada en la Batalla por los Escalones de las Estatuas. Con nuevos refuerzos imperiales acudiendo a la zona de guerra de Gathalamor, los Custodios pusieron rumbo a Terra, dejando que los Caballeros Grises se ocupasen como vieran más conveniente de los desafortunados a los que rescataron del macrocathedrum.
  • Batalla de la Ecocripta (M42) - Dirigido por el ambicioso Señor del Caos Hadrexus, un amplio contingente de Legionarios Negros desembarcó en el mundo de Dakhorth, barrió a los regimientos defensores y avanzó hacia las antiguas ruinas xenos conocidas como la Ecocripta. Antes de que puedan apoderarse de esta misteriosa estructura, dos de las naves de guerra conocidas como las Moiraides aparecen en órbita, y los Custodios de la Hueste Pavorosa se desplegaron en gran número, asegurando el paso de montaña que llevaba a la Ecocripta con escuadras de Alcaides Custodios que resistieron una oleada tras otra de atacantes. Entretanto, numerosas Compañías Escudo asaltaron los flancos del ejército Traidor, despedazando su formación y dividiendo sus fuerzas. Finalmente, una fuerza decisiva de cuarenta Custodios Allarus se teleportó al mismo corazón de las líneas de la Legión Negra, desmembrando a sus mandos y matando al Señor Hadrexus y a todos y cada uno de sus Elegidos. Aunque docenas de Custodios cayeron en este combate, destrozaron completamente a los invasores y pusieron en fuga a los supervivientes. Posteriormente, la Ecocripta fue dejada intacta y protegida por una guarnición permanente de Alcaides Custodios.
  • Los Peligros de la Excelencia (M42) - En medio de los horrores de la guerra contra el Caos, se estableció la creencia de que era herejía que un clérigo del Administratum sugiriera que el Adeptus Custodes podría llegar a perder una batalla, sin importar la superioridad numérica del enemigo. Temiendo por su seguridad y por sus almas, muchos adeptos registraron como victorias muchas campañas imperiales antes siquiera de que empezasen los combates, basándose únicamente en cualquier informe que indicase la presencia de al menos un Custodio en ese conflicto. Huelga decir que más de un sistema se perdió a pesar de los esfuerzos del Adeptus Custodes.
  • Misión de Vadrian (M42) - Durante milenios, el Adeptus Mechanicus se había esforzado por mantener en funcionamiento las esotéricas tecnologías del interior del Trono Dorado. A pesar de sus mejores esfuerzos, los sistemas seguían fallando, y ya no quedaba nadie vivo que supiera cómo repararlos. Considerando que una ignorancia tan peligrosa era una amenaza manifiesta a la seguridad del Emperador, y que por tanto caía dentro de las responsabilidades del Adeptus Custodes, el Capitán Escudo Heraclast Vadrian consultó con Trajann Valoris y obtuvo su permiso para buscar una solución. Vadrian reunió a una banda de sus mejores guerreros a bordo del crucero Vástago de Argo y zarpó siguiendo una pista que apuntaba al perdido mundo forja de Morvane.
  • Batalla de las Llanuras de Pallus (M42) - Tras el desastroso colapso de la Cruzada de Victorium del Lord Comandante Ustrin, las fuerzas heréticas rompieron las líneas imperiales por todo el sistema. Su avance era encabezado por las Compañías Blindadas renegadas del 7º de Vostokh, dirigidas por el traicionero Mariscal Griegor, cuyos tanques de batalla repelían a todas y cada una de las fuerzas imperiales enviadas a detenerle. Al final, Griegor encontró la horma de su zapato en las rocosas llanuras de Pallus. Aullando hacia la batalla sobre sus ornamentadas monturas llegaron el Capitán Escudo Aadilus y su Compañía de Pretores Vertus, que dispararon misiles de fusión desde sus lanzadores de salvas para aniquilar los vehículos de vanguardia de la punta de lanza de Vostokh. Los tanques traidores abrieron fuego con todo lo que tenían a su disposición, tratando de derribar de los cielos a las aparentemente inferiores motos a reacción, pero los Pretores zigzaguearon sin esfuerzo entre los disparos, soportaron los impactos que les alcanzaban y apenas sufrieron bajas antes de dividirse en bandadas cazadoras y empezar a realizar pasadas entrecruzadas de bombardeo por encima y entre los blindados enemigos. A medida que explotaban los vehículos renegados, los artilleros de Vostokh entraban en pánico al verse incapaces de acertar a sus relampagueantes atormentadores. Como un banco de peces navaja, los Custodios despedazaron a sus enemigos, perdiendo menos de un tercio de sus fuerzas en el proceso de aniquilar a todo el ejército enemigo. El Shadowsword del Mariscal Griegor fue el último vehículo en ser destruido: su enorme cañón principal resultó inútil ante los ágiles y resistentes Pretores Vertus, los cuales lo redujeron a escombros fundidos en cuestión de minutos.
  • El Cruce Silencioso (M42) - Desde la inexplicable fuga de Cypher, el misterioso Ángel Caído, de una celda de alta seguridad del Palacio Imperial, los Custodios encargados de apresarlo intentaron sin descanso volver a apoderarse de su cautivo. Incapaces de encontrarlo en Terra, y siguiendo un rastro de pistas cada vez más difusas, el Capitán Escudo Daryth y sus hombres zarparon hacia las estrellas para continuar su misión, y reclutaron a una banda de las cazadoras de brujas de élite de las Hermanas del Silencio para que les acompañasen en su fragata Flecha del Sol durante el peligroso cruce de la Gran Fisura. La presencia de las Hermanas Silentes parece calmar la locura del Empíreo, al menos lo suficiente para permitir a los Custodios completar su peligroso viaje hacia el Imperium Nihilus. En medio de la demencia, sus augures no detectan al escudado crucero Astartes que sigue su estela con el casco pintado de negro y sus insignias veladas.
  • Caída de la Torre Ósea (M42) - Los Hemónculos del Cónclave de la Espiral Retorcida alzaron una vasta fortaleza de hueso en la atmósfera gaseosa de Othana V, en el sistema Vordrast. Cuando las incursiones de sus esquifes golpearon a las plataformas mineras de gas del planeta, que servían directamente al fortín estelar Presciencia del Adeptus Custodes, quedó claro que la amenaza no podía ser ignorada. Varias Compañías Escudo lanzaron asaltos contra los xenos, con los Custodios Allarus del Puño Dorado encabezando el ataque. Teleportándose al interior de pesadilla de la Torre Ósea, arrasaron a cada monstruo y abominación que les atacó antes de destruir las membranas gravíticas de la torre y hacerla caer a las profundidades del gigante gaseoso, donde sería aplastada por las altas presiones. Los Eldars Oscuros supervivientes huyeron a bordo de estilizadas naves de guerra que se desvanecieron rápidamente, mientras que los Custodios evacuaron en perfecto orden. No obstante, pronto se extendió la inquietud al descubrirse la desaparición sin rastro de varios Custodios al final de la batalla.
  • Los Matasierpes (M42) - Un Culto Genestealer que se hace llamar "las Sierpes del Ur-zarcillo" es descubierto por agentes del Ordo Xenos en los subarchivos de Nordafrik en Terra. El Capitán General Valoris deniega la solicitud de los Guardianes de la Muerte de enviar Equipos de Eliminación contra esta amenaza, y dirige la purga personalmente al frente de una enorme Hueste Escudo del Adeptus Custodes. El Culto se defendió de forma brutal, empleando su abrumadora superioridad numérica y su fanatismo para derribar a un Custodio tras otro y desmembrarlo. Sin embargo, por cada Custodio que caía, cientos y cientos de deformes cultistas y Aberrantes eran masacrados. Al final, el propio Valoris decapitó al monstruoso Líder de Progenie que gobernaba el Culto, y ordenó que el perturbador santuario interior de la criatura sea calcinado a pesar de las protestas de los investigadores del Ordo Xenos. Así, Valoris impidió que nadie salvo sus camaradas fuera testigo del horrible mural que decoraba la pared del fondo del santuario: un nido de tentáculos dentados emergiendo del corazón del propio Sol para devorar a Terra entera...
  • Perdición de Zagstomp (M42) - Los Orkos del ¡Waaagh! Zagstomp arrasaron la Ciudadela de las Miserias de los Guerreros de Hierro tras un agotador asedio de tres años. Convertidos en monstruos enormes y poderosos por una dieta de guerra constante, y equipados con los tanques y máquinas de guerra saqueadas a los masacrados Guerreros de Hierro, los Orkos de Zagstomp embarcaron en sus destartalados buques. Sin embargo, antes de poder intentar abrirse camino a la Disformidad, los Custodios de la Guardia Solar se materializaron en las salas de máquinas y las bodegas de los Mekánikoz de las naves insignia de los pieles verdes. Disparando sus armas, los Custodios mantuvieron a raya a los Orkos lo suficiente para plantar detonadores de implosión de vórtice en cada una de las naves. Los supervivientes se teleportaron de vuelta a sus propias naves y saltaron de vuelta a la Disformidad. Al intentar darles caza, los Orkos activaron las bombas de vórtice, y su vasta flota, que los Presagiadores imperiales habían advertido que aparecería en los límites del Sistema Solar si no era detenida, fue consumida por la subsiguiente tormenta de feroz energía.
  • Batalla de Loqe II (M42) - En medio de las sombras del Imperium Nihilus, una pequeña flota imperial se vio asediada por un par de Naves Enjambre Tiránidas separadas de su flota. La nave insignia imprial, la Terra Nostra, transportaba tecnología genética Primaris protegida por Alcaides Custodios. Al ver que la flota pronto sería arrasada, el Capitán Escudo al mando de los guardianes ordenó una teleportación de emergencia al cercano mundo letal de Loqe II. Perseguidos por los enjambres Tiránidos, los Alcaides se retiraron hacia las tierras altas volcánicas cubiertas de gases irrespirables y se prepararon para defender su preciado cargamento hasta el fin. Una oleada tras otra de Tiránidos subieron por los peligrosos canales de lava, pero los Custodios, aferrándose a sus votos de defensa indomable, rechazaron cada ataque. Un mes después, una fuerza de rescate de los Marines Malevolentes llegó a la órbita y expulsó a las Naves Enjambre con una potencia de fuego atronadora. En el planeta, encontraron a un solo Alcaide con vida, gravemente herido pero aún guardando el obsequio intacto de tecnología en medio de una fortaleza de cadáveres Tiránidos apilados.
  • Al Interior de la Sombra (M42) - Siguiendo órdenes directas de Trajann Valoris, una pequeña y rápida fuerza de Custodios se apresura hacia los restos ruinosos de Cadia. Los detalles de su misión son censurados, incluso entre sus camaradas, pero van acompañados por varios guerreros de los Guardianes de Sombras.

Creación

Como se ha dicho, la Guardia Custodia y los Marines Espaciales están emparentados en su forma, como quizá podría esperarse de obras de un mismo creador, pero son muy distintos en función y capacidades. Hay, por supuesto, parecidos entre los dos: ambos son transformados físicamente muy por encima de los límites humanos "naturales" en términos de fuerza, resistencia y fortaleza, y adaptados para adecuarse y resistir a ambientes inhumanos, aunque en esto el Adeptus Custodes es marcadamente superior, si no en adaptabilidad, sí al menos en poderío. Ambos son sometidos a extensos acondicionamientos psicológicos y cognitivos, y son rehechos física y mentalmente para dejar la mayoría de sus impulsos básicos inertes y reenfocar sus esencias hacia la agresividad, el cumplimiento de objetivos y la obediencia al deber, y como salvaguarda adicional contra la distracción y como control biológico, ambos son obviamente incapaces de procrear. En ambos casos, todo lo que queda son seres de propósito singular: en el caso de los Astartes, lo que se crea es una máquina viviente de conquistar que apenas se preocupa por otras cuestiones, y en el de los Custodios, cada uno es convertido en un protector de diligencia implacable y capacidades salvajes, un guardián cuya vigilancia nunca se fatiga.

Lo que también les diferencia de verdad no es solo su propósito funcional, sino la profundidad de sus potenciaciones y los medios por los que son logradas. Mientras que el proceso por el cual los Astartes son creados a partir de seres humanos está bastante bien documentado (aunque los detalles son lógicamente mantenidos en secreto por todas las partes implicadas), los hechos verídicos conocidos sobre la forma en que los Custodes son creados son muy escasos, incluso en la jerarquía superior del Imperio. Esto se debe a que, como todos los demás aspectos de la Guardia Custodia, son asuntos que conciernen solo a la Casa Imperial, y a esa autoridad nadie puede cuestionarla ni contradecirla. Lo que sí se sabe, en cualquier caso, remarca sus diferencias. En primer lugar está la cuestión de la edad de los candidatos: para que un niño se convierta en miembro del Adeptus Custodes, se sabe que deben comenzar el proceso a finales de la infancia y antes de que la adolescencia haya arrancado definitivamente en su estructura física. Esto choca con el modelo de los Marines Espaciales, en el que la implantación solo es posible tras la adolescencia y preferiblemente antes de la madurez completa. Esto nos lleva al segundo de los pocos datos conocidos sobre la creación de los Custodios: que el arte genético y la alquímica que les transforman son tan absolutos como sutiles, y son aplicados al nivel microscópico más pequeño concebible en su genoma y estructura celular. Es un proceso que causa tales cambios en la forma humana mortal que, cuando se completa con éxito, a menos que sufran daños físicos tan graves que acaben por la fuerza con su vida, son prácticamente inmortales, y no envejecen de forma perceptible tras madurar por completo.

Por tanto, no son para el Adeptus Custodes los injertos quirúrgicos e implantes de órganos que generan a un Marine Espacial, y los Custodios no se ven manchados por potenciaciones tan toscas: lo que los crea es tan invisible como potente, trabaja sobre la genética básica y en un nivel celular profundo, y quizás se modula a medida para cada uno de los reclutas. Hay quienes insisten que este proceso es tan invisible y sin embargo poderoso que penetra en el reino metafísico de la biomancia y la manipulación psíquica en un nivel ignoto. Dado que se dice que el propio Emperador ha supervisado la creación de cada uno de los Custodios que han existido, esto podría ser cierto.

Los guerreros sin igual que resultan de este arcano proceso son una especie verdaderamente escasa, y que no debe ser malgastada temerariamente en el campo de batalla. Fueron creados con un único propósito en mente: ser la guardia de élite del Emperador. Eran una fuerza creada para defender al Emperador de cualquier daño físico allí donde le llevara la Gran Cruzada, para vigilar Sus dominios privados y sus secretos mejor guardados, y para servir como agentes y emisarios directos de Su voluntad, ya fuera esta que protegiesen, explorasen, capturasen, guardasen un secreto o ejecutasen sin remordimientos.

Propósito encarnado

Para lograr los fines para los que el Adeptus Custodes fue diseñado, no solo se afila el sobrehumano poder físico de un Custodio como una navaja, sino que también se desarrolla el intelecto, la fortaleza mental y la habilidad marcial de cada Custodio con una dedicación y celo implacables. El resultado es la creación de seres que no son simples combatientes o asesinos sobrenaturalmente letales (aunque pueden servir como ambas cosas sin problemas), sino que poseen una percepción y comprensión de las amenazas y de cómo contrarrestarlas que están literalmente más allá de los límites de un ser humano o una máquina. Mediante métodos desconocidos e inefables fuera de los laboratorios prohibidos del Emperador, las mentes de los Custodes son programadas y fortificadas, llenándolas con un conocimiento enciclopédico de todas las artes de la muerte, el engaño y la destrucción que pueden llegar a encontrar en el cumplimiento de su deber, y de cómo contrarrestarlas y emplearlas a su vez. Además de esto, su educación es prodigiosa, pues no solo fueron diseñados para ser los protectores del Emperador, sino también Sus compañeros, y están preparados para conversar con Él sobre cualquier asunto de guerra, política o filosofía que desease. Y lo que es más importante, sus psiques también eran trabajadas y modificadas como un joyero cortaría y puliría una piedra perfecta, adecuándolas a un orden y patrón precisos, en los cuales la lealtad, la disciplina, el deber y la obediencia sin titubeos al Emperador estaban más profundamente arraigados que la sangre, los huesos, los pensamientos conscientes o los deseos inconscientes. Si se encontraba el menor defecto en cualquier etapa del proceso, el sujeto fallido era descartado, como haría el joyero en su búsqueda de la gema perfecta.

El producto de esta combinación de artes arcanas, académicas y militares es el cuerpo de guerreros que estas armas vivientes conforman: el Adeptus Custodes, los Diez Mil. Como organización, es en muchos aspectos parecido y diferente de las Legiones Astartes en su formación y estructura, una fuerza paramilitar única en la historia, inmaculada en sus acciones y responsable solo ante el Emperador. Mientras que cada Legión es, al menos en su origen, una organización altamente estratificada y autocontenida, diseñada para ser las tropas de choque y principales agentes de la Gran Cruzada, la Legio Custodes es igualmente autosuficiente y autocontenida, pero nunca estuvo armada o pensada para librar guerras, sino para dominar completamente cualquier combate inmediato en el que participasen. Su base de operaciones es la misma Terra, y sus dominios están entretejidos con los del Emperador. Poseen pocas naves espaciales propias, pero pueden tomar el mando mediante edictos de cualquier nave de la Armada Imperial y, de hecho, exigir el apoyo de cualquier persona o recurso del Imperio para cumplir su misión más sagrada: la protección del Emperador y de sus obras de todos los enemigos de la Humanidad.

Durante la Gran Cruzada, ya estuvieran sirviendo como parte de un destacamento enviado a destruir algún desafortunado enemigo, o como guardaespaldas del Emperador o de alguno de sus servidores directos, o incluso formando parte de un puñado de Custodios desplegados como protectores personales de un emisario imperial o de un Lord Militante, eran incansables, vigilantes y despiadados. Están armados, diseñados y entrenados para plantar cara y matar a cualquier cosa que se les oponga, sea humana, xenos o mecánica, en cualquier circunstancia de un combate singular, un contraataque a una emboscada o un asalto a corta distancia. Una y otra vez a lo largo de la historia, los Guardias Custodios han resistido y derrotado enemigos contra toda probabilidad razonable o creíble. Han matado monstruos tan horribles que parecían salidos de auténticas pesadillas, y vencido y matado asesinos instruidos en artes más oscuras y sutiles de las que conoce el hombre. Puestos a prueba una y otra vez, ya fuera en mundos alienígenas nunca antes pisados por la Humanidad, o en las enmarañadas subcolmenas de los dominios de la Humanidad perdidos durante la Era de los Conflictos, o en los retorcidos palacios de los señores alienígenas, los Custodes demostraron ser guerreros de una habilidad terrorífica. Su servicio y sus misterios convirtieron rápidamente a la Legio Custodes en una leyenda tan maravillosa como terrible, incluso para aquellos que servían junto a ellos, transmitida en historias susurradas en cada rincón del floreciente Imperio. Tanto para el soldado común como para el Gobernador Planetario, la imagen de armadura dorada de un Custodio representaba una señal visible de la protección del Emperador y la encarnación de Su voluntad, pero también un presagio de Su imparable furia, tan personal y terrorífica a su manera como impersonal y todopoderosa era la imagen de los Ángeles de la Muerte, los Marines Espaciales, en la mente de muchos de los participantes de la Gran Cruzada.

Organización

Los detalles completos de la organización estructural, disposición y regulación del Adeptus Custodes están envueltos en secretos, como corresponde a una institución dedicada a la seguridad definitiva. Los que no pertenecen a sus filas, aunque operen cerca de la Corte de Terra y en los niveles superiores de los mandos militares, no pueden esperar saber más que algunos detalles, basados puramente en la observación externa, y que probablemente apenas arañan la superficie de esta organización indudablemente enrevesada.

El primer misterio con el que los extraños deben lidiar es el de la identidad. Los Custodios son aparentemente intemporales y tan invariables como el granito, e igualmente impenetrables para aquellos ajenos a su orden. Cada uno responde a un nombre, generalmente compuesto a partir de la lista de reyes, tiranos, dioses y leyendas de la Antigua Terra. No está claro si esto representaba algún tipo de broma o ironía deliberada por parte del Emperador, dado el papel de la Legio Custodes. Sus nombres de pila fueron probablemente borrados por el proceso de su creación, pero los mitos que han surgido en torno a los Custodes afirman desde hace mucho que cada uno de ellos acumula a lo largo de siglos de servicio una larga lista de nombres y títulos concedidos únicamente por el Emperador por sus hazañas, historia y carácter. Esos nombres son mantenidos en secreto y nunca son revelados a otros, aunque algunos mitos afirman que este rollo de honor es grabado en el interior oculto de su armadura dorada, o incluso inscrito de forma microscópica en sus mismos huesos.

En términos de organización y estructura, es evidente que la Legio Custodes era único en su forma, con muy pocos puntos en común con el resto de fuerzas armadas del Imperio durante la Gran Cruzada, como el Ejército Imperial o las Legiones Astartes. Esto no podría ser de otro modo, ya que la Legio Custodes, como el resto de elementos de las llamadas "Garras del Emperador", era más una fuerza paramilitar que estratégica, y no estaba preparada ni equipada para el combate ni la victoria en las guerras, sino para sus deberes de protección y, si era necesario, ejecución.

El Magisterium y los Misericordia

Uno de los rasgos singulares del Adeptus Custodes como organización, y del poder de cada uno de sus Custodios, es su lugar en el esquema de la ley del Imperio. Aunque un Gobernador imperial reconocido es de hecho un tirano de su propio mundo dentro de los edictos y parámetros del marco de la ley imperial, y pocos llevarían la contraria a los Marines Espaciales si estos exigiesen algo, solo el Adeptus Custodes posee oficialmente el poder del "Magisterium Lex Ultima", en gótico clásico, que supone que están por encima de cualquier ley y orden excepto la autoridad del propio Emperador. Además de esto, cada uno es un señor del Imperio por derecho propio. Este hecho se representa simbólicamente no solo por el derecho de seguir llevando el ave rapaz monocéfala y la heráldica de relámpagos de las Guerras de Unificación, sino también con los misericordia.

Durante los largos siglos de carnicerías intestinas en la Antigua Terra de la Era de los Conflictos, la "Hoja de la Piedad" o "Misericordia" llegó a representar el poder absoluto sobre la vida y la muerte que los caudillos tecnobárbaros poseían sobre las masas de la Humanidad que trabajaban bajo sus yugos y sufrían a su capricho. Desde los desiertos de polvo de Ursh hasta los Templos Manakonitas de la colmena de hielo de No'rad, portar una de estas hojas, generalmente en forma de una larga daga o una espada corta hecha para dar una sola puñalada letal, llegó a simbolizar su terrible autoridad como jueces y verdugos. Más allá del poder que representaba, el misericordia podía usarse también en la práctica para llevar a cabo una sentencia de muerte "limpia" contra un criminal, o para ofrecer una muerte rápida y digna a un guerrero gravemente herido en combate a discreción de su señor, y en ambos casos hacía honor a su nombre como herramienta tanto piadosa como letal. Cuando el Emperador se hizo con el dominio sobre Terra y acabó con el sangriento ciclo de reinados de los caudillos, solo sus agentes y jueces llevaron los misericordia como señal de que su autoridad sobrepasaba todas las demás, y es una tradición que el Adeptus Custodes aún mantiene.

Estructura de mando y disposición táctica

El mando supremo sobre la Legio Custodes recaía, por supuesto, directamente en el Emperador, pero al frente de la Orden ha habido siempre un único oficial: el Capitán General. Desde que alcanza la memoria y los registros, este papel y tremenda responsabilidad han recaído en solo dos hombres: Constantin Valdor, "el Primero de los Diez Mil", un guerrero poderoso y un ser de estatura y dignidad sobrenaturales, hasta el punto de que muchos le compararon con uno de los Primarcas de las Legiones Astartes; y Excelsor, que intercedió a favor de Sebastian Thor tras el fin de la Era de la Apostasía y le convenció de aceptar el puesto de Eclesiarca para reconstruir el Imperio.

Por debajo de la autoridad absoluta del Capitán General se encuentra el Tribunado de los Custodios, un cuerpo veterano de quizás diez miembros, que forman el consejo de guerra y política del Adeptus Custodes. Este cuerpo tenía el privilegio incomparable de proporcionar sus servicios como consejeros al propio Emperador si Él así lo deseaba, y en las cuestiones de la seguridad de los santuarios interiores del Palacio Imperial y de la persona del Emperador, no existe una autoridad mayor. El escalafón inferior a los Tribunos es el ocupado por los Prefectos y los Capitanes Escudo. La distinción entre los dos grupos, que no resulta evidente para los extraños, se basa quizás en la veteranía y la función, ya que el título de Prefecto lo concedía el Emperador como recompensa a la veteranía y el servicio, mientras que el de Capitán Escudo indica un mando activo de campo sobre un destacamento o despliegue concreto. Por debajo de esos rangos, los Custodios parecen ser iguales, a la manera de una casta guerrera o aristocracia, más que eslabones en una de las cadenas de mando típicas en el resto de fuerzas armadas del Imperio. Sus títulos funcionales se adaptan a su papel escogido y a su armamento en cualquier destacamento en el que hayan sido incluidos, y empleaban unas categorías amplias, bautizadas con títulos procedentes de diversas fuentes antiguas, para referirse a sí mismos a nivel táctico en la comunicación con fuerzas externas.

Los Hykanatoi

El grueso de los Custodios cumplen este papel en todo momento. Son los portadores de la lanza, la guardia personal del Emperador y los verdugos de cualquiera que pueda amenazar u oponerse a Su voluntad. Representan la imagen del guerrero de armadura dorada que viene a la mente con temor y admiración cuando se piensa en el Adeptus Custodes. Sus filas incluyen variantes de fuerza, armamento y equipo como la Guardia Centinela, la propia Guardia Custodia, y la Guardia Hetaeron de élite, los combatientes más hábiles de una fuerza de guerreros cuyas habilidades marciales ya son sobrehumanas.

Los Tharanatoi

Aunque son pocos los oponentes con los que los Hykanatoi no pueden lidiar, no son una fuerza militar completa, ya que no están configurados para enfrentarse a situaciones como asedios o guerras de desgaste, pues quedan fuera de su ámbito de actuación. No obstante, el Adeptus Custodes aún conserva la capacidad de desplegar sus fuerzas como tropas de choque pesadas si surge la necesidad, o incluso de enfrentarse a un enemigo que lanza fuerzas abrumadoras contra las suyas en una guerra de gran intensidad. Estas fuerzas de contra-asalto son conocidas como los Tharanatoi, y su panoplia incluye tanto armaduras de Exterminador optimizadas para su uso por los sobrehumanos cuerpos de los Custodios, como armas portátiles de enorme poder como las que blande la Guardia Sagittarum, las cuales incluyen las oscuras reliquias conocidas como armas adráthicas, que pueden disparar rayos desintegradores de poder fenomenal y que hace mucho que fueron reunidas y reservadas por la Casa Imperial.

Los Kataphraktoi

Mucho antes de la retirada del Emperador y de su reclusión en Terra tras el nombramiento de Horus como Señor de la Guerra, el principal papel de protección y defensa que cumplía la Guardia Custodia era móvil. Iban allí donde lo hacía su señor, sin importar por qué arrasado mundo alienígena o ciudad perdida de la antigua gloria caminase. Para su éxito en estas misiones eran absolutamente necesarias la rapidez y movilidad, así como el reconocimiento y el contraataque relámpago ante cualquier amenaza. Aquellos miembros de la Legio Custodes que se especializaban en tales tácticas y en la forma de aplicarlas eran llamados Kataphraktoi, y pilotaban interceptores y cañoneras de sofisticación y poder sublimes, así como una amplia variedad de vehículos gravíticos (tanques, transportes y deslizadores de ataque), motocicletas a reacción y naves aeroespaciales más avanzadas que cualquier otro modelo del arsenal del Imperio.

Los Ephoroi

Son la división de los Custodes de la que menos se puede decir con seguridad. Los Ephoroi son los miembros de la Orden encargados de las operaciones encubiertas, la contravigilancia y la misión vital de simular ataques e infiltraciones. Son ellos los que ponen a prueba las defensas y preparativos del Adeptus Custodes como lo haría un enemigo, y también llevaban a cabo sus propias misiones ocultas para deshacerse de amenazas potenciales en el seno del Imperio, aplicando sentencias finales, en ocasiones absolutamente secretas, según lo exigiese la voluntad del Emperador. Hay quienes han planteado que discernir dónde acaban los Ephoroi y comienzan los poderes que controlan al Oficio Asesinorum es difícil hasta para los más sabios de los Altos Señores de Terra, y es seguro que los Templos de los Asesinos obedecen a los Custodes cuando estos lo desean.

Los Moritoi

La división más pequeña y singular del Adeptus Custodes es la de los Moritoi, los "muertos honrados que caminan". Como ocurre con los Astartes, es posible que un Custodio que haya sufrido heridas tan terribles que ni siquiera ellos puedan recuperarse, pero que conserve la chispa de la vida, sea enterrado en el sarcófago cibernético de soporte vital de un Dreadnought. El primero de ellos fue creado mientras aún se libraban las Guerras de Unificación, a partir de un Dreadnought modelo Ur-Gholem, la primera versión diseñada para su uso por los Guerreros Trueno, y a medida que el número de modelos y subtipos de Dreadnought aumentó en el arsenal del Imperio a lo largo de décadas de guerras e innovación, la Legio Custodes siguió el ritmo de estos desarrollos. Aunque siguieron siendo relativamente escasos, con quizá menos de cien Dreadnoughts Custodes sirviendo en la época de la locura de Magnus y la subsiguiente Quema de Prospero, representaban una concentración de fuerza fenomenalmente poderosa, ya que la mayoría habían mejorado sus chasis al modelo Achillus, una variante del Dreadnought Contemptor manufacturada con materiales y tecnologías muy superiores incluso a las temidas máquinas de guerra de las Legiones Astartes.

Los Trescientos

Desde la Batalla de Terra y la Ascensión del Emperador al Trono Dorado, tan solo un cuerpo interno de unos trescientos guerreros elegidos especialmente sirve literalmente al Señor de la Humanidad como guardia personal, y mantienen una vigilia constante sobre el Sanctum Imperialis, la sala del trono del Palacio Imperial. Son conocidos como los Trescientos, los Compañeros, los Comilitones o la Guardia Eterna. Tras ellos se extiende una montaña de cables, circuitos, aparatos mecánicos, placas de mármol, ruedas dentadas, pistones, tubos de expulsión de gases, columnas y arcadas en cuyo centro un tramo de escalones inscritos con runas se elevan majestuosos hasta más de diez metros de altura. Sobre toda esa pulsante maquinaria, oscurecido por un manto de energía arcana y envuelto en una nube de niebla alquímica, se encuentra el Trono Dorado del Emperador, el Señor de los Hombres, el Salvador de la Humanidad. Son ellos, y solo ellos, quienes deciden quién puede entrar al lugar más santo de la galaxia, y es responsabilidad suya mantener a salvo al futuro de la Humanidad.

Compañía Escudo

Una fuerza individual del Adeptus Custodes es la llamada Compañía Escudo. Los números dentro de tales formaciones pueden variar considerablemente, pues son seleccionados uno a uno por su Capitán Escudo para la tares que les aguarda, y pueden ir desde una pequeña banda a un ejército con motos a reacción, tanques y Dreadnoughts. Bajo circunstancias normales, una Compañía Escudo tiene un sólo Capitán Escudo y quizá entre treinta y cuarenta Custodios.

Hueste Escudo

Cuando hace falta una fuerza mayor, múltiples Compañías Escudo se reúnen y forman fuerzas conocidas como Huestes Escudo. Lideradas por cónclaves de Capitanes Escudo y contando con decenas, o a veces cientos de Custodios, las Huestes Escudo tiene suficiente poder marcial para aplastar ejércitos enemigos y dolegar sistemas estelares enteros. Reunir tal fuerza es una empresa trascendental: una Hueste Escudo solo se forma para cumplir esas tareas que no pueden dejarse en manos de ninguna otra fuerza imperial y sus guerreros marchan a la guerra con la determinación absoluta e implacable de hacer cumplir la voluntad del Emperador

Armamento

La panoplia de armas y armadura, el equipo e incluso los vehículos y sistemas de apoyo empleados por los Custodes suelen ser únicos y exclusivos de su Orden. Ya sean antiguas reliquias o nuevos artefactos, estos objetos no solo son personalizados con exactitud para cada tarea, sino que también son producidos sin tener en cuenta el consumo de recursos o la rareza de los componentes o conocimientos necesarios: para armar y equipar al Adeptus Custodes, no se ahorra nada.

Esta supremacía es evidente en maravillas que van desde la armadura reforzada de aleación de auramita vestida por cada Custodio, cada una del valor de un planeta entero, a la plétora de vehículos gravíticos bajo su control, la mayoría de los cuales derivan de diseños rescatados por el gran tecnoarqueólogo Arkhan Land, y cuyo uso está prohibido a todos los demás. Del mismo modo, sus armas singulares, ya sean espadas o bólteres, son obras maestras, producidas por subcultos enteros requisados al Mechanicum y clados de artesanos hereditarios comprometidos única y exclusivamente a aprovisionar al Adeptus Custodes. Por encima de todos estos recursos se encuentra también la capacidad de los Custodes de recurrir a cualquier faceta de la maquinaria bélica del Imperio y reclamar las innumerables huestes que necesite para cumplir sus objetivos, extendiendo su poder potencial a niveles insospechados.

La razón de esta superioridad absoluta en cuestión de armamento es simple: los Custodios no solo están equipados para hacer frente a cualquier amenaza potencial externa, sino también a las internas, y hace mucho que se impuso un claro límite entre la potencia de las armas de la Legio Custodes y las de cualquier otra fuerza imperial, sobre todo las de los Marines Espaciales, a quienes ya superaban en poderío físico. Por esto algunos se plantean qué habría sucedido en las guerras de la Herejía de Horus si la Legio Custodes no hubiera sido retenida por las desastrosas consecuencias del gran pecado de Magnus en Terra y hubiese sido capaz de participar más activamente, y si tantos de sus miembros no hubieran permanecido atrapados durante años en una terrible guerra paralela prácticamente oculta a los ojos del cosmos en el interior de la Telaraña.

Heráldica

[En construcción, disculpen las molestias.]

Elementos conocidos

Miembros

  • Constantin Valdor - Constantin Valdor fue el Custodio Jefe y Capitán General de la Legio Custodes durante la Gran Cruzada y la Herejía de Horus. Justo antes del estallido de esta última, Valdor fue enviado por el Emperador a acompañar al Primarca Leman Russ de los Lobos Espaciales en su misión de llevar al Primarca Magnus el Rojo de los Mil Hijos ante la justicia por romper las promesas que había hecho durante el Concilio de Nikaea, el cual había prohibido estrictamente el uso de la hechicería y de la mayoría de poderes psíquicos dentro del Imperio. Valdor, acompañado por un contingente de élite de la Guardia Custodia, luchó junto a Russ y los Lobos Espaciales durante la Batalla de Prospero. Él y sus fuerzas fueron responsables de la muerte de al menos tres de los mayores psíquicos de la XV Legión y de eliminar a una fuerza mucho más numerosa que ellos. Constantin también salvó a Bjorn Garra Implacable cuando su brazo fue corrompido por los poderes brujos de un psíquico de los Mil Hijos, cortándolo antes de que la corrupción se extendiese por todo su cuerpo. Después de que la traición de Horus se conociese en el Imperio, Valdor estuvo presente durante las reuniones de los Señores y Señoras de Clado del Oficio Asesinorum, y fue él quien sugirió que se formase un equipo con un Asesino de cada Clado para asesinar a Horus en lugar de que actuase cada uno por separado como se hacía habitualmente. Actualmente se desconoce el papel que Valdor jugó durante el resto de la Herejía. Tras ella se convirtió en uno de los primeros Altos Señores de Terra y ayudó en la reconstrucción del destrozado Imperio de la Humanidad, para después dimitir de ese puesto y regresar a la vigilancia de su amado Emperador.
  • Aquillon - Aquillon sirvió como Occuli Imperator, los "Ojos del Emperador", el Custodio asignado a la vigilancia del Primarca Lorgar Aureliano y su Legión de los Portadores de la Palabra después de que se descubriera que habían faltado a la confianza del Emperador durante la Gran Cruzada extendiendo la creencia de que el Emperador era un Dios por los mundos recién conquistados. Aquillion y un equipo de otros cuatro Custodios fueron enviados a la Legión de los Portadores de la Palabra tras la humillación de estos en el mundo de Khur y la destrucción de Monarchia, la capital de este, por la Legión de los Ultramarines por orden del Emperador. Aquillion usaba una Espada de Energía a dos manos en lugar de la Lanza Guardiana estándar. Él y sus cuatro hombres fueron asesinados al final por los Portadores de la Palabra para que no pudiesen informar de la traición de Lorgar. El líder de los poseídos Gal Vorbak, Argel Tal, decapitó a Aquillion arrancándole la cabeza de un mordisco.
  • Brokur - Participó en un "Juego de Sangre" junto con Amon, Haedo y Zerin. Brokur quedó subcampeón, ya que llegó hasta el Hegemón antes de ser atrapado. Valdor no había esperado que nadie se acercase más al Palacio Imperial que Brokur, pero Amon logró infiltrarse en él.
  • Saturnalia Princeps Carthagina - Saturnalia fue un miembro de la Legio Custodes durante la época de la Herejía de Horus. Fue asignado al Equipo de Caza de Psíquicos encargado de capturar a Los Muertos Exiliados, los miembros supervivientes de una pequeña guardia de honor Astartes conocida como la Hueste Cruzada y establecida en Terra. Los Astartes fugitivos eran miembros de las Legiones Traidoras que se habían aliado con Horus en su rebelión contra el Emperador. Habían sido encerrados en la prisión de máxima seguridad conocida como Khangba Marwu puesto que ya no podía confiarse en ellos, pero lograron fugarse con éxito. Saturnalia se unió al equipo de caza dirigido por el Cazador Vidente Yasu Nagasena para rastrear a Los Muertos Exiliados en un intento de recuperar su honor tras haber dejado que aquellos capturasen a su prisionero, el Astrópata Kai Zulane. Durante la batalla final contra Los Muertos Exiliados en el Templo de la Aflicción, Saturnalia logró matar a Subha, un Devorador de Mundos. Su gemelo, Asubha, le atacó y le atravesó la cabeza con una Lanza Guardiana al mismo tiempo que Saturnalia conseguía apuñalarle en el corazón con la suya.
  • Haedo Emankon - Tomó parte en uno de los muchos "Juegos de Sangre" junto a Amon, Zerin y Brokur. De los cuatro participantes en el concurso, Haedo fue el tercero más exitoso, pues consiguió llegar hasta la Ciudad Cebu antes de ser cogido. Posteriormente Constantin Valdor le encargó reunir pruebas incriminatorias contra un miembro de la Terra unificada que era sospechoso de traición contra el Emperador junto con Amon Tauromachian.
  • Iacus - Iacus fue uno de los 15 Custodes enviados a vigilar a la Legión de los Portadores de la Palabra que no fue asignado a la vigilancia de Lorgar con Aquillion. En vez de eso, Iacus y sus compañeros Custodes vigilaron al Primer Capitán Kor Phaeron y al Primer Capellán Erebus. Antes de que se revelase la traición de los Portadores, Iacus y todos sus Custodes ya habían caído en combate luchando junto a la XVII Legión, sin llegar a saber nunca de su secreto.
  • Kalhin - Kalhin fue uno de los otros cuatro Custodios bajo el mando de Aquillion asignados a la vigilancia de Lorgar y los Portadores de la Palabra. Mientras intentaba matar a la traidora Cyrene Valantion, Kalhin murió por los disparos de Incaradine, el mecánico Conqueror Primus del 9º Manípulo de la Cohorte Cartago de la Legio Cibernética.
  • Amon Tauromachian Leng - Amon Tauromachian era un Custodio encargado de la protección del Emperador a principios del M31, cuando Terra comenzaba el proceso de fortificación para resistir el inminente asalto del Señor de la Guerra Horus y sus Legiones Traidoras. Muchos años antes del inicio de la Herejía, Amon estuvo presente en el Concilio de Nikaea observando el juicio de Magnus el Rojo por su uso de hechicería. Mientras protegía a Kasper Hawser, un skjald de los Lobos Espaciales, Amon fue atacado por un esbirro del Caos disfrazado de Marine Espacial de los Mil Hijos, pero logró sobrevivir al encuentro gracias a los esfuerzos de los Lobos Espaciales. Después de que la noticia de la traición de Horus alcanzase Terra, Amon recibió órdenes de participar en los "Juegos de Sangre", un rito por el que todos los Custodios pasaban y que les enfrentaba a las formidables defensas del Palacio Imperial con la esperanza de mejorar la defensa del Emperador por parte de los Custodios exponiendo fallos en esa protección. Tras su éxito en esos Juegos de Sangre, Amon y su compañero Haedo Emankon fueron enviados a una peligrosa misión por Constantin Valdor, el Custodio Jefe, para reunir pruebas incriminatorias contra un miembro del gobierno de la Terra unificada sospechoso de traición contra el Emperador.
  • Nirallus - Nirallus fue uno de los otros cuatro Custodios bajo el mando de Aquillon asignados a la vigilancia de Lorgar y los Portadores de la Palabra. Entre sus compañeros Custodes y los guerreros de los Portadores de la Palabra, Nirallus era considerado el "maestro de la espada" por su habilidad con su Lanza Guardiana. Empleó esta habilidad para matar a Malnor, uno de los más fuertes de los Marines Poseídos Gal Vorbak, pero fue destrozado segundos después por otros dos miembros de esta élite guerrera de la XVII Legión.
  • Sythran - Sythran fue uno de los otros cuatro Custodios bajo el mando de Aquillion asignados a la vigilancia de Lorgar y los Portadores de la Palabra. Antes de abandonar Terra para vigilar a la Legión de los Portadores de la Palabra durante 50 años como parte del castigo de la XVII Legión por violar la Verdad Imperial durante la Gran Cruzada, Sythran hizo un voto de silencio hasta que volviese a Terra una vez cumplido su deber. Mantuvo esta promesa hasta el momento de su muerte a manos de los Gal Vorbak, cuando se burló del Capellán Xaphen de los Portadores de la Palabra tras haberle matado por su traición al Emperador.
  • Sumant Giri Phalguni Tirtha - Era un Custodio veterano, cuyo nombre se dice que contenía al menos 66 títulos eméritos. Era uno de los carceleros de la prisión imperial de máxima seguridad conocida como Khangba Marwu, pero no se sabe cómo había llegado a ese puesto. No mostraba ninguna herida obvia y estaba en condiciones físicas excelences, pero los rumores afirmaban que había cuestionado una orden del Capitán General Constantin Valdor. Tirtha estaba encargado de vigilar a un peligrosísimo grupo de prisioneros conocidos como Los Muertos Exiliados, los restos de la guardia de honor Astartes conocida como la Hueste Cruzada establecida en Terra cuyas Legiones de origen se habían aliado con el Architraidor Horus. Tirtha fue asesinado durante la exitosa fuga de Los Muertos Exiliados, cuando Atharva de los Mil Hijos hizo que un soldado de élite on un Rifle de Plasma le disparase en el estómago.
  • Uttam Luna Hesh Udar - Durante la Herejía de Horus Udar fue el carcelero jefe de la prisión de Khangba Marwu, construida bajo el monte Rakaposhi del Himalazia y más comúnmente conocida como La Cámara. Udar fue retirado de las líneas del frente de la Legio Custodes tras quedar expuesto a un patógeno bacteriológico Orko, cuyos efectos secundarios redujeron en gran medida sus tiempos de respuesta reflexiva hasta el punto de que quedaron por debajo del mínimo requerido para el servicio en primera línea entre los Custodios. Orgulloso, se tomó duramente su retiro, pero acabó por adaptarse y se entregó a su nuevo papel como carcelero en La Cámara con la misma determinación y atención al detalle que le habían permitido lograr la infiltración más profunda en el Palacio Imperial durante un Juego de Sangre hasta que su camarada Amon Tauromachian le superó. Durante su ejercicio, Udar recibió órdenes de vigilar a los últimos restos de Los Muertos Exiliados, y encontró su final cuando estos iniciaron su exitosa fuga. Fue asesinado cuando se enfrentó en combate cuerpo a cuerpo al Sargento Tagore de los Devoradores de Mundos, quien le arrancó una sección de la columna vertebral a través del pecho, tal y como le había prometido durante su encierro.
  • Vendatha - Vendatha fue uno de los otros cuatro Custodios bajo el mando de Aquillion asignados a la vigilancia de Lorgar y los Portadores de la Palabra. Vendatha fue usado como el décimo sacrificio para invocar a Yngethel, la demoníaca Emisaria de los Dioses del Caos.
  • Zerin - Tomó parte en uno de los muchos "Juegos de Sangre" junto a Amon, Haedo y Brokur. De los cuatro, Zerin fue el que peor resultado obtuvo, pues ni siquiera logró entrar en Territorio Imperial antes de ser capturado por los demás Custodes en la ciudad de Irkutsk.

Naves

Trasfondo antiguo (1ª Edición)

Los Adeptus Custodes son la guardia personal del Emperador, cuyas obligaciones son servir y proteger al Señor de la Humanidad. Los miembros de la misma tienen el privilegio de servir a las órdenes directas del Emperador, atendiendo sus necesidades, recibiendo y tomando registro de sus directivas. Estos hombres nunca abandonan la Tierra y muy raramente dejan el Palacio Imperial: una negra colmena sin fin de tecnología prohibida y pasadizos subterráneos que descienden hasta las mismas entrañas del planeta. Allí es donde están sus obligaciones, pues su lugar es al lado del Emperador.

Una rotación continuada asegura que siempre haya varios cientos de estos guerreros selectos en servicio dentro del Palacio, además de una pequeña élite de guardianes que nunca abandonan la vera del Emperador. Su uniforme es tradicional pero efectivo: pantalones de cuero y botas, una larga capa negra sobre el torso desnudo. Sus cascos son antiguas obras de arte: cerrados y altos para proporcionar una apariencia impersonal y amenazadora, además de incluir una gran variedad de equipo protector y comunicadores. Las armas que llevan parecen lanzas o pistolas-lanza, pero en realidad son láser construidos para que parezcan las tradicionales y simbólicas lanzas de guardia con que se asocia habitualmente a los Adeptus Custodes, y que aparecen en sus banderas, emblemas y otra parafernalia.

El Emperador tiene poderes cuasi-divinos. Por ello, es muy común para los ciudadanos del Imperio honrar a su Emperador como a un dios, especialmente en planetas primitivos o degenerados. Esta deificación del Emperador no está reconocida oficialmente, pero es aceptada (e incluso animada) entre los Adeptus Terra. El Emperador, por su parte, no sufre ninguna alucinación respecto a su humanidad y se ve a si mismo únicamente como el primer sirviente de la Humanidad. Sin embargo, incluso aquellos que trabajan al lado del Emperador, los miembros de los Adeptus Custodes y de los Adeptus Mecánicus, están llenos de superstición y fervor. Esto ha llevado a una aceptación general de la deificación del Emperador y al establecimiento del Culto Imperial. El culto está pensado como un medio de reforzar la lealtad entre los mundos primitivos y salvajes, y entre los niveles incultos de la sociedad. Por tanto, con el paso de los siglos, el culto ha sido aceptado cada vez más e incluso los funcionarios se han vuelto "creyentes".

En el clímax de la Herejía de Horus, el Emperador dirigió personalmente un ataque al búnker del Señor de la Guerra con el Capítulo de Marines Espaciales de los Puños Imperiales y una unidad de élite del Adeptus Custodes. Durante la feroz lucha el Emperador se encontró cara a cara con Horus, quien, en la batalla que siguió, hirió gravemente al Emperador. Solo la oportuna intervención de una escuadra de Puños Imperiales con armadura de Exterminador impidió que el Señor de la Guerra se cobrase la vida del Emperador. La escuadra se abrió camino a través de muros y puertas selladas para alcanzar al Emperador y lanzó un contraataque inesperado contra el Señor de la Guerra. Distraído por su aparición, Horus bajó la guardia el tiempo suficiente para que el Emperador se lanzase al frente y le matase. Aunque débil, el Emperador aún fue capaz de ordenar que le quitasen la armadura y la fundieran, para que con sus restos se hicieran enseñas que todos los Capitanes Exterminadores vestirían en reconocimiento del servicio realizado en la derrota de Horus.

Conflicto de canon

Simbolo adeptus Custodes

Sello del Adeptus Custodes (Dark Heresy).

En el libro de trasfondo Milenio Oscuro, de 7ª Edición, se afirma que los Custodios se crean siguiendo "los mismos métodos con los que se engendró a los Adeptus Astartes", pero en The Horus Heresy Book VII: Inferno se sostiene que el proceso es mucho más complejo y delicado, como se describe en este artículo.

Asimismo, mientras que en el reglamento del juego de rol Dark Heresy se representa al Adeptus Custodes con un águila negra con una calavera en el pecho, en Milenio Oscuro su icono es una I con una cabeza de águila en la mitad superior, rodeada por un halo de cuatro relámpagos.

Leer más

Armamento (Adeptus Custodes).

Citas (Adeptus Custodes).

Galería (Adeptus Custodes).

Miniaturas (Adeptus Custodes).

Galería

Fuentes

  • Warhammer 40,000: Rogue Trader (1ª Edición).
  • Warhammer 40,000: Compendium (1ª Edición).
  • Codex Imperial (2ª Edición).
  • Codex: Hermanas de Batalla (2ª Edición).
  • Warhammer 40,000: Reglamento (Ediciones 3ª y 4ª).
  • Milenio Oscuro (7ª Edición).
  • The Horus Heresy I y VII.
  • Imperial Armour VII.
  • Visiones de la Herejía.
  • Dark Heresy: Reglamento (1ª edición; Juego de Rol).
  • Codex: Adeptus Custodes (8ª Edición).

Por revisar: Warhammer 40,000: Reglamento (6ª Edición), Inquisidor, El Asedio de Deliverance, La Verdad Imperial - Manos del Emperador, Master of Mankind, White Dwarf December 2012 (US), Gathering Storm: Rise of the Primarch.

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