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Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

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<p style="color:rgb(255,255,255);">Lohannes se reagrupó con los demás Martillos acarreando al chico. Lo que llamó rápidamente la atención es que, aún tan pequeño, no había lágrimas ni llanto en él, y siguió forjeceando hasta caer rendido.</p>
 
<p style="color:rgb(255,255,255);">Lohannes se reagrupó con los demás Martillos acarreando al chico. Lo que llamó rápidamente la atención es que, aún tan pequeño, no había lágrimas ni llanto en él, y siguió forjeceando hasta caer rendido.</p>
 
 
 
   
 
<p style="color:rgb(255,255,255);">Cuando los Martillos abandonaron Scorpio dedicaron un tiempo después de meditación y rezo en honor a las Hermanas de Batalla que negándose a abandonar la catedral se quedaron hasta que la última de ellas cayó. Tal ejemplo de determinación y celo no les pasó por alto.</p>
 
<p style="color:rgb(255,255,255);">Cuando los Martillos abandonaron Scorpio dedicaron un tiempo después de meditación y rezo en honor a las Hermanas de Batalla que negándose a abandonar la catedral se quedaron hasta que la última de ellas cayó. Tal ejemplo de determinación y celo no les pasó por alto.</p>

Revisión del 11:55 24 ago 2012

Bigotes 2 El Hermano Bigotes de los Martillos de Wikia protege este artículo y a toda la Wiki.

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Esta es la historia del hermano Apotecario Iskorpius.

El planeta Scorpio fue un mundo colmena que tuvo la mala fortuna de estar en el camino de una de las ramificaciones de la Flota Enjambre Kraken. Los Tiránidos incomunicaron e infestaron el mundo, aniquilando rápidamente su población y superando fácilmente a la Guardia Imperial y las Fuerzas de Defensa Planetaria.

En la Ciudad-Colmena de Ícar un pequeño contingente de Hermanas de Batalla reforzaban las escuetas defensas de la ciudad, la cuál fue capaz de detener la márea tiránida, al menos durante un tiempo. La presencia del Adepta Sororitas se debía exclusivamente a la presencia de una catedral en cuyo interior se guardaban antiguas reliquias, destacándose un fragmento del yelmo de Ferrus Magnus.

Si bien las llamadas de auxilio, antes de que los astrópatas fueran silenciados por la presencia de la Mente Enjambre, de la Guardia Imperial y del gobernador planetario fueron sistemáticamente archivadas e ignoradas, las Hermanas de Batalla sí poseían una influencia mayor y la Eclesiarquía demandó rápidamente refuerzos, sino para salvar el planeta sí para salvar sus reliquias.

Aunque la mayoría de Capítulos Astartes haría oídos sordos a una petición así, y lo hicieron muchos, el mismo Lord Eledan ordenó su desplazamiento hacia el planeta contestando así a la llamada. No argumentó y nadie preguntó, la determinación del Señor del Capítulo fue más que suficiente para los Martillos de Wikia.

Dos Compañías de los Martillos descendieron de los cielos en mitad del cruento asedio de Ícar. Su presencia envalentonó a los defensores al verse reforzados por tan magna fuerza; Los Martillos trazaron un anillo defensivo en el interior de la ciudad, apenas a unas pocas manzanas de la misma Catedral, mientras un equipo penetraba en el edificio santo para extraer las reliquias y asimilar rápidamente la información que pudieran guardar sus vetustos mosaicos y antiguas escrituras.

Los Martillos priorizaron los antiguos codexs y libros a las supuestas reliquias, puesto que no encontraron ninguna digna de salvaguardarse, pasando por alto la desesperación de las pocas Hermanas de Batalla restantes.

Ya preparada la extracción en la plaza de dicha Catedral, al Hermano Apotecario Lohannes Mus le llamó la atención algo y con una escuadra de combate se adentró en las callejuelas circunstantes, técnicamente seguras pues el anillo defensivo estaba por delante.

Los Marines Espaciales se encontraron a dos hormagantes acosando a un niño, menor de diez años, que los mantenía a raya violentamente con una placa metálica - la tapa de un gran recipiente - subido a un montón de cajas. El niño golpeaba a los tiránidos en las garras y en las cabezas cada vez que saltaban para intentar destriparlo; Estaba cubierto de cortes, heridas, sangre y suciedad.

Una ráfaga de bólter pusó fin al calvario del niño, eliminando los tiránidos. Lohannes impidió que un Hermano acabara piadosamente con la vida del chico y el Apotecario lo bajó del sitio fácilmente aunque éste seguía defendiéndose de los Astartes como la aterradora aparición que eran.

Lohannes se reagrupó con los demás Martillos acarreando al chico. Lo que llamó rápidamente la atención es que, aún tan pequeño, no había lágrimas ni llanto en él, y siguió forjeceando hasta caer rendido.

Cuando los Martillos abandonaron Scorpio dedicaron un tiempo después de meditación y rezo en honor a las Hermanas de Batalla que negándose a abandonar la catedral se quedaron hasta que la última de ellas cayó. Tal ejemplo de determinación y celo no les pasó por alto.

El niño de Ícar había olvidado todo. Tras el interrogatorio con los Bibliotecarios se llegó a la conclusión de que su mente había retrocedido a un estado tan primario que sólo era consciente de que había estado en peligro, de que debía defenderse.

Lohannes Mus se hizo cargó de él y demandó que los instructores lo probaran, convencido de que podría llegar a ser un auténtico Hermano de Batalla en el futuro. A regañadientes Hel Vaal de la Décima Compañía le dedicó tiempo y examinó a consciencia, probándolo hasta extremos de verdadera crueldad antes de asentir y permitir su total instrucción como neófito de los Martillos de Wikia.

Lohannes lo llamó Iskorpius en recuerdo a su planeta natal y su origen, Ícar Iskorpius. Con el tiempo consiguió convertirse en un apreciado miembro del Apotecarion, para orgullo de Lohannes y para bien de los Martillos de Wikia.

Iskorpius recuperó la consciencia como persona, creando nuevos recuerdos con su nueva familia, considerando la Biblioteca su hogar y tomando la misión que encomendó el Emperador a los Martillos como la meta de su vida. Aunque, por muchos años que pasen, los Tiránidos seguirán despertando su instinto más aterrador y brutal, pues el odio hacía estos xenos lo tiene profundamente arraigado en el alma.

En combate porta una espada sierra, que no dudará en usar si se le presenta la ocasión; una pistola de plasma decorada con diferentes motivos que ha ido añadiendole tras las batallas en las que ha participado, pocas, pero exhaustivas; y por último, como todo apotecario, porta su Narthecium.