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Emblema del Adepta Sororitas

"Mediante el bólter, el fuego de lanzallamas y el ardiente plasma, los mutantes, los herejes y los traidores son purgados del pecado de su existencia. Así ha sido desde hace cinco milenios y así será hasta el fin de los tiempos."

Hermana Immaculata, Palabras de Devoción, versos IV-V, Capítulo X, Vol. LII

El Adepta Sororitas, conocido más comúnmente en todo el Imperio como las Hermanas de Batalla, son guerreras de fe inquebrantable y celo feroz.

Rigurosamente entrenadas, equipadas con poderosas armas, equipo de guerra y vehículos de combate blindados, y completamente adoctrinadas en la fe imperial, las Adepta Sororitas luchan para defender el reino del Emperador. Purgan a todos aquellos alienígenas, mutantes y herejes que se atrevan a amenazar su santidad.

A medida que la galaxia se oscurece, las Hermanas de la Batalla entonan sus himnos de guerra, encienden sus braseros sagrados y marchan en una cruzada para hacer retroceder las sombras que acosan a la Humanidad. Buscan llevar su credo a los rincones más lejanos de la galaxia, quemar a los impuros enemigos del Imperio y ver al Emperador reinar como un dios severo y benevolente sobre todo ser vivo.

Guerreras de la fe[]

Las Adepta Sororitas son las descendientes espirituales de la secta guerrera conocida como las Hijas del Emperador, y son reconocidas en todo el Imperio como las más devotas de todos los soldados del Dios Emperador. A veces conocidas como la Hermandad o las Hermanas de Batalla, son tan intransigentes en la guerra como efectivas. Luchan en el nombre del Credo Imperial, la fe a la que toda la Humanidad debe adherirse, buscando y erradicando a aquellos que pueden amenazar la pureza de la Humanidad y la santidad de los dominios del Emperador. Su principal cargo es librar guerras de fe contra aquellos cuya existencia misma es un peligro: el miserable hereje, el psíquico no autorizado y el abominable mutante. Sin embargo, también luchan por purgar la galaxia de ejércitos xenos que representan una amenaza para sus territorios sagrados, cantando oraciones mientras erradican a los enemigos del Dios Emperador.

Antes de que las Adepta Sororitas alcancen siquiera al enemigo, los macromegáfonos de sus naves en órbita baja proclaman himnos sobre la atmósfera superior. Las llamadas al arrepentimiento resuenan sobre ciudades y continentes, y las declaraciones de condenación resuenan en el corazón del territorio controlado por el enemigo. El sonido del rugido de los motores, el zumbido de las cuchillas y el canto de las Hermanas pronto se suman al estruendo, mientras las Sororitas avanzan con justo fervor.

Los misiles exorcista se dirigen hacia el enemigo, dejando vetas de humo negro como cicatrices en el cielo antes de estallar en bolas de fuego sagrado al impactar. Las escuadras de Hermanas Vengadoras lanzan ráfagas de fuego de bólter pesado para derribar al tambaleante enemigo y obligarlo a ponerse a cubierto mientras las Hermanas Serafines los sobrevuelan. Estas tropas de asalto angelicales vuelan muy por encima de la devastación antes de descender hacia la refriega, masacrando a los enemigos que han quedado expuestos y fuera de su posición. Mientras estas salvas de apertura rompen las líneas enemigas, la Canonesa prepara a sus tropas para asestar el golpe mortal. La líder espiritual y militar de las Sororitas levanta la voz y entona la orden de atacar, luego lidera la carga a la cabeza de sus soldados para hacer la obra justiciera del Emperador.

Escuadras de Hermanas de Batalla avanzan sobre los infieles, avanzando en transportes blindados para alcanzar posiciones avanzadas, o corriendo sobre el barro y entre el humo. Con gritos de execración, se abaten sobre el enemigo. Precisas ráfagas de bólter atraviesan las filas contrarias, los proyectiles de masa reactiva abren agujeros en las cabezas y torsos de aquellos a los que golpean. Las escuadras de Hermanas Dominium corren por los flancos portando armas aún más poderosas, rociando chorros de promethium sobre grupos cerrados de enemigos o destruyendo máquinas de guerra fuertemente blindadas con rayos de fusión sobrecalentados.

Los devotos más fervientes del Emperador luego cargan entre las formaciones ordenadas de Hermanas. Predicadores entusiastas se apresuran a acabar con los herejes que tienen delante, mientras que los Cruzados, los asesinos de Cultos a la muerte y los arcoflagelantes se abren paso entre la multitud. Junto a ellos, las escuadras de Hermanas Arrepentidas se lanzan de cabeza al cuerpo a cuerpo, con la esperanza de apagar la ardiente vergüenza de sus fracasos pasados en la sangre del enemigo. Elevándose por encima de todos ellos, tortuosos andadores conocidos como Castigos del Penitente, abren un camino rojo a través del ejército contrario, su impetuoso trote y sus brutales cuchillas dirigidas por el sufrimiento de los pecadores están programadas en cada una de sus monturas.

No es sólo su formidable fuerza bélica y su impecable disciplina de combate lo que las Adepta Sororitas aportan. A medida que avanza la batalla, invocan a su Dios Emperador, confiando en Su voluntad omnipotente para asegurar su victoria. Animadas por la fe, las Hermanas avanzan hacia las llamas rugientes y salen ilesas, o se mueven con una previsión imposible para evitar el fuego enemigo. Mientras atruena el sonido de las plegarias, las escuadras de Hermanas aniquilan al más terrible de sus enemigos con una rapidez despiadada, cada disparo encuentra milagrosamente el punto débil en la armadura de un objetivo, o enciende espontáneamente las reservas de combustible de un enemigo mecanizado con resultados catastróficos. Aunque tales sucesos extraños ocurren de vez en cuando en cualquier campo de batalla, la consistencia con la que tales anomalías favorecen al Adepta Sororitas es suficiente para cortocircuitar la más fría lógica de un Tecnosacerdote. Para las mismas Hermanas, esto no es un misterio: son las fieles servidoras del Emperador, y a través de ellas se manifiesta Su divinidad en el campo de la guerra.

Historia[]

Fundación[]

"El Emperador es nuestro Padre y nuestro Guardián, pero nuestro deber también es proteger al Emperador."

Santa Dominica
Hermanas Adepta Sororitas

La fundación del Adepta Sororitas data del M36, una vez finalizó la Era de la Apostasía. La mayoría de las miembros fueron reclutadas de su propia organización anterior, las llamadas "Consortes del Emperador", una fuerza de combate constituida solamente por mujeres a las órdenes de Goge Vandire.

Siempre leales al Emperador, las Consortes fueron usadas sin ellas saberlo por Vandire para cumplir sus retorcidos propósitos. Cuando la verdad acerca de la locura corrupta del Eclesiarca se reveló, la líder de las Consortes lo ejecutó en su propia sala de audiencias. Fue un gran golpe para la Hermandad descubrir que habían estado sirviendo a un loco desquiciado el cual las había engañado haciéndolas creer que servían a los intereses del Dios Emperador. Las Consortes del Emperador se sintieron traicionadas y no encontraban un propósito al cual servir. En este punto, la Eclesiarquía tomó ventaja y las reclutó y adoctrinó para convertirlas en su fuerza de combate, ya que esto le permitía escurrirse a la restricción del Decreto Pasivo que le negaba al Ministorum la posesión de una fuerza de hombres armados.

Orígenes[]

Pero los orígenes del Adepta Sororitas son más antiguos. En el mundo de San Leor, existía un culto formado únicamente por mujeres dedicadas en cuerpo y alma a adorar al Emperador. Estas se hacían llamar "Las Hijas del Emperador". Cuando fueron descubiertas por miembros de la Eclesiarquía, Goge Vandire, el Alto Señor del Administratum (que también era el Eclesiarca del Adeptus Ministorum), decidió visitar el planeta y reclutar a las Hijas como parte de su ejército personal. Al principio, ellas no reconocieron su autoridad, así que Vandire decidió mostrarles que tenía la bendición del Emperador. Le ordenó a un miembro de su escolta que le disparara, al principio el oficial se negó, pidiéndole a su señor que no se pusiera en peligro, pero finalmente disparó debido a la exigencia del Eclesiarca. Sin embargo, gracias al campo protector generado por el Rosario del Eclesiarca (del cual sólo él sabía su existencia), Vandire resultó ileso. Las Hijas lo tomaron como una señal, y le juraron lealtad. Se convirtieron en las Consortes del Emperador, y fueron las seguidoras más leales de Vandire.

Adepta Sororitas 002

Durante el Asedio del Palacio Eclesiarcal, el Adeptus Custodes, los pretorianos del Emperador, trataron de acercarse a las Consortes y convencerlas de la traición de Vandire. Finalmente lo consiguieron y guiaron a Alicia Dominica, la líder de las Consortes, y a sus guardaespaldas hacia las profundidades del Palacio Imperial donde fueron llevadas a través de infinidad de túneles y una red de conductos laberínticos hasta la sala del Trono Dorado, en presencia del mismísimo Emperador. Lo que sucedió allí es desconocido y Dominica y sus compañeras juraron nunca revelarlo, pero está claro que ese hecho las despertó a la realidad y reconocieron la maldad que Vandire representaba. Marcharon hacia la sala de audiencias, donde Dominica sólo se detuvo para condenar a Vandire por sus crímenes antes de ejecutar al enloquecido dictador. Se dice que las últimas palabras de Vandire fueron: "No tengo tiempo para morir, ¡estoy demasiado ocupado!".

Tras la Era de la Apostasía[]

Tras este episodio, el Decreto pasivo fue proclamado por el nuevo Eclesiarca Sebastian Thor. Sin embargo bajo la interpretación literal del decreto, el Adepta Sororitas no estaba obligada a disolverse porque éste hacia la explícita mención de "hombres armados". Thor reconoció la necesidad de que la Eclesiarquía tuviera algún tipo de fuerza y regulador interno que la ayudara a sobrevivir, aunque esto dejara el decreto completamente inservible.

Por otro lado, gran parte del Imperio seguía sufriendo los efectos de la devastación del reinado sangriento de Vandire, de modo que, durante los primeros años de existencia de la hermandad, Alicia Dominica, encabezó las Guerras de Fe contra una interminable lista de pretendientes al puesto de Eclesiarca que el Alto Señor renegado había dejado tras de sí. Silvana, Mina, Lucía, Katherine y Arabella, las Hermanas que la habían acompañado ante el Trono Dorado, siguieron a Dominica. Las Sororitas se vieron presas una refulgente determinación de la que no se había tenido muestra desde los tiempos de la Gran Cruzada y llevaron la ardiente llama del divino juicio del Emperador hasta los rincones más oscuros del Imperio.

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Fue en el apogeo de la reforma cuando se creó el Ordo Hereticus y no pasó mucho tiempo antes de que las dos organizaciones se unieran para perseguir objetivos comunes. Aunque los detalles están envueltos en misterio, la Hermandad y los Cazadores de Brujas formalizaron sus lazos de unión en un cónclave secreto al que se suele llamar entre susurros, la Asamblea de Nephilim.

En la asamblea, se declaró que las órdenes militantes del Adepta Sororitas se pondrían a disposición del Ordo Hereticus siempre que recibieran dicha orden por parte de un Inquisidor debidamente nombrado, formando así la cámara militante de los Cazadores de Brujas. La Hermandad seguiría estando bajo el auspicio de la Eclesiarquía de forma permanente y retendría los derechos y las responsabilidades que le habían sido concedidos por Sebastian Thor. Hay quienes dicen que esto sucedió de esta manera porque los Altos Señores de Terra, en particular el representante de la Inquisición en el Senatus Imperialis, no estaban dispuestos a permitir que la Eclesiarquía incumpliera el espíritu, y aún menos, la ley escrita del Decreto Pasivo. Bajo el decreto de la Asamblea de Nephilim, la Eclesiarquía retendría a las Hermanas de Batalla como fuerza de combate y el recién formado Ordo Hereticus adquiriría una Cámara Militante totalmente leal.

También se rumorea que la información que Dominica y sus hermanas recibieron al ser presentadas ante el Trono Dorado coincidió de algún modo con los misteriosos objetivos del Ordo Hereticus. Se desconoce con exactitud cuál es la secreta misión conjunta que desempeñan ambas organizaciones, aunque es posible que esta sea solo conocida por los miembros de mayor rango y que muchos herejes hayan perecido víctimas de insoportables dolores como castigo por buscar tales conocimientos.

Fue en este momento que Sebastian Thor realizó la división principal del Adepta Sororitas entre dos Grandes Conventos. Cada uno de los Conventos es una estructura tanto física como organizativa: un par de enormes complejos fortificados de santuarios a través de los cuales se gobierna la miríada de subdivisiones del Adepta Sororitas.

El Convento Sanctorum tiene su base en el planeta Ophelia VII, el más antiguo de los mundos cardenalicios. Sus campanarios de un quilómetro de altura están separados por hileras de estatuas de santos, mientras que sus mazmorras se hunden profundamente en las entrañas de la tierra, donde los gritos de los blasfemos torturados resuenan sin cesar en el interior de incontables celdas y cámaras. Ophelia VII ocupa el segundo lugar en santidad solo después de la Sagrada Terra, donde se encuentra el Convento Prioris. Construido a partir de los escombros del Palacio Eclesiarcal al final del reinado tiránico de Vandire, sus agujas doradas sobresalen majestuosamente en la atmósfera superior.

Ambos Grandes Conventos fueron establecidos por Sebastian Thor tras su nombramiento como Eclesiarca, y aparte de pequeñas diferencias observables, son funcionalmente idénticos. Sin embargo, la división del Adepta Sororitas en estos dos Conventos es parte de un diseño más amplio para garantizar que ningún Alto Señor pueda jamás alcanzar el poder que tuvo Vandire en su momento. El Santo Sínodo en Terra, encargado de difundir la ley eclesiarcal, también fue dividido de manera similar, por lo que se creó el Sínodo Ministra que se estableció junto con el Convento Sanctorum en Ophelia VII. Así dividido, el Adeptus Ministorum y su fuerza militante tenían una medida de defensa contra la manipulación, con cada una de sus mitades monitoreando la fe y la pureza de la otra.

La expansión[]

Con el tiempo las órdenes militantes fueron creciendo y extendiéndose como organizaciones grandes y poderosas y en 378.M36, el sucesor de Sebastian Thor, el Eclesiarca Alexis XXII, decretó que cada uno de los dos conventos se dividiera a su vez en dos órdenes militantes. El Convento Prioris se dividió en la Orden del Cáliz de Ébano, cuya primera líder fue Dominica, y en la Orden del Sudario de Plata, dirigida por Silvana. El Convento Sanctorum se dividió en la Orden del Corazón Ardiente, encabezada por Katherine, y la Orden del Corazón Valeroso, bajo las órdenes de Lucía.

Organigrama sororitas

A finales del M36, las hermanas de batalla se habían convertido en sinónimo del poder temporal de la Eclesiarquía, hacían cumplir su dogma y llevaban a cabo sus guerras por toda la galaxia, además de apoyar al Ordo Hereticus en su función de cámara militante. Las órdenes se extendieron y establecieron conventos subsidiarios en planetas clave de todo el Imperio. Dominica, Katherine, Silvana y Lucía, que habían sido declaradas Santas en vida, llevaron a cabo hazañas que acabarían por hacerse legendarias incluso en una galaxia llena de leyendas. No obstante, fueron martirizadas por hombres celosos de su fe y de su pureza. Cuando Katherine fue asesinada por el Aquelarre de Mnestteus, su orden pasó a llamarse la Orden de Nuestra Señora Mártir, por lo mucho que sus hermanas lloraron su muerte.

En 878.M38, el Eclesiarca Deacis VI, creó dos órdenes más: la Orden de la Rosa Ensangrentada, con base en el Convento Sanctorum, y la Orden de la Rosa Sagrada, con base en el Convento Prioris. Ambas fueron fundadas por grupos de hermanas que veneraban a las otras dos compañeras de Dominica: Mina y Arabella y, aunque estas mártires nunca llegaron a dirigir a sus órdenes en batalla, cada una de ellas fue fundada en su nombre; La Rosa Ensangrentada en honor a Mina y la Rosa Sagrada en honor a Arabella.

Mientras el 41M llegaba a su fin, las Adepta Sororitas se vieron involucradas en varios de los conflictos más infames de los que se tiene memoria.

En Armageddon, la Orden de Nuestra Señora Mártir sufrió bajas tan graves y numerosas por parte de los Orkos que cambió sus libreas y pasó de vestir túnica negra a vestir túnica roja, para honrar el martirio de sus hermanas que cayeron en la Colmena Tempestora.

Al término de aquel turbulento mileno, las Hermanas de Batalla del Adepta Sororitas se encontraron entre la multitud de defensores de la Puerta de Cadia, preparadas para sacrificarlo todo por el futuro del Imperio y de la Humanidad, con una fe que es un arma tan potente como sus bólteres y una devoción que es un escudo tan fuerte como su armadura.

Origen de las Órdenes Militantes Menores[]

Adepta sororita

A medida de que la cantidad de guerreras de las órdenes militantes fue creciendo y pasó de un par de millares a ser decenas de miles, los conventos subsidiarios empezaron a cobrar importancia.

Aquellas bases pequeñas y aisladas solían ser perfectas para responder a las peticiones de ayuda del Ordo Hereticus, así que con el tiempo acabaron por independizarse de las órdenes que las habían fundado y establecieron sus propias tradiciones, doctrinas, libreas y títulos. A pesar de que las seis órdenes originales son con mucho las órdenes militantes más activas y con más integrantes de todas, las nuevas órdenes militantes menores u Ordines Menores se hicieron especialmente útiles en las frecuentes batidas de pureza y misiones llevadas a cabo por los Cazadores de Brujas. En teoría, las líderes de estas Órdenes militantes menores deberían responder ante las líderes de las Órdenes "primarias" de las cuales nacieron.

Algunas de estas Órdenes militantes menores serían:


Reclutamiento[]

"No es suficiente servir al Emperador, o incluso amarlo. Debes entregarle a Él todo lo que tuviste, todo lo que tienes y todo lo que tendrás. Debes entregarte total y completamente a Su voluntad divina y convertirte en un recipiente de esa voluntad. Sólo entonces tu sacrificio será adecuado."

De la Regla de las Sororitas.

La mayoría de las reclutas del Adepta Sororitas son elegidas de la Schola Progenium, identificadas por las Abadesas Instructoras como candidatas adecuadas desde su temprana edad. Algunas de ellas pueden ser transferidas desde organizaciones externas, en particular desde las filas de los siervos de la Inquisición, aunque es relativamente inusual y únicamente se acepta tras largas consideraciones.

Habiendo sido identificada como candidata a la hermandad, es enviada a uno de los dos conventos, donde será sometida a un largo y arduo régimen de pruebas destinadas a evaluar su idoneidad e identificar cuál de las distintas órdenes sería la más adecuada para ella. Independientemente del tipo de orden a la que eventualmente llegará a unirse, todas las candidatas reciben una extensa instrucción sobre las tradiciones del Adepta Sororitas y la mayoría recibe un mínimo de instrucción militar.

Una vez que una hermana es juzgada digna de unirse a la hermandad y ha recibido su formación básica, las candidatas son reunidas en el gran salón del convento ante las Canonesas y Palatinas de las órdenes a las que serán asignadas. Estas congregaciones van desde grandes ceremonias que involucran a varios miles de nuevas hermanas y se prolongan durante varios días y noches a eventos más reducidos donde únicamente un puñado de candidatas se reúnen en el gran salón.

Uno por uno se anuncia el nombre de cada candidata y la orden a la que se unirá para comenzar su vocación. Una vez asignada a su orden, la hermana comenzará una período de entrenamiento y adoctrinamiento aún más riguroso del que se dice que nunca terminará hasta que muera y se siente a la derecha del Emperador.

Santas en Vida[]

Adepta sororitas

Santa en vida

Las heroínas más grandes del Adepta Sororitas pueden, bajo las circunstancias más excepcionales, ser declaradas Santas en vida. Tal ascensión sólo puede producirse un puñado de veces cada milenio y cuando ocurre es motivo de gran júbilo en todos los planetas del Imperio.

Antes de declarar a alguien Santa en vida, un cónclave conjunto de la Inquisición y la Eclesiarquía debe confirmar primero que dicha declaración es cierta y el individuo en cuestión es justo y puro. Algunas de estas asambleas han llegado a durar años, durante los cuales las distintas facciones discuten una y otra vez hasta alcanzar un acuerdo. Lógicamente, entre los más fervorosos partidarios de la beatificación se encuentran los Thorianos. Esta facción de la Inquisición considera que el gran santo Sebastian Thor era en realidad el medio ante el cual el Emperador pudo participar directamente en el curso de la historia y que en los incontables billones de miembros de la humanidad existen otros ejemplos de tal magnificencia. Otros, obviamente miembros del Ordo Malleus, se oponen a estas teorías, ya que ven en ellas la amenaza de la dominación por parte de los habitantes de la disformidad.

Una Santa en vida es un ángel vengador, un ser terrible y maravilloso de contemplar, pues brilla con la más pura de las luces y lleva la muerte y la destrucción al impuro. No obstante, no deja de ser cierto que las llamas que brillan el doble, también se consumen el doble de rápido, una profecía que se acaba cumpliendo por su propia naturaleza, ya que ningún ser humano es capaz de manejar tal poder para siempre.

De ahí el nombre de "Santa en vida", pues la ascensión es a la vez su martirio y su muerte.

La Hermandad y los Cazadores de Brujas[]

Hereticus icon

Símbolo del Ordo Hereticus portando la Flor de Lis, muestra de la unidad de las dos organizaciones.

A lo largo de la historia, las Adepta Sororitas han sido vitales en una multitud de intervenciones militares, algunas de las cuales, a instancias del hermético Ordo Hereticus, puede que nunca se incluyan en la historia oficial del Imperio. Santa Aspira, la decimoctava canonesa de la Orden de la Rosa Ensangrentada, condujo a sus hermanas a una guerra de fe contra el Tirano de Denescura y liberó cien planetas con una fuerza formada por sólo mil guerreras. O cuando el Archiconfesor Cornelius predicó la guerra de la fe en la que los demagogos del Cisma de la Segunda Aureola acabaron ardiendo en piras de veinte metros de alto, fueron las hermanas de la Orden de la Rosa Sagrada las que eliminaron la fanática defensa del culto del Palacio del Resplandor. O cuando el famoso Confesor Petasus llevó a cabo su cruzada contra los mutantes de Charak, fueron los lanzallamas de la Orden del Sudario de Plata, a las órdenes de la Canonesa Preceptora Chrisima, los que purificaron las calles de la maligna mancha de la desviación genética.

A pesar de que no existen registros completos de los hechos que puedan confirmarlo, se cree que fue la Orden de Nuestra Señora Mártir, bajo las órdenes del Cazador de Brujas Tannenburg del Ordo Hereticus, la que cayó sobre el Scriptorum de San Garrat, arrastró a cientos de escribas del Adeptus Terra hasta las cámaras de tormento de Némesis Tessera y prendió fuego al scriptorum. Los adeptos presentaron quejas formales a las más altas autoridades de Terra, pero estas fueron silenciadas cuando el Inquisidor Tannenburg aportó trescientas tinajas de muestra, cada una de las cuales contenía los restos conservados de un escriba con sus mutaciones anteriormente ocultas a la vista de todo el mundo. Dentro de sus tinajas, todos ellos tenían una mirada de terror mudo y mortal y su repugnante apariencia formaba una clara evidencia de los horrores que se escondían en el mismo corazón del Administratum.

Defensoras de la Fe[]

Adeptas Sororitas Slaanesh

El Adepta Sororitas es solo una parte de la Eclesiarquía, y mientras los cardenales, misioneros y predicadores tienen la tarea de difundir y mantener la fe del Imperio, la Hermandad se encarga únicamente de mantener su santidad. Como tal, no se preocupan por convertir a los habitantes de mundos redescubiertos, ni dar sermones advirtiendo a las masas contra las tentaciones de la herejía. Ellas llevan a cabo el deber sagrado de aniquilar a aquellos cuya infidelidad los ha colocado más allá de la esperanza de redención.

Esto no quiere decir que las Sororitas sean menos piadosas que otros miembros de la Eclesiarquía. Cuando no están en el campo de batalla, pasan su tiempo con devoción dirigidas por su Canonesa y orando a los santos del Imperio para que las guíen. Pero estos actos de adoración también se trasladan a su entrenamiento y prácticas marciales. Para una Hermana de Batalla, el mantenimiento adecuado de su equipo de guerra es tan vital como la recitación adecuada de votos y catecismos. El acondicionamiento físico va de la mano del acondicionamiento espiritual, porque aprenden que un alma está mejor protegida por el cuerpo en el que está alojada. Los simulacros de combate se llevan a cabo con la misma devoción que el ritual más sagrado, y cuando están en el campo de batalla, las Hermanas entonan himnos que sirven como fundamentos de fe y mantras de violencia.

Cuando las Sororitas van a la guerra, no es solo para exterminar a los impuros, sino para resantificar los territorios a través de los cuales se ha extendido la mancha de la herejía. A menudo avanzan a una zona de guerra utilizando capillas de batalla móviles o dejando caer colosales cátedras de invasión desde la órbita. Braseros ardientes rugen sobre estas bases de operaciones avanzadas, mientras que torrentes de agua bendita salen a raudales de las bocas de las gárgolas adamantinas en lo alto de las agujas. Luego, las Adepta Sororitas establecen un área en expansión de tierra sagrada, en la que hasta el último enemigo ha sido derribado y hasta el último icono profano y símbolo herético ha sido arrojado a las llamas.

Esta purificación puede llevar horas, días o meses de sangrienta batalla, durante la cual se establecen santuarios defendibles al Dios Emperador y se transportan más fortalezas móviles al frente. Cuando el último campo de batalla se ha convertido en una llanura humeante de cenizas y el enemigo se ha reducido a montones de cadáveres dispersos, la mayoría de las Hermanas siguen adelante en su misión y parten del lugar. Su tarea principal es limpiar y consagrar el dominio del Dios Emperador, y solo quedan pequeños contingentes en su retaguardia para aplastar cualquier levantamiento posterior. Para las Adepta Sororitas, este método de guerra es el máximo servicio para Él: el Imperio es su cuerpo, la Humanidad su sangre, y por su mano ambos se mantienen puros.

La leyenda dice que la fe de las Adepta Sororitas es tan fuerte que ningún psíquico jamás podrá romper su convicción, que solamente la brujería más monstruosa podría poner en peligro su pureza. Se dice que cuando una Hermana atraviesa un momento de verdadera piedad, el virtuoso momento de mayor sacrificio en nombre del espíritu del Dios-Emperador, el escudo de fe que la rodea podrá resistir cualquier ataque por parte de la mente más aberrante y profana. Para alcanzar tal nivel de devoción, las Hermanas de Batalla entonan el Fede Imperialis, las sagradas palabras de la Fe Imperial:

"Espíritu Dominatus, Domine líbranos de los relámpagos y la tempestad, Imperator líbranos. De la peste, el engaño, la tentación y la guerra, Imperator líbranos. Del azote del Kraken, Imperator líbranos. De la blasfemia de los Caídos, Imperator líbranos. De la maldición de los mutantes, Imperator líbranos. De una muerte perpetua, Domine líbranos."

Fede Imperialis, extracto

Organización[]

Sororita canonesa wikihammer

Canonesa

Las Hermanas del Adepta Sororitas se organizan en Órdenes, cada una de las cuales está bajo el gobierno de uno de los dos Grandes Conventos. Aunque una Hermana normalmente permanece en la misma Orden hasta que su alma es reclamada por el Emperador, no es extraño que una Sororita cambie de una Orden a otra, particularmente si ha sufrido heridas graves que requieren que intercambien servicios de combate por deberes ministeriales o ceremoniales.

Cada Orden tiene al menos un santuario: un enclave parecido a una fortaleza en el que sus Hermanas viven, oran y se entrenan. Las Órdenes más grandes tienen múltiples santuarios repartidos por las parroquias que supervisan, con contingentes de Hermanas estacionadas en cada una.

Las Órdenes del Adepta Sororitas más conocidas son las Órdenes Militantes, también conocidas como las Hermanas de Batalla. Las guerreras de entre sus filas se dedican a lograr la pureza de espíritu a través de la perfección marcial y siguen los regímenes y doctrinas de entrenamiento más estrictos establecidos por las Hijas del Emperador. El número de Hermanas que componen las Órdenes Militantes palidece en comparación con la enorme escala de soldados que posee el Astra Militarum, pero las Adepta Sororitas cuentan con un grado de destreza marcial de élite que es casi incomparable entre la Guardia Imperial. Una novicia de una Orden Militante podría vencer a cualquier soldado excepto al sargento más veterano en combate singular, mientras que las Hermanas de batalla más poderosas son iguales a los Marines Espaciales en habilidad y tenacidad.

Donde la mayor parte de las fuerzas militares del Imperio comprenden las culturas abigarradas de miles de mundos, las Hermanas de cada Orden están unidas entre sí por la misma fe y enseñanzas, dejando a un lado las trampas de la sociedad en la que nacieron para que poder servir mejor al Emperador. El mismo justo celo fluye por las venas de cada Hermana, llevándola a masacrar a tiranos herejes e inmolar monstruosidades xenos en las formas practicadas por las Hijas del Emperador. Sin embargo, existen algunas diferencias entre las Órdenes en términos de ritos, prácticas y la forma en que desatan la ira de la Eclesiarquía sobre los incrédulos.

Algunas de estas diferencias han surgido a partir de ciertas doctrinas marciales que se han afinado hasta alcanzar la perfección absoluta, lo que permite que una Orden se enfrente mejor a los enemigos que encuentra con más frecuencia. La "conflagración que avanza", adaptada por la Orden de Nuestra Señora Mártir de la antigua técnica de la "marcha de las llamas", se ha utilizado para incinerar incontables miles de turbas Orkas en la Tercera Guerra por Armageddon. Muchas Órdenes también basan sus prácticas espirituales y militares directamente en una de las seis Matriarcas: las guerreras elegidas que fueron llevadas a la cámara del Trono Dorado al final del Reinado de Sangre. Estas matriarcas son veneradas como modelos de virtud y violencia, las sirvientes más bendecidas del Emperador, y aunque cada una fue martirizada en milenios pasados, sus santas obras de ira y fortaleza todavía son emuladas por las Sororitas.

La Hermandad normalmente se asocia con las Hermanas de Batalla de las Órdenes Militantes, pero esta no es su única función dentro del Imperio. Existen otras tres órdenes mayores en el Adepta Sororitas, y muchas órdenes más que quizás sólo cuentan con un centenar de miembros cada una.

Todas las Órdenes de la Hermandad están repartidas entre los dos planetas principales de la Eclesiarquía: Terra y Ophelia VII. El Adepta Sororitas posee un gran Convento en cada uno de los planetas, que sirve de hogar para los miembros de todas las Órdenes. La mayor parte del tiempo, las Hermanas no viven en esos convento, si no que están cumpliendo alguna misión en lugares remotos del Imperio. Sin embargo, todos los Conventos bullen de actividad con las nuevas reclutas y el personal administrativo, incluso cuando la mayor parte de sus miembros están combatiendo en una Guerra de la Fe o cumpliendo alguna otra misión.

Al frente de cada Convento se encuentra una Priora, que sólo debe responder ante el mismísimo Eclesiarca. Las Prioras tienen a su servicio un gran equipo de personal administrativo y entre ellas forman el segundo escalafón de la autoridad espiritual de la Hermandad sólo por debajo del Eclesiarca. Los servicios religiosos y las ceremonias más importantes son oficiadas por la Priora, que también es la principal guardiana de las almas de sus Hermanas. Las Prioras son elegidas entre las Hermanas de las diversas Órdenes. Y aunque su lugar está al frente del gobierno del Convento, las Prioras no dejaran de acompañar a sus subordinadas en caso de necesidad. Por ejemplo, no es infrecuente que una Priora acuda junto a sus Hermanas de Batalla a un Guerra de Fe.

Estructura jerárquica[]

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Esta jerarquía también se aplica a las órdenes dialogantes, hospitalarias, famulatas, etc. Estas órdenes suelen operar en los niveles inferiores, principalmente misiones y comendadorías, con una preceptoría como nexo de unión. Por ejemplo, una misión de la orden famulata puede estar formada por un puñado de Hermanas enfrascadas en una delegación comercial interplanetaria, mientras que una comendadoría de una órden hospitalaria podría componer la plantilla de Hermanas que trabajan en un hospital de campo o campo de refugiados.

Orden[]

La Orden está dirigida por una Canonesa que suele recibir el título de Canonesa Superiora. Una Canonesa de una orden menor en teoría está por debajo de la canonesa de la orden superior a partir de la cual se formó su orden.

En cada Orden, la Canonesa y sus Hermanas Superioras se encargan del entrenamiento de las nuevas reclutas, del cumplimiento de las sesiones de rezos regulares (normalmente varias al día) y el mantenimiento de sus propios asuntos. Parte del puritano estilo de vida de la Hermandad se basa en el aislamiento, por lo que tan sólo la Canonesa y las Hermanas Superioras más experimentadas se encargan de las relaciones con el exterior, incluso con otras Hermanas de Órdenes distintas. Las Hermanas están totalmente consagradas a una misión o disciplina, y no toleran distracción alguna de sus estudios.

Preceptoría[]

Algunas órdenes, sobre todo las órdenes mayores, mantienen conventos subsidiarios, a los más grandes se les llama preceptorías. El término también se utiliza para definir la unidad organizativa más grande que una orden es capaz de desplegar, que alcanza un millar de Hermanas de Batalla emplazadas en la misma localización. La canonesa a cargo de una preceptoría recibe el título de Canonesa Preceptora.

Comendadoría[]

Es el término utilizado para describir un convento pequeño, no más grande que una capilla y una guarnición de Hermanas de Batalla emplazada para defenderla. Toda comendadoría depende de una preceptoría y el término también se usa para describir una subdivisión de una preceptoría que tiene el tamaño de una compañía y está formada por un máximo de 200 Hermanas de Batalla. A las canonesas al mando de una comendadoría se les llama Canonesas Comendadoras.

Misión[]

La misión es la unidad de menor tamaño del Adepta Sororitas y normalmente se compone de varias escuadras unidas para alcanzar un objetivo específico. Una misión puede estar a las órdenes de una Palatina o de una canonesa de rango superior dependiendo de la importancia del objetivo.

Órdenes Militantes[]

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Hermana de Batalla de la Orden de Nuestra Señora Mártir

Las Órdenes más conocidas de la Hermandad son las Órdenes Militantes. Estas Hermanas de Batalla siguen las doctrinas originales de las Hijas del Emperador. Buscan la perfección en sus habilidades marciales para purificar sus mentes y consagrarse al Emperador.

Los deberes cotidianos de las órdenes militantes son muchos y variados, bastantes diferentes en su función como cámara militante del Ordo Hereticus. Cada planeta de cierta importancia del Imperio forma parte de una de las diócesis cardenalicias y contiene por ella como mínimo una catedral eclesiárquica y multitud de sirvientes, dignatarios y clérigos. Una concentración tal de poder eclesiárquico debe estar bien defendida, de modo que en la mayoría de estos lugares existe una fuerza significativa de Hermanas de Batalla. Las Hermanas proporcionan una presencia visible y protegen lugares sagrados, escoltan a los jerarcas y garantizan que el ciudadano común muestre el debido respeto en presencia de los altos cargos de la Eclesiarquía y que las arcas se llenen durante la temporada de recaudación.

El Imperio está atravesado por una compleja red de rutas de peregrinaje y las Hermanas son responsables de mantener la seguridad de aquellos que viajan por ellas. Son muchos los desdichados viajeros que, tras sufrir las emboscadas de piratas o de forajidos al atravesar el vacío espacial o zonas peligrosas y aisladas, han sido salvados de una vida de esclavitud gracias a la oportuna intervención del Adepta Sororitas.

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Iconografía del Adepta Sororitas

Cuando la Eclesiarquía declara una guerra de fe, debe seguir los principios formulados por el Decreto Pasivo, según el cual la única fuerza de combate que dispone es el Adepta Sororitas exclusivamente formado de mujeres. Junto con las Fratrías Militantes, las Hermanas persiguen a los enemigos del Credo Imperial. Con sólo pronunciar una palabra, un pomposo confesor puede predicar la destrucción de un planeta excomunicado y, cuando se requieren tales medidas, son las fanáticamente leales Hermanas de Batalla las que encabezan la marcha y eliminan a los enemigos del Emperador sin compasión ignorando las blasfemas declaraciones de inocencia que saltan a sus oídos.

Cuando no participan activamente en las guerras de la Eclesiarquía, las Hermanas de las órdenes militantes dedican su tiempo a la plegaria y el entrenamiento. De hecho, para el Adepta Sororitas ambas disciplinas son casi inseparables. Una hermana puede dedicar muchas horas a permanecer arrodillada ante el gran altar de su convento ayunando y meditando acerca del significado de un pasaje de las Letanías de Fe antes de obtener una profunda visión al concluir su vigilia. Para las Adeptas Sororitas, la penitencia y la automortificación forman una parte vital de su vida como devotas sirvientes del Emperador, pues solamente a través de una extrema abnegación puede una persona llegar a hacerse una mínima idea del sacrificio que el Señor de toda la Humanidad llevó a cabo por sus fieles súbditos.

Entrenamiento[]

El régimen de entrenamiento que llevan a cabo las Hermanas de Batalla de las órdenes militantes se deriva de los valores marciales originales de las Hijas del Emperador, que fueron asentados en un principio por las amas de las Hijas en su fuerte sagrado de San Leor. Durante milenios las Hermanas han practicado su original método de guerra combinando la doctrina de combate y la plegaria, lo que les permite realizar hazañas en el campo de batalla que parecen milagrosas a los ojos de los indoctos. Las mejores practicantes de estas artes son las Hermanas Serafines y Celestes, cada una de las cuales practica diversos estilos de combate que les permiten realizar misiones muy específicas en el campo de batalla. Las Hermanas Serafines utilizan retrorractores y son expertas en el combate cuerpo a cuerpo, mientras que las Hermanas Celestes suelen desplegarse como escoltas de las líderes del Adepta Sororitas y concentran su ira contra los impíos y en proteger a la persona a su cargo. Solo gracias al constante y riguroso entrenamiento y plegaria pueden estas especialistas mantener su pericia.

Cuando Sebastian Thor ocupó la posición de Eclesiarca apenas tenía 4000 Hijas del Emperador a sus órdenes. Después de la fundación del Adepta Sororitas, estas guerreras fueron divididas entre los Conventos de Ophelia VII y Terra (el Convento Sanctorum y el Convento Prioris, respectivamente). Cuando las reclutas volvieron a llegar desde la Schola Progenium, las filas del Adepta Sororitas aumentaron hasta disponer de más de 10000 combatientes. Alexis XXII que sucedió a Thor dividió cada uno de los Conventos en dos Órdenes, fundando las Órdenes Militantes del Cáliz de Ébano, del Corazón Valeroso y del Sudario de Plata.

Dos mil quinientos años más tarde Deacis VI creó dos Órdenes Militantes más (las Órdenes de la Rosa Ensangrentada y de la Rosa Sagrada), y los edificios de los Conventos tuvieron que ampliarse para acomodar a casi 15000 guerreras en cada uno. En los últimos años, el número de miembros de las Órdenes Militantes ha disminuido ligeramente, y cada Orden posee entre 3000 y 4000 Hermanas de Batalla, de las cuales quizás entre 500 y 750 están entrenadas como Serafines.

Estas guerreras están dispersas por toda la Galaxia en varias zonas de combate durante largos períodos de servicio. El número de miembros de una Orden crece y decrece irregularmente, dependiendo de la calidad de las reclutas disponibles y las bajas sufridas en combate. A veces, una Orden puede contar con no más de unos cientos de guerreras, mientras que en otras ocasiones puede llegar a alinear un máximo de seis o siete mil combatientes por el Emperador. Normalmente no todas están en primera línea, sino que se deja una reserva de unos miles de Hermanas de Batalla y Serafines por si se necesitara su intervención.

Rangos de las Órdenes Militantes[]

Novicia[]

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Adepta Sororita en oración

Este es el rango más bajo en el Adepta Sororitas. Las normas en la Orden son muy estrictas y la Hermana Novicia deberá soportar muchas dificultades durante su entrenamiento. Abnegación, rígida disciplina y contemplación religiosa serán partes indivisibles de su rutina. No sólo estarán armadas con las habilidades necesarias para defender el Ministorum, sino también con una formación que les enseñará a avivar las llamas de su fe para convertirla en un fuego rugiente.

Hermana Acólita[]

Debido a los estrechos lazos entre el Ordo Hereticus y el Adepta Sororitas, no es extraño que las hermanas sirvan en las filas de la Inquisición como parte de su vocación. Las hermanas escogidas para desempeñar un servicio determinado junto al Ordo Heréticus suelen ser las más capaces y autosuficientes de su clase de Noviciado, demostrando la suficiente fortaleza para soportar los rigores y peligros de dicho deber. Estas hermanas suelen volver a la Orden habiendo afirmado sus convicciones y perfilado sus habilidades. Además, el haber sobrevivido largos periodos de servicio con la Inquisición demuestra un alto valor para la Orden en su guerra eterna contra la herejía y la traición por lo que el destino les reserva un alto rango entre sus hermanas.

Hermana Constancia[]

En la fase final del Noviciado, antes que sean introducidas como hermanas de pleno derecho, el aprendizaje de las novicias abarca el uso del armamento sagrado de la Cámara Militante como el bólter y la resistencia a los engaños de la herejía. En este rango, la novicia confirma su completa devoción al Credo Imperial.

Dialogante Avanzada[]

La Dialogante Avanzada es un rango dentro de las Órdenes Dialogantes. Son las hermanas que focalizan su atención en las artes de los eruditos, sirviendo como traductoras y consejeras expertas para las autoridades imperiales y/o planetarias en muchos campos. La armadura de su fe las hace mucho menos corruptibles y orgullosas que otros consejeros. Las artes de las Hermanas Dialogantes son de uso obvio tanto para el Adeptus Ministorum como particularmente para los Ordos de la Inquisición, ya que son expertas en descifrar códigos ocultos y referencias oscuras, arrastrando el menor indicio de herejía hacia la luz.

Famulata Avanzada[]

Un rango común entre las Hermanas de las Órdenes Famulatas, quienes se dedican a la diplomacia y a las refinadas artes de la negociación. Son expertas en tratar con los diferentes Adeptus Imperiales y en crear alianzas y acuerdos entre facciones enfrentadas, gremios y casas nobles de los diferentes mundos imperiales. Su meta principal es mantener el orden y la estabilidad del Imperio y asegurarse que los que gobiernan o sostienen las líneas del comercio también trabajen con esos objetivos. Su tarea sin embargo, les permite investigar de manera encubierta la posible existencia de corrupción o herejía.

Nunciatura[]

El rango de Nunciatura o “mensajera” se otorga a aquellas hermanas de las Órdenes Dialogantes o Famulatas que sobresalen no solamente en sus deberes y obligaciones sino que son también notables por sus habilidades en el liderazgo y en la experiencia en el trato con la jerarquía del Imperio. Tales hermanas son a menudo designadas para que actúen por cuenta propia para representar a la Orden o para que sirvan como consejeras privadas de personalidades importantes como por ejemplo Inquisidores o Comandantes Imperiales.

Hermana Hospitalaria

Hermana Hospitalaria

Hospitalaria Avanzada[]

Un rango entre las hermanas de las Órdenes Hospitalarias, las cuales sirven como médicos y ofrecen cuidados paliativos en zonas de desastres o en los frentes de las muchas zonas de guerra del Imperio. Para los ciudadanos comunes, son figuras santas irreprochables, pero no son más indulgentes o compasivas que cualquier Orden Militante en cuanto a la lucha contra la herejía o los Poderes Ruinosos se refiere.

Hermana Curia[]

Un rango más alto dentro de las Hermanas de las Órdenes Hospitalarias. La Hermana Curia ha sido forjada en el crisol de la guerra y la catástrofe y perfeccionada por la fe y la disciplina. Las habilidades de estas hermanas no abarcan solamente las artes de la curación sino también su propia supervivencia personal y la de aquellos bajo su responsabilidad y cuidados en los entornos más letales y situaciones más difíciles. Estas hermanas hospitalarias deben conocer cuándo se debe curar, cuándo se debe aplicar una muerte rápida y piadosa y cuándo estar alerta ante enemigos ocultos.

Almonesa[]

Este es el rango más alto entre las hermanas de las Órdenes Hospitalarias. Estas hermanas están tan endurecidas por los horrores del campo de batalla como cualquier veterano de guerra. Muchas de estas experimentadas hermanas son reclamadas tanto por la Inquisición como por la Guardia Imperial para aplicar sus extensos conocimientos y habilidades en finalidades más oscuras para el Imperio.

Hermana de Batalla[]

La hermana de batalla es el rango básico del Adepta Sororitas después que haya completado su entrenamiento y haya tomado los votos para con el Emperador.

Hermana Militante Avanzada[]

Las hermanas de las Órdenes Militantes son la élite y el despiadado brazo del Adeptus Ministorum y el Ordo Hereticus. Eternamente vigilantes e implacablemente leales al Credo Imperial. Es el siguiente rango de una Hermana de Batalla.

Hermana de Batalla Elohim[]

Cuando las Hermanas de Batalla avanzan y ganan experiencia y habilidades, se les concede la marca de Elohim, significando que voluntariamente han derramado su sangre al servicio del Emperador.

Hermana Superior[]

La Hermana Superior dirige una escuadra de Hermanas de Batalla y es equivalente al grado de Sargento de los Marines Espaciales.

Hermana Cantus[]

En el momento que una hermana alcanza el rango de Cantus significa que domina a la perfección los fundamentos de sus deberes y puede ser escogida para servir dentro de una Orden en particular, pero el Adepta Sororitas exige que cada hermana conozca las habilidades de todas las Órdenes para, de este modo, convertirse en una herramienta de múltiples propósitos en la mano del Emperador (curar, aprender, aconsejar, matar...).

Hermanas Celestes[]

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Hermana Celeste en combate

Las Hermanas de Batalla más experimentadas reciben el grado honorífico de Celestes, destacándolas como valoradas veteranas partícipes de cientos de combates y enfrentamientos. Las Hermanas Celestes son lo más parecido en lo que a fuerza de combate humana se refiere a los superhumanos marines espaciales. Poseen habilidades superiores al resto, una gran experiencia táctica y una resolución inflexible en su fe en el Dios-Emperador.

Hermana Superior Avanzada[]

Este rango lo poseen las hermanas que han sido escogidas y nominadas por sus propias hermanas de batalla, las cuales reconocen su habilidad de mando. Las Hermanas Superiores Avanzadas son líderes inspiradores, actuando en la vanguardia de las fuerzas de la Orden, exigiendo una obediencia total por las normas y una fe inquebrantable a sus subordinados. A menudo se les otorga el mando en los campos de batalla, en los hospitales de campo en zonas de guerra activas o en misiones particulares de investigación, lo que mejor sirva a los propósitos de su Orden.

Hermana Legatine[]

El rango de Legatine se encuentra entre los más altos de cualquier Orden Militante del Adepta Sororitas. Son las guerreras más experimentadas y a la vez sus líderes espirituales más elevados, inspiran una gran devoción entre los que la siguen y son poderes políticos por propio derecho en el Imperio. La mayoría de Legatines sirven como Canonesas Preceptotas, Prioresas o incluso Canonesas Superiores de su Orden.

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Hermana Serafín

Hermanas Serafines[]

Solamente las mejores hermanas de batalla son capaces de ingresar en las filas de las Serafines, las guerreras de élite de las Órdenes Militantes. Las Serafines reciben un entrenamiento y equipo especial y son el equivalente a los marines espaciales de asalto. Las escuadras de Serafines comprenden hermanas de batalla que están entrenadas en el uso de propulsores de salto. Tienen la habilidad de disparar dos pistolas bólter simultáneamente lo que las convierte en expertas en combates cerrados. Las escuadras de Serafines se despliegan como escuadras de ataque rápido y pueden ir acompañadas de una Hermana Superior. Ocasionalmente las Serafines pueden llevar un lanzallamas de mano (una versión reducida del lanzallamas común pero que puede utilizarse con una sola mano) o pistolas Inferno.

Hermanas Dominium[]

Las Hermanas Dominium son hermanas de batalla especializadas en armas especiales como por ejemplo lanzallamas, bólters tormenta y armas de plasma. Cada Orden Militante del Adepta Sororitas mantienen varias unidades de Hermanas Dominium entre sus filas.

Hermanas Vengadoras[]

Las Hermanas Vengadoras son hermanas de batalla equipadas con armas pesadas. Una escuadra de Hermanas Vengadoras está compuesta por entre 4 y 9 hermanas armadas con pistolas bólters y una Hermana Superior armada con una pistola bólter y otra arma de combate cerrado. Si la Hermana Superiora es elevada a Hermana Superiora Veterana, tendrá acceso a la armería de los Cazadores de Brujas y una de las hermanas de batalla de la escuadra podrá ser elevada a Imagificadora . Además, 4 hermanas podrán acceder a armas pesadas como por ejemplo Bólters pesados y Armas de plasma.

Órdenes militantes más importantes[]

Orden del Cáliz de Ébano[]

Artículo principal: Orden del Cáliz de Ébano

Es una de las Órdenes Militantes del Adepta Sororitas. Tiene su base en Terra dentro del Convento Prioris. Sus colores son negro en su armadura, blanco en sus túnicas y rojo en el forro de las mismas túnicas y en sus armas.

Orden del Corazón Valeroso[]

Artículo principal: Orden del Corazón Valeroso

Tiene su base en Terra dentro del Convento Sanctorum en Ophelia VII. Sus colores son negro en su armadura y túnicas, donde también portan una línea blanca, además de guantes del mismo color. Solo portan rojo en su símbolo eclesiarcal. Fue liderada por Santa Lucía, que es venerada por las Hermanas de la misma manera que los Marines Espaciales veneran a los Primarcas.

Orden de Nuestra Señora Mártir[]

Artículo principal: Orden de Nuestra Señora Mártir

Fue fundada como la Orden del Corazón Ardiente. Su nombre es en honor a Santa Katherine, la cual fue martirizada por un culto herético. Tiene su base en el Convento Sanctorum de Ophelia VII. Sus colores son negro en su armadura y rojo en sus túnicas en honor a las hermanas que cayeron en la defensa de la Colmena Tempestora en Armageddon.

Orden del Sudario de Plata[]

Artículo principal: Orden del Sudario de Plata

Fue fundada por Santa Silvana. Tiene su base en el Convento Prioris de Terra. Sus colores son plateado en su armadura y blanco en sus túnicas, adornadas estas con una línea de color rojo. Las armas también son rojas.

Orden de la Rosa Ensangrentada[]

Artículo principal: Orden de la Rosa Ensangrentada

Fue fundada en honor a Santa Mina. Tiene su base en el Convento Sanctorum de Ophelia VII. Sus colores son rojo sangre brillante en su armadura, negro en sus túnicas en la parte exterior y blanco en la parte interior de estas. Sus armas son de color negro.

Orden de la Rosa Sagrada[]

Artículo principal: Orden de la Rosa Sagrada

Fue fundada en honor a Santa Arabella. Tiene su base en el Convento Prioris de Terra. Sus colores son blanco en su armadura y negro en sus túnicas y forros interiores y armas de color rojo.

Órdenes No Militantes[]

El Adepta Sororitas también cuenta con una cierta cantidad de divisiones especiales no militantes. Las más famosas de estas son las órdenes Famulatas, Hospitalarias y Dialogantes.

Órdenes Famulatas[]

Artículo principal: Órdenes Famulatas

Son órdenes del ala no militante del Adepta Sororitas. Proveen asistencia a diplomáticos, altos funcionarios y nobles, ya que tienen excelentes conocimientos sobre las dinastías Imperiales y pueden actuar de manera profesional en disputas sobre sucesiones y otros aspectos relacionados.

Órdenes Hospitalarias[]

Artículo principal: Órdenes Hospitalarias

Ayudan al pobre y curan al herido y al enfermo en la vasta red de hospitales y clínicas de la hermandad. Algunos de sus hospitales son parte de las cruzadas Imperiales.

Órdenes Dialogantes[]

Artículo principal: Órdenes Dialogantes

Ayudan a traducir los innumerables dialectos que se usan por todo el Imperio. Asisten a la Inquisición a la hora de estudiar lenguajes y traducir textos obtenidos de artefactos xenos. Las Hermanas de las Órdenes Dialogantes son a menudo consultadas como expertas por los Inquisidores del Ordo Hereticus en algunas de sus investigaciones.

Equipo de Batalla del Adepta Sororitas[]

Las Hermanas de las Órdenes Militantes siguen las doctrinas de combate establecidas por las Hijas del Emperador, es decir, presionar el ataque hasta que el enemigo esté lo suficientemente cerca como para escuchar sus gritos de arrepentimiento. Para permitir esto, las Hermanas llevan equipo de guerra que proporciona una combinación mortal de capacidades ofensivas y defensivas, sin obstaculizar su movilidad. Cuando las Hijas se incorporaron al Adeptus Ministorum, el anticuado conjunto de armamento de la secta se actualizó para complementar sus capacidades ya letales y proporcionarles la potencia de fuego suficiente para eliminar las amenazas más indomables. Las Adepta Sororitas estaban equipadas con servoarmadura y entrenadas en el uso de vehículos de combate pesados, lo que les permitía avanzar sin obstáculos a través de descargas de fuego de armas ligeras.

Sus armas, originalmente pistolas cortas improvisadas, dispositivos incendiarios simples y armas láser estropeadas, fueron reemplazadas por equipo de guerra que contaba con más poder de detención. Sin embargo, en líneas generales, el armamento seguía apegado al principio establecido por las Hijas de desatar un tipo de "santa trinidad" de potencia de fuego sobre los incrédulos. Actualmente, el primero entre la santa trinidad es el bólter, que dispara con una precisión punitiva y representa la mano del Emperador que señala la condena del hereje. El segundo es el lanzallamas, que escupe chorros de promethium en llamas, y que simboliza la palabra purificadora del Emperador. La tercera es la pistola de fusión, que dispara rayos de energía sobrecalentada que pueden penetrar el adamantium y que simboliza la mirada penetrante del Emperador. Las variaciones de estas armas se utilizan ampliamente en todo el Adepta Sororitas, y en conjunto crean una zona de exterminio de la que las huestes enemigos, ya sean masivas o blindadas, no pueden escapar.

Decreto Illuminat[]

El equipo de guerra del Adepta Sororitas es suministrado por los Tecnosacerdotes de Marte. Cuando las Hijas del Emperador fueron trasladadas a Terra, el Alto Señor Goge Vandire firmó un tratado con Gastaph Hediatrix, el Fabricador General de Marte en aquel momento, con el que sus fervientes guerreras estarían armadas a perpetuidad. Conocido como el Decreto Illuminat, aseguraba que las guardaespaldas eclesiarcales tendrían las herramientas de guerra necesarias para exterminar cualquier amenaza al poder del Alto Señor y por otro lado otorgaba ciertas libertades no reveladas al Adeptus Mechanicus con respecto a la aplicación del Credo Imperial. Después de la ejecución de Vandire a manos de Alicia Dominica y el establecimiento del Adepta Sororitas como la fuerza militante del Ministorum, el Decreto Illuminat fue reafirmado por Sebastian Thor y por todos y cada uno de los subsiguientes Eclesiarcas.

Para las Sororitas, el Decreto no solo es vital para proporcionarles armas y armaduras, sino que simboliza la comunión entre su secta y la de los de Marte para exterminar a Vandire. Por sus palabras, saben que los Adeptos del Omnissiah son verdaderos sirvientes del Emperador, a pesar de la fe inusual de los Tecnosacerdotes.

Cada pieza de equipo suministrada al Adepta Sororitas se lleva primero al Convento Prioris en Terra o al Convento Sanctorum en Ophelia VII. Allí son bendecidas por coros de novicias en ritos que pueden durar días o incluso semanas. Las armas se embadurnan con aceites sagrados y se pulen con telas que han sido tocadas por santos. Cada perno y diente de espada sierra está inscrito con versos del Fede Imperialis, el himno de batalla del Adepta Sororitas, para garantizar que su camino y su mordida sean verdaderos. El equipo especial destinado a ser esgrimido por una Canonesa puede ser rociado con sangre de la Fuente de los Mártires que se encuentra en el santuario interior de cada Convento, antes de ser colocado entre las criptas de los santos caídos para descansar hasta que sea recogido por su portadora.

Una Hermana normalmente hará una peregrinación al Gran Convento de su Orden para que le entreguen su equipo de guerra y, a través de rituales sagrados, su alma quedará ligada a su armamento. A partir de ese día, la Sororitas y el arma operan como una sola para vencer a los enemigos de la fe. Esto no siempre es posible: una Hermana puede necesitar rearmarse durante una guerra en curso, generalmente usando el arma de una camarada caída para seguir luchando. Pero dentro de cada Orden se entiende que usar las armas de otra Hermana es una gran bendición, ya que permite que la guerrera caída continúe luchando, a pesar de que su alma haya sido tomada por el Emperador.

Servoarmadura[]

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Servoarmadura

La servoarmadura que portan las Hermanas de Batalla de las Órdenes Militantes se basan en los mismos arcaicos sistemas de las que llevan los hermanos del Adeptus Astartes. Proporciona el mismo nivel de protección acorazada, aunque debe renunciar a los más avanzados sistemas de apoyo vital y a la capacidad de aumento de fuerza con los que cuentan los Marines Espaciales, dado que a las Adepta Sororitas no se les implanta la interfaz que permite a los Astartes comunicarse normalmente con su propia armadura. A pesar de ello, las Hermanas de Batalla son una de las pocas fuerzas imperiales aparte de los Marines Espaciales a las que se les concede el honor de portar tan formidables armaduras y a las que se entrena al máximo para aprovechar sus capacidades con los más mortíferos resultados.

Cuando no están equipadas con su conocida servoarmadura, las Adepta Sororitas a menudo visten túnicas blindadas. Estas vestimentas son trajes de malla consagrados diseñados tanto para el estudio devocional como para el entrenamiento marcial. Tradicionalmente es utilizado por las órdenes no militantes en sus papeles de apoyo y por las novicias mientras son instruídas en los caminos de la Hermandad pero también sirven como la vestimenta secundaria para una Hermana de Batalla mientras su servoarmadura es reparada o cuando regresan a su Convento. Evitando vestirse con ropa corriente, las túnicas blindadas y las servoarmaduras son el atuendo típico que una hermana de batalla usará durante su vida.

Bólter Modelo Godwyn-Dyath[]

Artículo principal: Bólter modelo Godwyn Dyath

Como arma de uso estándar de todas las Hermanas de Batalla desde la formación de las Órdenes Militantes, el modelo Godwyn-Dyath no ha cambiado en milenios, básicamente debido a su excelente nivel de rendimiento comparado con otras armas de su clase. Sin embargo para las Hermanas de Batalla, el Godwyn-Dyath es mucho más que una mera arma, es un símbolo del divino juicio del Emperador, el primero y más importante de la "santa trinidad" de bólter, lanzallamas y rifle de fusión con las que el Adepta Sororitas lleva la justicia a los muchos y variados enemigos de la Humanidad.

Librea[]

Sororita Hermana de batalla

Hermana de Batalla (ver tatuaje, rosario y sellos de pureza)

La librea de las Hermanas de batalla es específica y diferente para cada una de las Órdenes, y sus colores estarán presentes en su armadura y en sus estandartes. De todos modos cabe destacar que aunque la librea es el símbolo por el que se reconoce a la Orden y como tal conlleva un gran peso en forma de tradición, no es algo que sea inmutable. Un ejemplo de esto es la librea de la Orden de Nuestra Señora Mártir, en la que, el negro de las túnicas fue substituido por el rojo para honrar la memoria de las muchas Hermanas que murieron durante la Tercera Guerra por Armageddon en la defensa de la Colmena Tempestora, y que lleva bordado el versículo del Fides Imperialis, el Himno de batalla del Adepta Sororitas, enmarcado en líneas paralelas de hilo plateado.

Tatuaje de la Flor de Lis[]

Muchas hermanas portan señales de devoción tales como tatuajes, electrotatuajes y cicatrices rituales con las que demuestran su lealtad hacia el Adepta Sororitas, la Eclersiarquía y el Imperio. Entre dichas marcas también se encuentra la Flor de Lis (que es un símbolo de la hermandad) el icono de la Inquisición, rosas, alas y toda clase de variaciones de la iconografía de la Orden.

El Rosario Eclesiástico[]

Toda integrante de la hermandad lleva uno de estos símbolos de la Eclesiarquía alrededor del cuello o colgado de la cintura en una cadenilla de cuentas de adamantio. Cada cuenta representa un acto de penitencia que su portadora ha llevado a cabo, aunque en el caso de los miembros con más años de servicio, cada cuenta puede representar diez, cien o hasta mil actos de este tipo. Las Adepta Sororitas se esfuerzan siempre para rendir honor al sacrificio del Emperador tratando de imitar su ejemplo.

Sellos de Pureza[]

Muchas Hermanas llevan sellos de pureza, unas escrituras y declaraciones piadosas de la santidad de su portador, como protección adicional de la mancha del impuro y el pecador. En el transcurso de la realización de sus deberes, una hermana puede ser testigo de las más terribles visiones, de modo que, cuantos más sellos de pureza porte, más horrores de este estilo habrá tenido que afrontar. Cada sello es una bendición en contra de las fuerzas del desorden, de la disformidad y de la mutación, una súplica al Emperador de protección ante todo mal.

Yelmo Sororitas Modelo Sabbat[]

Este yelmo, el modelo estándar de la mayoría de las Hermanas de Batalla desde M38, cuenta con un respirador integral que le permite a la hermana operar en el vacío absoluto durante limitados periodos de tiempo. El visor ofrece un completo filtro del espectro luminoso y sirve como amortiguador psico-ocular limitado con el que la hermana es capaz de luchar donde un guerrrero peor equipado quedaría sin percepción debido a las condiciones adversas del campo de batalla. El segundo yelmo es una variante del modelo Sabbat que lleva el símbolo de la Flor de Lis de la Hermandad, un honor normalmente reservado a aquellas hermanas que han actuado con un coraje excepcional. También es común entre las escuadras de élite de las hermanas celestes.

Vehículos del Adepta Sororitas[]

Para la Hermandad sus vehículos sirven para una gran cantidad de propósitos, pueden ser usados como medios de transporte o como vehículos de ataque con armamento pesado, pero su función más importante es la de ser templos móviles, adornados con símbolos devotos y detalles ornamentales.Todos los vehículos usados por el Adepta Sororitas son variantes del chasis estándar del Rhino.

Rhino[]

Artículo principal: Rhino

Los Rhinos usados por el Adepta Sororitas están extremadamente decorados con todos los iconos y símbolos sagrados imaginables, como también con todo tipo de actualizaciones como bocinas y munición bendecida.

Immolator[]

Artículo principal: Immolator

Es una variación del Rhino. El Immolator es un diseño exclusivo del Ministorum basado en el omnipresente chasis del Rhino. Los Immolators están equipados con letales lanzallamas, cañones de fusión o bólteres pesados. Aparte de su armamento, el Immolator puede llevar una escuadra hasta el centro del ejército enemigo.

Exorcista[]

Artículo principal: Exorcista

Después del Rhino, el Exorcista es el vehículo más viejo al servicio del Adepta Sororitas. Los tecnosacerdotes encargados del mantenimiento de esta máquina solo logran comprender vagamente su funcionamiento. Cada máquina es una obra de arte única y su misión en el campo de batalla, consistente en proporcionar un devastador apoyo de fuego de largo alcance, es secundaria a su importancia como potente símbolo del poder del Emperador.

Repressor[]

Artículo principal: Repressor

Recientemente implementado en el M41, el Repressor es otra variante del Rhino al que se le han adaptado lanzallamas pesados A diferencia del Rhino, el Repressor no se considera como un vehículo para el frente de batalla, sino para operaciones de combate urbano.

Otros vehículos[]

Castigo del Penitente[]

Artículo principal: Castigo del Penitente

Cuando los crímenes perpetrados por un hereje son tan funestos que ni siquiera la arcoflagelación representaría un castigo suficiente, este puede ser conectado a una de las legendarias y santas máquinas expiadoras conocidas como los castigos del penitente. Impulsada por la fanática ansia de redención del hereje, esta máquina blindada se lanza a la carga contra las filas del enemigo sabiendo que la absolución solo se concede con la muerte.

Personajes famosos[]

Guerras de Fe[]

Estas son algunas de las batallas, guerras o campañas emprendidas por las Hermanas de Batalla:

  • Guerras Benedictinas o La pureza de la causa (020.M37-034.M38) - Esforzándose en olvidar la corrupción de los anteriores milenios, el Adeptus Ministorum busca su penitencia conquistando el Subsector Benedictine, repleto de xenos. Los Templarios Negros enviaron su Capítulo al completo para luchar junto con cinco órdenes de Hermanas de Batalla y enormes ejércitos de la fe. Varios mundos eldar son capturados, y en los conflictos subsiguientes dos Grandes Mariscales son asesinados en rápida sucesión. El propio Eclesiarca declara el fin de la guerra, alegando que se habían alcanzado los objetivos en nombre del Emperador y retirando sus fuerzas. El nuevo Gran Mariscal Constantine, sin embargo, continúa la cruzada y los Templarios Negros, ahora en solitario, limpian con éxito los restantes mundos de xenos.
  • La Guerra de Aschen (307.M40) - La Guerra de Aschen fue una serie de revueltas e incursiones que se desataron en todo el Subsector Aschen entre el 300-307.M40, después de una sangrienta revuelta que inspiró el Culto del Caos en el mundo cardenalicio de Dimmamar y que manifestó cuán tenue era el control imperial sobre la región. Despojada lentamente de gran parte de sus defensas a lo largo de varias generaciones para satisfacer las necesidades de otros conflictos, esta región fronteriza estaba mal equipada para evitar la catástrofe cuando llegó. La respuesta del Imperio estuvo liderada por las fuerzas combinadas de dos Capítulos de Marines Espaciales: los Manos Oscuras y los Exorcistas, respaldados por el 54º y 60º Regimientos de la Guardia Imperial de Necromunda y las Hermanas de Batalla de la Orden del Corazón Valeroso. Los Exorcistas se dieron cuenta con rapidez que una de las claves de la victoria sería localizar y destruir al único maestro oscuro de muchos nombres que acechaban detrás de los diferentes Cultos del Caos en la región, una criatura demoníaca que en Dimmamar era conocida como el Dios de Cuernos. Al final, losExorcistas acorralaron al Príncipe Demonio en las laberínticas ruinas pre-humanas del mundo cementerio de Belphago. Los Exorcistas, con la ayuda de un equipo de ataque compuesto apresuradamente por la Ordo Malleus logró desterrar al vil Príncipe Demonio de nuevo al Inmaterium, pero un tercio del Capítulo de los Exorcistas pereció en el combate. Sin embargo, esta victoria cambió el rumbo de la guerra a favor del Imperio y un año después todo el subsector fue traído de vuelta al redil Imperial.
  • Intervención en Serpheris Secundus (M41) - Varios escuadrones de la Orden del Corazón Valeroso fueron enviados para ayudar a las fuerzas inquisitoriales a sofocar una serie de disturbios mutantes en el planeta Sepheris Secundus, en el Sector Calixis.
  • Persecución de Charak (M41) - Bajo las órdenes de la Canonesa Preceptora Chrisima, la Orden del Sudario de Plata refuerza los pogromos del notorio Confesor Petasus contra los mutantes de Charak, purificando las calles con sus santos lanzallamas de la vil mancha de la mutación genética.
  • La Purga del Scriptorum de Santa Garrat (M41) - Se cree que fue la Orden de Nuestra Señora Mártir, actuando en equipo con el Inquisidor y Cazador de Brujas Tannenburg de la Ordo Hereticus, los que descendieron sobre el Scriptorum de Santa Garrat, arrastrando a cientos de Adeptus Terrascribas gritones a las cámaras de tortura de Némesis Tessera y calcinando el scriptorum. Cuando los Adeptos presentaron una denuncia formal ante los Altos Señores de Terra, fueron silenciados cuando el Inquisidor Tannenburg presentó trescientos frascos de muestras; cada una contenía los restos conservados de un escriba, descubriendo sus mutaciones ocultas ante todos los testigos.
  • Guerra Civil de Magdellan Prime (143-151.M41) - Cuando los seguidores del Culto de Balthalmus hundieron Magdellan Prime en la anarquía y el derramamiento de sangre, las Hermanas de Batalla de la Orden del Cáliz de Ébano se llevan la peor parte de la lucha. El Reclusium del Preceptorio es atacado en varias ocasiones por las hordas enloquecidas, pero resiste ante las pocas probabilidades de que los refuerzos lleguen tiempo. Cuando llega una fuerza de socorro que consta de Marines Espaciales de los Ángeles de Fuego, Hijos del Kraken y Serafines Rojos, las Hermanas de Batalla lanzan un resuelto contraataque y obtienen la victoria.
  • Las Mártires de la Marea Sangrienta (876.M41) - El Caos llega a la Basílica de San Mariel en el mundo de Van Horne en la forma de un Devorador de Almas conocido como el Señor de la Marea Sangrienta. Los primeros en oponerse a las voraces legiones de demonios son las Hermanas de Batalla de la Orden del Cáliz de Ébano, pero poco después de unirse a la batalla se pierde todo contacto con el Adepta Sororitas. Los Demonios son finalmente derrotados con la llegada de la cuarta Hermandad de los Caballeros Grises. Tras la victoria de los Marines Espaciales, se restableció el contacto con el Imperio y se descubre que todas las Hermanas de Batalla en el planeta han caído. A continuación fueron oficialmente elevadas a las filas de los mártires de honor a los ojos de la Hermandad.
  • La Masacre en Santuario 101 (897.M41) - La Fortaleza-Santuario 101 y todas las Hermanas de Batalla en si interior son destruidas Necrones.
  • La Batalla de los Penitentes (938.M41) - Las Órdenes del Corazón Valeroso y Cáliz de Ébano sufren grandes pérdidas contra los Orkos del Kaudillo Hachanegra y son empujados hasta las paredes de la Catedral de San Dufaux. Los atacantes sólo se ven frenados a la determinación inquebrantable y el sacrificio de cientos de Hermanas Arrepentidas. Sin embargo, su martirio les da el tiempo suficiente a las Hermanas de Batalla para abrir las enormes puertas de la catedral. Poco después los pieles verdes son masacrados cuando dos docenas de Castigos del Penitente cargaron por el campo de batalla, tiñéndolo con sangre orka.
  • El Martirio de Praxedes (991.M41) - La Canonesa Praxedes de la Orden de Nuestra Señora Mártir reforzó a los regimientos de la Guardia Imperial sirviendo al mundo cardenalicio de Okassis, poco después del inicio de la Segunda Guerra Tiránida. Cuando los Tiránidos de la Flota Enjambre Kraken asaltaron la Catedral Eclesiarcal, el fuego combinado de Escuadras de Retributores y Exorcistas de la Orden borraron la primera oleada de bioformas, pero la segunda logró abrir brecha en los muros de la Fortaleza-Catedral. Cuando los tiránidos entraron en tromba, Práxedes se enfrentó a un Tirano de Enjambre. Durante la lucha la Canonesa recibió una herida mortal, pero mientras su sangre se escapaba recurrió a sus últimas fuerzas para conseguir un golpe final, destrozando en el cráneo de la bestia con un golpe atronador de su maza de energía. Con la destrucción del Tirano de Enjambre, los tiránidos perdieron toda conexión con la Mente Enjambre y sumiéndose en la anarquía, devorándose en un frenesí caníbal. Las hermanas de batalla no perdieron tiempo en redoblar el asalto, decididas a vengar la muerte de su amada Canonesa. Los xenos restantes fueron barridos, obteniendo el tiempo suficiente para evacuar a los restantes sacerdotes de la Eclesiarquía antes de que los tiránidos lanzaran su próxima oleada.

Conflicto de Canon[]

Hasta el lanzamiento del Codex: Hermanas de Batalla (2ª Edición), el Convento Sanctorum era descrito como localizado en Terra, con el Convento Prioris de Ofelia IV. En la segunda edición del Codex, Gav Thorpe invierte las posiciones de los conventos; también cambió el nombre de Ofelia IV a Ophelia VII.

La siguiente declaración viene del Codex: Hermanas de Batalla (2ª Edición): "Un signo de la fortaleza de las Hermanas es el hecho de que en toda su historia sólo sola hermana, Miriael Sabathiel, ha caído a la tentación del Caos. Cómo cayó Miriael es desconocido, sólo que se apartó de la luz del Emperador para adorar a Slaanesh, y ahora le sirve como uno de los más grandes Campeones del Caos".

Sin embargo, esto entra claramente en contradicción con la novela gráfica Daemonifuge, en la que una Hermana fue seducida por un Navegante (que había sido corrompido por un sirviente demoníaco de Slaanesh) y varias hermanas fueron completamente corrompidas por un Guardián de Secretos. En la novela Cain's Last Stand también se afirma que toda una misión de las Hermanas fueron vistas enfrentándose a fuerzas imperiales junto a Cultistas del Caos y Cain se enfrenta a dos hermanas bajo influencia demoníaca.

Saber más[]

Wikihammer-LVDH v2

Leer más[]

Armamento (Adepta Sororitas).

Citas (Adepta Sororitas).

Galería (Adepta Sororitas).

Miniaturas (Adepta Sororitas).


Fuentes[]

  • Codex: Hermanas de Batalla (2ª Edición).
  • Codex: Cazadores de Brujas (3ª Edición).
  • Codex: Adepta Sororitas (6ª y 8ª Edición).
  • Codex Imperial (2ª Edición).
  • Codex: Tau (3ª Edición).
  • Codex: Necrones (3ª Edición).
  • Codex: Ojo del Terror (3ª Edición).
  • Dark Heresy: Blood of Martyrs (Juego de Rol).
  • Dark Heresy: The Inquisitor's Handbook (Juego de Rol).
  • Imperial Armour II.
  • The 13th Black Crusade (Libro de Trasfondo).
  • Warhammer 40,000: Reglamento (6ª Edición).
  • Fuego y Fe, de James Swallow.
  • Legado, de Matt Farrer.
  • Fuego Cruzado, de Matt Farrer.
  • El Deber llama, de Sandy Mitchell.
  • Hora de Ejecución, de Gordon Rennie.
  • La Legión de los Condenados, de Rob Sanders.
  • Daemonifuge (Novela gráfica), por Kev Walker y Jim Campbell.
  • La Inquisición (Libro de Trasfondo).
  • White Dwarf 269, 293 y 379 (Edición inglesa).
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