Wikihammer 40k

Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

LEE MÁS

Wikihammer 40k
Registrarse
Advertisement
Wikihammer 40k
12 054
páginas
Impriwars banner

Todoestrategia banner

Abaddon Caos 6 Edición Codex Warhammer 40k Wikihammer

Abaddon el Saqueador, Señor de la Guerra del Caos de la Legión Negra.

La 1ª Cruzada Negra fue el primer ataque a gran escala que realizó Abaddon el Saqueador contra el Imperio de la Humanidad desde la caída de Horus. Estalló en el 781.M31, y también se la conoce como la Primera Batalla de Cadia.

Historia[]

Tras acabar con el cuerpo de su Primarca Horus, Abaddon había permanecido dentro del Ojo del Terror, reconstruyendo a la Legión Negra como un reflejo vengativo de su antigua gloria. Al fin regresaron, y el primer capítulo de su larga guerra contra el Emperador estuvo listo para ser escrito con la sangre de los mundos imperiales. Mediante alianzas, amenazas y promesas, Abaddon fue capaz de reunir la mayor fuerza de las Legiones Traidoras vista desde la Herejía, y tomó al Imperio por sorpresa. Los mundos cercanos al Ojo del Terror cayeron en la masacre y el caos cuando las Legiones descendieron de los cielos y los Demonios se abrieron camino hasta la realidad. Solo Cadia, con sus formidables defensas, se mantuvo firme, con sus bravos regimientos luchando desde las imponentes puertas y bastiones de sus ciudades.

Para rechazar la invasión, el Imperio se vio obligado a desviar a muchos de los recién formados Capítulos de Marines Espaciales de la Segunda Fundación desde zonas de guerra de todo el Segmentum Obscurus. Las Legiones Traidoras se solazaron en su regreso del Ojo del Terror, bañándose en la sangre de mundos inocentes y llenando las bodegas de sus naves con esclavos. En una docena de planetas, la Legión Negra demostró ser digna de su caído Primarca y de la habilidad marcial de los Lobos Lunares. Abaddon había elegido bien a sus generales, y cada uno compitió por la gloria mientras la Legión abría una sangrienta herida entre las estrellas.

Zagthean el Roto dirigió a su partida de guerra de la Legión Negra en una orgía de violencia y excesos en el mundo agrícola de Valesia. Para su propio placer oscuro, el caudillo construyó un vasto laberinto de espinas a partir de los huertos de rosas de sangre del planeta, cegando a sus prisioneros y soltándolos en el interior de sus retorcidos túneles, antes de cazarlos a placer. Incontables habitantes pasaron sus últimas y terroríficas horas escuchando desesperadamente en busca de sonidos de persecución, con la piel sangrando por docenas de pinchazos y sus pulmones llenos del enfermizamente dulce olor de las rosas de sangre.

Para no quedarse atrás, Eralak y su Compañía de Rapaxes desataron una sangrienta pesadilla en las colmenas flotantes de Melphia. Matando a millones en su asalto, la partida de guerra de Eralak derribó a docenas de ciudades del cielo arrancando sus complejos dispositivos de suspensión y liberó las energías de sus reactores de plasma sobre las granjas y los campos de la superficie. Creando gigantescos patíbulos a partir de las restantes ciudades arruinadas, el caudillo ahorcó a millones de ciudadanos imperiales, condenando a sus cadáveres a balancearse a la deriva para siempre por los cielos de Melphia para servir como un terrible recordatorio del poder de la Legión Negra.

El mayor logro de la Legión Negra no fueron solo sus brutales victorias, sino también la unidad que había logrado forjar entre los Traidores y sus aliados demoníacos. Aunque los Marines Espaciales del Caos, los Demonios y los herejes se volvían unos contra otros una vez que la resistencia imperial había sido aplastada, en presencia de la Legión Negra mostraban un reticente respeto. Esta era la Legión de miedo y dominación que Abaddon había creado, y sería un ominoso portento del porvenir del Imperio.

La Torre del Silencio[]

Drach'nyen Espada Demonio

Mientras la crueldad de la 1ª Cruzada Negra alcanzaba su cénit, las ciudades ardían y los habitantes de decenas de planetas eran cosechados para alimentar los oscuros deseos de las Legiones Traidoras. Dejando a su Legión Negra continuar con sus brutales ataques y saqueos en mundos imperiales, Abaddon comenzó con sus propios planes. Utilizando las aullantes almas de la Disformidad, nacidas tras tamañas destrucción y sufrimiento, realizó un pacto demoníaco en secreto. A cambio de todo lo que les había ofrecido, los Dioses del Caos otorgaron a Abaddon el secreto de la localización de la Torre del Silencio de Uralan.

Escondida en las sombras del Ojo del Terror, Uralan era un nombre susurrado en leyendas demoníacas como un lugar en el que los propios dioses escondían sus secretos. Siguiendo las indicaciones de sus Hechiceros, Abaddon descubrió un camino hacia Uralan sin necesidad de traspasar la Puerta de Cadia. Junto a una formación de veteranos de la Legión, cada uno curtido en de cientos de batallas, llegó a Uralan y entró en la Torre del Silencio. En ese momento, los guardianes de la Torre despertaron, antiguas creaciones de energía oscura, cuyas garras atravesaban las almas de los Marines.

Tras una cruenta batalla, Abaddon llegó al propio corazón de Uralan. Allí, las oscuras criptas daban paso a la luz y un viento etéreo. La gravedad estaba invertida, y donde antes Abaddon pisaba la tierra, ahora se encontraba en un mundo reflejado. Siguiendo un camino de árboles retorcidos, entró a un laberinto de piedra antigua, que se desmoronaba y volvía a construir ante sus ojos. Lleno de fantasmas y ecos de aquellos que le precedieron, el laberinto era una demente mezcla de nuevo y viejo, de muros que se combaban sobre si mismos en ángulos imposibles. Por lo que pareció una eternidad, Abaddon vagó por el laberinto, luchando contra los espíritus que lo poblaban e intentaban añadirle a sus filas. Finalmente, al final de sus fuerzas, el Saqueador se preparó para un último envite.

Entonces, desde la locura del laberinto, una figura apareció, una forma perfecta envuelta en una luz dorada. Sin una sola palabra, le encomendó seguirle. Aunque Abaddon intentó verle la cara, esta se mantenía siempre oculta tras una capa de luz. La figura le lideró hasta el centro del laberinto, donde una esquirla de pura oscuridad se encontraba suspendida en el aire. Acercándose a ella, Abaddon sintió la empuñadura de una espada contra su mano, y él la arrastró hacia la realidad: ante sus ojos, la espada Drach’nyen tomó su horrible forma. Alzando el arma, Abaddon se giró para conocer el nombre de su dorado guía, solo para descubrir que este ya se había ido.

El ascenso de la Legión Negra[]

Señor del Caos Exterminador Legión Negra

Infundidos con el poder del Caos, el poder y la gloria de la Legión Negra crecieron durante la 1ª Cruzada Negra. Bajo el mando de Abaddon, consiguieron aún más victorias y triunfos. Fue un tiempo glorioso para la Legión, y la violencia y el derramamiento de sangre sirvieron para olvidar parte de las memorias sobre la Herejía de Horus y la derrota a las puertas del Palacio Imperial.

Sin embargo, aun con la masacre y terrible destrucción que causó, la Cruzada llegó a su fin. Respondiendo a la amenaza mortal, el Imperio reunió sus recién fundados Capítulos y Legiones Titánicas y los envió contra los traidores. Aun así, decenas de planetas habían sido silenciados, y millones de ciudadanos imperiales fueron arrastrados al Ojo del Terror en medio de gritos y desesperación. Abaddon había medido el poder de las defensas imperiales y comprobado el de su Drach'nyen. Incluso tomó para si el título de Señor de la Guerra, obteniendo así todo lo que en su día había pertenecido a Horus. Nadie en la Legión cuestionó su mando, pues la Cruzada había demostrado con creces su liderazgo.

Para la Legión Negra, su primera incursión fuera del Ojo había supuesto un gran paso para restaurar su posición entre las Legiones Traidoras, forjando un nuevo respeto por los guerreros de armadura negra y su nuevo Señor. Además, Abaddon había demostrado que los Dioses le favorecían, algo que ni siquiera los Primarcas Demonio podían ignorar. El conflicto todavía ardía entre las Legiones, aunque ahora tenían un nuevo propósito, algo olvidado desde la caída de Horus.

Tras la Cruzada, comenzó una época de constantes escaramuzas y saqueos. Desde el corazón atemporal del Ojo, la Legión Negra atacó uno tras otro de los mundos del Segmentum Obscurus, y más allá. Abaddon otorgó a sus lugartenientes la libertad total para realizar las acciones y saquear los mundos que deseasen, con una condición: las atrocidades cometidas debían ser en nombre de la Legión y a costa del Imperio.

Convirtiéndose en una espina clavada en el costado del Imperio, las Legiones Traidoras, a menudo dirigidas por la Legión Negra o por el propio Abaddon, escapan del Ojo del Terror para quemar y saquear sectores enteros. En la luz de estrellas moribundas y planetas ardientes, la Legión Negra extenderá su odio hacia el Imperio, asesinando a los sirvientes del Falso Emperador y derribando cualquier elemento que venere al dios cadáver. Durante estas Cruzadas, sistemas enteros se verán sumergidos en conflictos que durarán décadas o siglos hasta que, tan súbitamente como empezó, la Legión Negra se retire al Ojo del Terror, y sus fortalezas vuelvan a estar llenas de esclavos y siervos. El Segmentum Obscurus sufrirá enormemente durante milenios, pero, y aun que el Imperio trate de evitarlo, nada está fuera del alcance de la Legión Negra, algo que ha probado una y otra vez.

Fuentes[]

  • Suplemento: Legión Negra (6ª Edición).
Advertisement